"Somos hermanos, amigos y socios", reza el lema de los Carrara, el mantra con el que tres jóvenes transformaron una pequeña remisería de microcentro en una empresa consolidada que factura $635 millones al año.
Su historia comenzó con dos autos que en 25 años se multiplicaron en una flota de más de 450. La compañía de traslados tiene hoy clientes corporativos y en sus vehículos viajaron las comitivas de Bill Clinton hasta Vladimir Putin, entre otros.
"Pusimos una remisería y a ninguno de los tres nos gustaba manejar", dice Alberto, de 50 años, hermano mayor de los Carrara y uno de los fundadores de Grupo Traslada.
Aunque hacer los viajes nunca estuvo entre las actividades predilectas de los hermanos, ellos nacieron con el "gen tuerca". Su padre tenía parte de una fábrica de amortiguadores y de sus ingresos dependía toda la familia.
El motor para emprender se encendió en su casa de manera imprevista. "En el ´96 falleció nuestro padre. Siempre fuimos dependientes de él, incluso nuestra madre", dice Alberto, que tenía 21 años en ese momento, su hermano Maximiliano 20 y Martín, solo 15.
Sin el conductor de la familia que tomara las decisiones, los Carrara se sintieron inseguros con la ruta a seguir. Por su juventud y falta de experiencia en el mundo de los negocios, ninguno pudo ocupar la silla del padre en la fábrica de amortiguadores, por lo que decidieron vender su participación y con los ahorros vivieron los primeros años tras la pérdida.
"Algo teníamos que hacer porque la plata que teníamos de la venta se estaba terminando y ninguno tenía trabajo. Entonces hicimos un 'atraco' a la caja fuerte de la familia, sacamos los US$30.000 que quedaban y compramos dos autos", cuenta Alberto.
Los Carrara sorprendieron a su madre con la noticia y alquilaron una oficina en el centro porteño. Fue en plena década de los noventa, con el uno a uno, la privatización de empresas y el boom de las canchas de paddle. Los hermanos identificaron que había un fenómeno de remiserías de traslados corporativos y apostaron por entrar en ese mercado.
Con una dinámica de equipo de vóley, en sus inicios se rotaron las tareas de atender el teléfono, manejar, ocuparse de la facturación y salir a buscar clientes. "Todo lo hacíamos nosotros. Al año y medio de empezar no entraba la plata necesaria para sostener el negocio y dejamos nuestro departamento. Nos fuimos los tres a vivir a la remisería", dice Alberto.
Su hermano Maximiliano, de 49 años, recuerda esa época como una de las más duras, pero a la vez divertida. "Vivíamos en una oficina de dos ambientes muy chica mientras prestábamos un servicio de 24 horas los siete días de la semana. Si sonaba el teléfono a las 3 de la mañana, salíamos a manejar", dice Maximiliano.
El negocio cambió en 1996 cuando recibieron por sorpresa un fax del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que los invitaba a participar de la licitación para hacer el traslado de la asamblea anual a celebrarse en el hotel Sheraton de Buenos Aires. Al evento iban a asistir los ministros de Economía de la mayoría de los países de Latinoamérica junto a diversos presidentes. "Nos pedían 80 autos y en ese momento solo teníamos cinco", dice Maximiliano.
Calibrados para no perder la oportunidad, trabajaron durante semanas para conseguir los vehículos junto a los choferes y al final ganaron la licitación. Las ganancias del evento las reinvirtieron pensando en el largo plazo y con el tiempo el camino pedregoso de la empresa se volvió una autopista.
Durante la crisis de 2001 sus servicios fueron muy solicitados por estudios jurídicos que viajaban a los tribunales a litigar la avalancha de juicios que desencadenó "el corralito" que impuso el exministro Domingo Cavallo. En la pandemia, invirtieron $700.000 para modificar sus autos y se enfocaron en el traslado de mercaderías de Mercado Libre y otros gigantes del e-commerce.
"Mucha gente nos pregunta cómo es trabajar en familia y respondo que es muy fácil porque me eduqué con ellos y tenemos los mismos valores", dice Martín, de 45 años, el menor de los Carrara.
Grupo Traslada hace en promedio 18.000 viajes por mes en Buenos Aires y replicó el negocio en 400 ciudades del mundo. En su derrotero trasladaron a las comitivas de los expresidentes George Bush (padre e hijo) y Bill Clinton. La flota de los Carrara acompañó en aquellas ocasiones a "la bestia", el búnker con neumáticos con el que se mueven los primeros mandatarios de los Estados Unidos.
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