Negocios. Las empresas esperan que Alberto Fernández le gane la pulseada a Cristina Kirchner
WASHINGTON.- El sector privado internacional comenzó a desarrollar sensaciones particulares con respecto a Alberto Fernández y la gestión el Frente de Todos. Dicen y repiten que el Presidente no es Cristina Kirchner. Pero creen que la moneda que definirá el rumbo político, la relación con el mundo y con las empresas está todavía en el aire. Es un indicio que los incita a tener paciencia.
Casi todas las gestiones que hicieron frente a la Casa Rosada los representantes de las grandes compañías argentinas en los últimos dos meses fracasaron. Pero a diferencia de lo que ocurrió entre 2003 y 2015, ahora se puede refunfuñar frente a los funcionarios. Un ejemplo: un grupo reducido se reunió con el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, y le recordó que pocas naciones en el mundo impiden el giro de dividendos como la Argentina.
Es una lista que cualquier representante del país quisiera ocultar al momento de convocar inversiones, dado que también la integran Angola, Nigeria y Venezuela. Con este último también coincide la Argentina sobre la política de patentes de medicamentos, una pelea que ya dan por perdida incluso los laboratorios más grandes del mundo que operan en el país. Pesce les dio una respuesta similar a la que Alberto le dio al austríaco.
El sector privado también tropezó con la Ley de Góndolas. La norma que para el Gobierno ayudará a bajar la inflación hará lo contrario desde la mirada de la otra vereda, porque aumentará costos y promoverá la falta de los productos más populares en los supermercados.
Los operadores de las empresas intentaron convencer de eso a los legisladores, pero fracasaron. Extrañan los tiempos en que Miguel Angel Pichetto manejaba el Senado, los recibía, los escuchaba y a veces les daba la razón. Ahora sólo apuestan a moderar la reglamentación de la norma. Su próxima estación es la secretaria de Comercio Interior, Paula Español.
La lista de tropezones sigue con el congelamiento de los precios de los combustibles, que frenó las inversiones en Vaca Muerta, con la nueva ley del conocimiento, menos interesante que la del gobierno anterior y con la pesificación de parte de la generación eléctrica. El Gobierno prepara otro golpe similar para los próximos días. Los empresarios siguen las gestiones para amortiguarlo.
Pese a los tropezones, los empresarios de origen extranjero parecen tener más paciencia que la propia Cristina Kirchner, quien ya critica la gestión de algunos ministros elegidos por su compañero de fórmula por su escaso resultado visible. En el Instituto Patria suelen apuntar las críticas a Matías Kulfas, como si un funcionario pudiera reactivar la economía y bajar la inflación en solo dos meses.
Las tensiones entre las posiciones que representan Fernández y Cristina Kirchner se ven en la designación de cargos que fastidian a los empresarios. Quien quiera presentar un proyecto para invertir en energía eólica se encontrará hoy con un despacho vacío, porque hay un funcionario insinuado, pero no designado, al igual que quien quiera hablar con otras autoridades del área energética.
La expectativa, llamativamente, viene más por la política que por la economía, y el punto crucial es la confianza que aun le dispensa la Casa Blanca a la gestión de Alberto Fernández. Aquí, la convicción es que Washington no debe arrinconar al presidente argentino y preparar el terreno para que germine en su política exterior una inclinación mayor hacia China y Venezuela.
Fernández les dio señales. Fuentes que dialogan con la embajada norteamericana en Buenos Aires sostienen que informes de inteligencia confirman gestiones del presidente argentino con el gobierno de Nicolás Maduro para liberar prisioneros estadounidenses en ese país, suficiente para olvidar que un salón del Palacio de Miraflores se llama Néstor Kirchner.
Hay más señales en la política exterior, como que la Casa Rosada moderó su reacción inicial ante la salida de Evo Morales en Bolivia cuando las Fuerzas Armadas le quitaron el apoyo, o el hecho de permanecer en el Grupo de Lima, crítico de la situación en Venezuela.
Un banquero argentino que habla todos los días con Wall Street lo resumió con más simpleza que cualquier analista internacional: la economía definirá la orientación de la Casa Rosada. Si funciona, se profundizará la línea albertista en el Frente de Todos. Esa es la apuesta de las empresas, que prometen sostener la mando al Presidente pese a los roces de la convivencia.
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