Hay un robot en la oficina: cómo competir con las máquinas en el trabajo
Solicitar un incremento de sueldo es una de las situaciones más difíciles para cualquier ejecutivo; qué argumentos usar y cuáles no,La irrupción de la inteligencia artificial en el mundo laboral obliga al desarrollo de nuevas habilidades
"Quiero encontrar mi propio yo", le decía la computadora GRTA al Dr. Mantleray -su creador, una suerte de Frankenstein posmoderno- luego de que él le pidiera, por favor, que fuera fuerte hasta el final mientras la abrazaba con pasión. La serie Maniac plantea la posibilidad de que la inteligencia artificial (IA) se introduzca en la mente de los pacientes para analizar el origen de sus traumas y desde allí curarlos. A pesar de las buenas intenciones, ¿es ético que una máquina explore los recovecos más íntimos de la mente humana?
El tema de los límites de la IA está presente en decenas de películas y series televisivas. Por ejemplo, en Yo Robot (basada en un relato de Isaac Asimov) y en 2001 Odisea del Espacio (la célebre novela de Arthur C. Clarke llevada al cine por Stanley Kubrick), las máquinas protagonistas "consideran" correcto dañar a algunos humanos para salvar a la humanidad. Otras, como Westworld y Humans, plantean la frontera entre la persona y la máquina: ¿en qué momento un robot se convierte en humano?; ¿qué principios éticos entran en juego?
En 1942, Asimov enunció tres leyes para encuadrar el accionar de los robots. La primera sostiene que un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, no permitirá que un ser humano sufra daño; la siguiente establece que un robot deberá cumplir las órdenes de un ser humano siempre que no entren en conflicto con la primera; por último, la tercera habilita al robot a proteger su propia existencia en la medida en que se cumplan las dos primeras. Las leyes hacen las veces de código moral de un robot. Así como la humana pone límites a la "inteligencia natural", la "ética" del robot busca limitar la IA.
En un punto, la ficción y la realidad confluyen. Por ejemplo, cuando una máquina realiza la tarea de un humano y lo deja sin trabajo, ¿está vulnerando la primera ley? El dilema es similar al que plantean las novelas ya que, por su misma naturaleza, los adelantos tecnológicos perjudicarán a algunos para que otros -en general, la mayoría- se beneficien.
Mientras estos problemas éticos se resuelven (si es que alguna vez se resuelven), hay que prepararse para competir con las máquinas. Para hacerlo, habrá que profundizar el desarrollo de ciertas habilidades para aventajarlas.
1. Imitar a la IA y aprender a aprender: la gran habilidad de la IA es su "capacidad de aprendizaje". La máquina es capaz de incorporar datos y "experiencias" para aprender y aplicar su "conocimiento". Aprender a aprender es estar en guardia para aprovechar toda la información y aplicarla en las circunstancias adecuadas.
2. Combatir los preconceptos: los sesgos bloquean el aprendizaje, ya que actúan como una pared que no permite ver más allá.
3. Habituarse al autoaprendizaje: cursos online, blogs, sitios especializados y todos aquellos recursos para la formación que estén disponibles. Ha llegado la hora de los autodidactas.
4 Estimular la creatividad: aprender pintura, escultura, música, teatro, literatura o alguna otra expresión artística. Es un campo en el que la IA aún está en pañales.
5. Ser curioso: surfear por la web sin objetivos específicos, explorar lugares desconocidos, conversar con personas diferentes, viajar, ir a trabajar en bares, plazas o en otros espacios no habituales; buscar oportunidades para que "pasen cosas".
6. Tomarse tiempo para el ocio: dejarse tiempo libre para hacer nada y dejar volar la imaginación.
7. Practicar el pensamiento crítico: dudar, en especial de uno mismo; ejercer un sano escepticismo que ayude a abrir la mente a posibilidades impensadas.
8. Reinventarse: estar preparado para cambiar de profesión o de industria cada vez que las circunstancias lo requieran; no esperar hasta que sea demasiado tarde para adaptarse al nuevo escenario.
9. Desarrollar otras formas de inteligencia: la IA es difícil de superar en el terreno de la racionalidad y de la matemática. Por eso hay que desarrollar otras inteligencias como la emocional o la social. Será difícil que las máquinas lleguen a sentir empatía, condición elemental para las habilidades interpersonales.
Aunque la IA tendrá (tiene) muy fuerte impacto en el mercado laboral y ha vuelto obsoletas muchas profesiones y tareas, es contraproducente verla como un enemigo. Sus efectos dependerán de la manera en que apliquemos nuestras capacidades de adaptación, de aprendizaje, de socialización, y todas aquellas que nos dan ventajas competitivas para dominarla y para superarla. En síntesis, hay que trabajar para que la inteligencia natural encuentre su propio yo.
El autor es profesor de la Escuela de Negocios de la UTDT
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