Murió Bernie, pero... ¿cuántos Madoff siguen operando?
Hace algunos días falleció Bernard Lawrence Madoff, un norteamericano que había nacido en 1938. Estaba cumpliendo una pena de 150 años de prisión por haber realizado estafas financieras. ¿Cómo puede ser que haya habido incautos, luego de cómo había terminado el caso protagonizado por Carlo Pietro Giovanni Guglielmo Tebaldo Ponzi, también desarrollado en Estados Unidos, en las primeras décadas del siglo XX? Esta pregunta ignora que hoy, en el mundo, debe haber muchos nuevos Ponzi, Madoff, etcétera, de manera que tenemos que preguntarnos qué les ocurre a algunos seres humanos, cuando alguien les pretende vender buzones.
Al respecto consulté al español José Penso de la Vega Passariño (1650-1692), cuya familia migró a Amsterdam huyendo de la Inquisición, por lo cual desarrolló su vida y su actividad en Holanda. En 1688 publicó Confusión de confusiones, libro que, según José Luis Cardoso, es generalmente reconocido como el primer intento de describir la comercialización moderna de valores financieros: acciones, opciones y contratos de futuros.
“Uno de los atractivos de la obra es su formato, pues (siguiendo la costumbre de la época) el autor expone su tesis bajo la forma de cuatro diálogos que se desarrollan entre tres caracteres diferentes: un filósofo, un mercader y un tenedor de acciones. En su honor, desde 2000 la Federación Europea de Bolsas otorga anualmente un premio, al autor de un trabajo de investigación destacado sobre mercados financieros.
–Por favor, sintetice el caso Ponzi.
–Nació en Italia, en 1882, migrando a Estados Unidos en 1903. Luego de cometer varias fechorías, trabajando en el negocio de su suegro, un día recibió una carta enviada por una empresa española, preguntando por un catálogo que estaba confeccionando. La misiva incluía un “Cupón de respuesta internacional”, para abonar el envío de retorno. Inmediatamente advirtió que los cupones eran comprados en los países de origen y cambiados por estampillas del otro país. Si los valores eran diferentes, pero entre los correos las piezas postales se intercambiaban una a una, se podía ganar plata arbitrando. Pues bien, luego de la Primera Guerra Mundial los valores eran muy diferentes. Pidió prestado dinero, que envió a sus parientes de Italia, para que compraran cupones. Prometía una tasa de interés de 50% a 45 días, y de 100% a 90 días. En 1920 fundó la Compañía de Cambio Extranjero de la Vieja Colonia, para promover el esquema. Comenzó depositando los fondos en un banco, que terminó controlando.
–¿Nadie sospechó de nada?
–La operatoria generó sospechas, pero a un periodista especializado en cuestiones financieras le hizo juicio por difamación y se lo ganó. Hasta que el Comisionado bancario de Massachusetts, ordenó no pagar más cheques de la cuenta principal de Ponzi. Ya había estado preso, pero luego de este episodio entró y salió varias veces más de la cárcel, y terminó sus días en Brasil, trabajando en la línea aérea estatal italiana. Murió en 1948, en la pobreza.
–Ponzi no fue ni el primero ni el último.
–Efectivamente. La burbuja de los tulipanes, que se desarrolló en Holanda, en el siglo XVII, y que fuera minuciosamente descripta por Werner Sombart, así como las expectativas que creó John Law con el desarrollo de Mississippi, son antecedentes válidos.
–Por lo que veo, siempre hay una base real.
–Sí, pero a partir de la cual se generan expectativas desmesuradas. Los tulipanes efectivamente existían; pero la única razón por la cual alguien vende su casa para comprar un tulipán es que piensa que en el futuro encontrará alguien que le comprará dicho tulipán, y que con lo que recibirá podrá comprar dos casas. Las crisis estallan cuando los tenedores de los activos, que pensaban que iban a ser los anteúltimos idiotas, advierten que son los últimos idiotas.
–Madoff no prometía rendimientos groseramente altos.
–Por eso duró más tiempo, pero el principio es el mismo. Como en el caso de la cadena de la felicidad, al comienzo las promesas se cumplen, no porque se esté financiando un genuino y altamente rentable proyecto de inversión, sino porque los primeros cobran con los aportes de los segundos, los segundos con los de los terceros, etcétera. A propósito: la autoridad regulatoria de Estados Unidos varias veces había convocado a Madoff, antes de que su operatoria quebrara. Él comentó en alguna entrevista que concurría dispuesto a ser encarcelado, para encontrarse con que lo habían convocado por algún defecto formal en algún documento que había presentado.
–Ponzi murió, Madoff acaba de fallecer, pero, a la luz de la historia, cabe pensar que varios “discípulos” de ellos andan dando vuelta por el mundo.
–Algunos en la Argentina, y también en otros países. Un slogan importante dice “demasiado bueno para ser cierto”, pero lamentablemente algunos seres humanos, con la esperanza de no tener que trabajar tan duro, o de conseguir bienes a los cuales de otra forma no podrían acceder, no resisten a la tentación y comprometen al menos una parte de sus ahorros, en algo que –si pensaran un poco– constituye una fantasía.
–¿Como en el casino?
–No. En función de las probabilidades, el monto de las apuestas y lo que obtiene quien gana, la ruleta es un juego muy noble. ¿Qué debería hacer una persona, cuando le dicen que juegue a la ruleta, pero que si acierta un pleno le pagarán 36.000 veces lo que apostó? Decir “no gracias” y salir corriendo. Cosa que hace la enorme mayoría de los seres humanos, porque en realidad los estafados por los Ponzi, Madoff, etcétera, afortunadamente son una ínfima porción de la humanidad.
–¿Incluiría usted a las criptomonedas, en esta categoría?
–De ninguna manera. Tomemos el caso del bitcoin (¿no debería ser la bitcoin, dado que es una moneda?). Nadie promete escandalosamente altos rendimientos; lo que se conoce es un gráfico que muestra la evolución del precio de la bitcoin a lo largo del tiempo. Los masoquistas observan el empinado ascenso de la curva, y lamentan no haber comprado cuando cada unidad se cotizaba a US$3000, US$25.000 o US$50.000. Pero esto es historia, y para adelante cada uno que piense lo que le parece.
–¿Por qué, si es tan difícil que aumente la cantidad de bitcoins en circulación, su precio con respecto al dólar tiene una tendencia creciente, pero muy fluctuante?
–Porque la demanda de bitcoins es variable. La moneda emitida por el Banco Central de su país no genera confianza, porque ustedes están esperando nuevas emisiones, principalmente para financiar el déficit fiscal. En el caso de la bitcoin la situación es la contraria: no se puede aumentar la oferta, pero los cambios en la demanda modifican su cotización. Por lo cual no constituye una alternativa recomendable para cardíacos.
–Don José, muchas gracias.
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