Mundo pyme: el impacto de la crisis en tres sectores claves
Las pequeñas y medianas empresas representan un valor muy significativo para la economía: en la Argentina hay 853.886 pymes , que explican el 70% del empleo privado formal y generan el 52% del PBI. Y el contexto de los últimos meses afectó en gran medida a estas unidades de producción en sectores como la industria textil, la vitivinicultura y la metalmecánica.
En un país que tuvo en 2018 una inflación de 47,6% y tasas de interés de 60% y un dólar que aumentó más de 100%, las turbulencias son un tema repetido: las pymes padecen la suba de costos, la escasez de financiamiento y la caída de rentabilidad.
Según los datos de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), las ventas minoristas cerraron 2018 con una caída de 6,9% interanual y solo en diciembre la baja con respecto al último mes de 2017 fue de 9,9%. Si se toma el informe sobre producción industrial de FIEL, se observa que la actividad fabril en el rubro de alimentos y bebidas cayó 1,9% en noviembre pasado con respecto al mismo mes del año anterior (último dato); la rama de insumos textiles disminuyó su actividad 3,3%, y la metalmecánica registró una baja de 10,9%.
¿Qué pasa en la actividad textil? Según datos de la Fundación Pro Tejer, hubo una caída en el período de enero a octubre de 2018 de 11,8%. "El sector está cayendo duro desde 2016, salvo una pequeña evolución favorable que hubo en los meses electorales de 2017", dijo Marcos Meloni, empresario de esta industria y vicepresidente de Pro Tejer. Según afirmó, "en 2002 la capacidad instalada en uso era de 60%, tuvo un pico máximo en 2007 llegando a 88,5% y luego transitó períodos dispares, con un mal año en 2008 y otro favorable en 2013. Desde 2015 vino en picada alcanzando el 76% de uso de su capacidad instalada y tocando un piso de 49% en 2018".
Meloni enfatizó que "el sector textil esta próximo al peor mes desde 2002". Remarcó que "las importaciones de productos terminados aumentaron 100% en unidades". De esta forma se acentúa la marcada competencia en el escenario local y la pérdida de mercados para empresas argentinas.
Otra industria que pasa un mal momento afectando principalmente a pymes es la vitivinícola. En todo 2018 se vendieron 8.385.727 hectolitros de vinos para el consumo interno, según el Instituto Nacional de Vitivinicultura. Esa cantidad fue 6% inferior con respecto a la de todo 2017. El dato positivo es que por la depreciación cambiaria se estimuló la exportación de vinos, que en términos de hectolitros creció 23,5% en 2018 en relación con 2017. Por esas operaciones ingresaron US$822 millones. Y un dato a tener en cuenta es que el consumo per cápita está en valores mínimos históricos (según se estima, en 2018 fue de 19 litros).
Gabriela Lizana, integrante de la CAME y presidenta de la Asociación de Productores del Oasis del Este (Aproem), evaluó que el sector del vino enfrentó un año muy complicado. Y agregó: "La cosecha 2018 fue buena en términos de cantidad, pero con precios más bajos que los del año pasado para el productor". Afirmó que los compradores que son formadores de precios (se trata de una industria muy concentrada) pactaron un valor, pero "luego reformularon unilateralmente los términos en detrimento del productor". Y agregó: "Hubo menor precio y plazos de pago más largos, que llegaron a ser de entre 8 y 12 meses después de la cosecha, e incluso más. Y hay un alto porcentaje de insumos dolarizados. La devaluación trajo aparejado un importante aumento de costos, no compensado con un incremento de precios de los productos".
En cuanto a las perspectivas, afirmó que "la pérdida de poder adquisitivo de los argentinos y las altísimas tasas de intereses que dificultarán la inversión necesaria para realizar la cosecha, son algunos de los problemas que tenemos por delante en el cortísimo plazo, y las respuestas no se están haciendo escuchar".
Desde el sector de la metalmecánica, Jorge Göttert, presidente de la Cámara Argentina de la Máquina Herramienta y Tecnologías para la Producción, expresó que 2018 "se caracterizó por un primer semestre con actividad en crecimiento, que hasta comienzos del mes de abril mostraba buenas perspectivas; al finalizar el primer semestre las dudas ya eran muchas y los proyectos de inversión se frenaron en gran medida. El año finalizó con una situación muy complicada y el sector, trabajando con una gran capacidad ociosa". Según estimó, la caída de la actividad en el año llegó a 25%. La falta de crédito, la carga impositiva y el freno general en el consumo son los tres factores que, según mencionó, generan tanta capacidad ociosa.
"Hay una incipiente inversión del ciclo y creemos que se ha llegado a un piso a partir del que nuevamente se podrá volver a crecer. Creemos firmemente que la actividad mejorará su perfil a partir del segundo trimestre de 2019 y los indicadores de marzo serán un claro indicio de si el repunte se está dando", agregó.
En particular, dijo que ayudarían al repunte cierta dinámica a la exportación de manufacturas industriales y la evolución del mercado de Brasil.
Desde el lado de los sindicatos, Luis Campos, economista de la CTA Autónoma, comentó que "la industria manufacturera es expulsora de mano de obra desde 2011, algo que se profundiza a partir de 2016 y se generaliza a sectores de gran tamaño, como la industria de agroalimentaria. Los sectores más golpeados son los del cuero y las confecciones, el textil y la metalmecánica. También enfatizó el gran problema que tienen las pequeñas y medianas empresas al "no poder recurrir a mecanismos de ajuste como las suspensiones". Y, al no poder tolerar la situación, "comienzan los despidos".
Para Gerardo Díaz Beltrán, presidente del Consejo Directivo de la CAME, "la Argentina arranca un 2019 con clima de campaña y eso genera nuevos espacios para marcar agenda. Entre los temas pendientes están la demandada reglamentación del artículo 10 de la ley pyme -que dispone beneficios impositivos y fiscales para las provincias de frontera para garantizar la competitividad-, una reforma laboral y políticas que incentiven el consumo ante la caída consecutiva anual de las ventas minoristas de las pequeñas y medianas empresas".
El directivo se mostró optimista respecto de los próximos meses, porque "las exportaciones agropecuarias crecerán significativamente de la mano de una muy buena cosecha; ingresarán divisas al sector que se derramarán al resto de la economía rápidamente y esperamos que impulsen el consumo y la producción".
Según la última encuesta cualitativa industrial que hace la CAME entre 300 pymes industriales del país, 54% de los consultados cree que la reactivación en su fábrica llegará en julio. Y 83% de los empresarios considera que en 2019 habrá reactivación.
Las pymes son un engranaje clave en el crecimiento del país. Un 2019 electoral con una caída pronosticada del PBI de 2% no permite ver un buen futuro. La clave está en las medidas de contención impulsadas por el Gobierno y en la creatividad e inteligencia de los líderes es cultivar su resiliencia. La readaptación constante es la clave.
Nicolás Roset