Monsanto volvió al sector farmacéutico
Aunque en el largo plazo, la compañía, que se quedó con Sintyal, no desecha la adquisición de otro laboratorio.
Monsanto cumplió su promesa: a tres meses de anunciar inversiones por 300 millones de dólares en el país, la compañía norteamericana puso una nueva ficha y se quedó con Sintyal, el laboratorio de la familia Gold.
"La Argentina ocupa un lugar clave en la estrategia de la empresa -dijo a La Nación Carlos Popik, presidente de Monsanto Argentina. Y la compra de Sintyal nos permite estar presentes, en nivel local, en las tres áreas de negocios de Monsanto: agricultura y biotecnología, nutrición y farmacéutica." Tanto Popik como Luis Alberto Gold, presidente de Sintyal, se niegan a dar las cifras de la operación, que incluyó una planta en la Capital Federal y la línea de productos del laboratorio local. En el mercado aseguran que está entre los US$ 100 y los 110 millones.
La compra de Sintyal no sólo significa la suba de la apuesta de Monsanto en la Argentina, sino su regreso al mercado farmacéutico local.
Atrás en el tiempo
Por medio de Searle la compañía había hecho pie en el país en 1985. Pero tres años más tarde, al ritmo de los vaivenes de la economía y el control de precios, se sumó a la lista de los laboratorios extranjeros que hicieron las valijas, como Bristol Myers, Eli Lilly y Rhone-Poulenc.
Poco después, Searle otorgó la licencia de sus productos a Laboratorios Beta y le alquiló la planta que había instalado en La Rioja. Finalmente, terminó por venderle las instalaciones.
Popik desmiente el rumor de que la compañía ya está negociando la compra de otro laboratorio. "Pero no descartamos la complementación de Sintyal con la adquisición de una compañía chica o de una línea de productos -se atajó-. Claro que primero tenemos que consolidar esta operación."
El directivo admite que le costó bastante convencer a la central de la compañía, que tiene su sede en Saint-Louis, de volver al país. "Fue un trabajo muy duro, que comenzó hace casi tres años -explicó-. Pero la estabilidad política y económica los hizo cambiar de opinión."
Los números también hicieron lo suyo: las ventas de Monsanto para el cono sur (la Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay) vienen creciendo, desde 1990, a un ritmo superior al 40%, con lo que saltaron de 20 a 223 millones de dólares.
Otro factor de peso fue la sanción de la nueva ley de patentes, que entrará plenamente en vigor en cinco años. A Popik no le preocupa esperar. "Aceptamos el período de transición", comentó.
Condiciones
Cuando puso la lupa en el mercado local en busca de un laboratorio, Monsanto impuso cuatro condiciones: un nombre reconocido por la comunidad médica, un equipo de ventas fuerte, una línea de productos que tuviera afinidad con la de Searle, y una planta tecnológicamente avanzada. Sintyal cumplía con todos los requisitos.
En cuanto a los productos, Monsanto se interesó especialmente en la experiencia de Sintyal en medicamentos para el tratamiento del dolor y la artritis. Su producto estrella, el Ibupirac, ocupa el octavo lugar en el mercado local.
"Sintyal será la plataforma para el lanzamiento de nuevos medicamentos, como el COX-2, un antiinflamatorio y analgésico no esteroide que vamos a comercializar en un año y medio", adelantó.
Monsanto asumirá el control de Sintyal a fines de mes. En principio, se mantendrá el nombre del laboratorio local y, con el tiempo, se hará una transición hacia Sintyal Searle o Searle Sintyal.
Mientras tanto, Monsanto no descuidará el área más importante de sus negocios en el país: los agroquímicos. La compañía ya arrancó con las obras de una nueva planta en Zárate, que duplicará su capacidad de producción de herbicidas y que le costará US$ 136 millones.
Para el 2002, la compañía quiere que sus ventas locales, que hoy llegan a los US$ 240 millones, lleguen a los 700 millones de dólares. Según Popik, los agroquímicos aportarán entre el 45 y el 50%, el área de nutrición del 30 al 35% y la farmacéutica del 10 al 15 por ciento.