Monitoreos, big data y agricultura abierta: así se hizo el herbicida Tripzin

UPL lanza para esta campaña un preemergente residual para soja que controla malezas de hoja ancha y gramíneas anuales. Combinando dos principios activos, es el resultado del trabajo en laboratorio pero también de la cercanía con el campo y los productores.


Tripzin, el nuevo
herbicida para soja

Las malezas resistentes a los modos de acción tradicionales se han expandido notablemente en los últimos años y constituyen para el productor un severo problema que amenaza no solo el rendimiento de la cosecha, sino también la sustentabilidad de los sistemas agrícolas. Cada vez más lejos van quedando los tiempos en que la solución era tan simple como la aplicación de glifosato. Hoy se sabe que el yuyo colorado, la rama negra, pie de gallina y capín, por nombrar solo algunas, ya no son tan fáciles de combatir. Por eso, el mercado de los herbicidas celebra la llegada de una nueva opción.









Tripzin es el nuevo herbicida residual preemergente para soja de UPL que controla malezas de hoja ancha y gramíneas anuales. Este producto combina dos principios activos. Por un lado, el Pendimetalin, perteneciente al grupo de las dinitroanilinas, inhibe la germinación de las malezas susceptibles, que mueren poco después de haber germinado o luego de la emergencia.
Por el otro, el Metribuzin, del grupo de las triazinas, actúa bloqueando la fotosíntesis de las malezas y es absorbido por las raíces y el follaje.

Por su formulación ZC microencapsulado en base acuosa, Tripzin es muy estable, asegura una excelente actividad biológica, no presenta problemas de volatilidad y tampoco se adhiere al rastrojo. Esta última propiedad es una gran ventaja cuando se piensa en siembras de segunda o en rotación con cultivos de invierno que dejan gran volumen de rastrojo o en el caso de antecesor maíz. Además, se trata de un producto de banda toxicológica verde.



Estrategia

Tenemos cuatro biotipos resistentes nuevos por año, lo que demuestra que es un problema que crece y que no hay una solución total. Entonces, hoy la cuestión pasa más por plantearse cómo mitigamos el problema que por cómo lo controlamos definitivamente. En ese sentido, nosotros invertimos mucho en innovación y en anticiparnos a las necesidades de los productores. Ponemos todo nuestro foco en desarrollar soluciones que eviten este riesgo de resistencia.

Explica Diego Gandulfo, director de Marketing de UPL.


Aunque mucho se ha evolucionado en el control de malezas en Argentina, todavía el control químico está basado en pocos modos de acción e ingredientes activos. En el cultivo de soja, particularmente, el uso de los PPO en pre y post emergencia domina la escena luego de la aparición del amaranthus
resistente a glifosato.
Sin embargo, así como es fundamental para la sustentabilidad de los sistemas la rotación de cultivos, también lo es el uso de herbicidas con distintos modos de acción. Tripzin es una nueva solución que se suma al mercado argentino para esta campaña luego de los muy buenos resultados obtenidos tras varias campañas en Estados Unidos.

Agricultura
abierta

En estos tiempos de malezas resistentes, UPL no escatima esfuerzos a la hora de desarrollar un nuevo herbicida. Monitoreos a gran escala, big data y cercanía con los productores para anticipar sus necesidades, asoman como estrategias complementarias al trabajo de laboratorio.


“Hoy la solución no la tiene una sola compañía: esto es un tema muy complejo que tiene que ser abordado de una forma integral. Y este abordaje va de la mano del propósito de la compañía “OpenAg”, de una agricultura abierta, es decir de vincularnos cada vez más con todos los actores de la cadena”, cuenta Gandulfo.
Con el objetivo de generar nuevo conocimiento para un manejo más sostenible de la producción de alimentos, UPL viene trabajando con la consultora cordobesa RAVIT (Red Agropecuaria de Vigilancia Tecnológica). Para esta campaña van a abarcar un territorio de 2 millones de hectáreas del norte de la provincia de Córdoba y 1.120.000 hectáreas del sur bonaerense, a través de diferentes tecnologías y con la intervención de los productores, se realiza un seguimiento de más de 120 variables agronómicas que tienen impacto directo en la productividad de los cultivos.


El manejo de la información y de los datos es clave. Con Big Data tenemos acceso a la información, pero lo más importante es qué decisión tomamos con ella, concluye Gandulfo.




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