Modelo de cogestión. Las firmas alemanas se replantean el rol de los trabajadores
La mayoría de los empresarios reconocen la importancia que tuvo este tipo de propuestas en las últimas décadas, pero sostienen que ahora desalientan la llegada de nuevas inversiones al país
Hace 100 años, el 13 de enero de 1920, miles de alemanes salieron a las calles de Berlín, agitando banderas rojas y coreando consignas que exigían más poder para los trabajadores, mientras los legisladores en el Reichstag debatían un proyecto de ley sobre consejos en el lugar de trabajo. Había carteles con letra gótica con la consigna "Volle Mitbestimmung". La "plena cogestión" que deseaban los manifestantes era nada menos que una participación igualitaria de los trabajadores y la patronal en la administración de las compañías. Las fuerzas de seguridad mataron 42 manifestantes e hirieron a más de 100 en uno de los episodios más sangrientos de la joven República de Weimar hasta esa fecha. Friedrich Ebert declaró el estado de emergencia.
En el último siglo los empresarios alemanes, que se opusieron por mucho tiempo a la idea, han hecho las paces con la propuesta. La cogestión se ha convertido en un rasgo definitorio del capitalismo alemán. Rasgo que ha resultado atractivo a lo ancho de todo el espectro político occidental. El presidente francés, Emmanuel Macron, sostiene que quiere avanzar con este tipo de propuestas. Cuando era la primera ministra del Reino Unido Theresa May creó una comisión para estudiar si podría funcionar. En la misma línea, Elizabeth Warren, la senadora por Massachusetts, que disputa la nominación presidencial demócrata en los Estados Unidos, tiene un proyecto de ley que entre otras cosas reservaría el 40% de los cargos en el directorio de compañías con ingresos de más de US$1000 millones para representantes de los trabajadores. A muchos estadounidenses no les molestaría; la consultora Civic Analytics encontró que una mayoría de votantes tanto demócratas como republicanos están a favor de permitir que los empleados de firmas grandes elijan representantes para integrar el directorio. Sin embargo, en el momento que otras economías avanzadas analizan la posibilidad, algunos representantes del mundo empresario alemán, conocido como "Deutschland ag", se preguntan si es adecuada para estos tiempos.
La cogestión alemana tiene dos variantes, establecidas por una ley de 1976, que se aprobó luego de que se complicaron las relaciones entre los trabajadores y los patrones en el marco de la crisis petrolera de esa década. Los trabajadores de cualquier firma de cinco empleados, por ley, pueden formar un consejo de trabajadores que coparticipa en algunas decisiones, como el horario de trabajo o las licencias por maternidad y coopera con los sindicatos en las negociaciones colectivas a nivel de industria. En firmas de entre 500 y 2000 empleados, representantes de los trabajadores y de los sindicatos tienen un tercio de los puestos en el directorio supervisor, que en la estructura de dos niveles de Alemania supervisa al directorio administrativo.
¿Bendición o lastre?
Los defensores de la cogestión sostienen que es la base de muchas de las virtudes de las empresas alemanas. Su sistema de aprendices admirado globalmente "no existiría sin la cogestión", dice Anke Hassel de la escuela de management Hertie. Lo que es más importante, la codeterminación ayuda a calmar las relaciones industriales en las bajas de la economía. En los tiempos oscuros de la crisis financiera global de 2007-09, cuando se secó la demanda de los productos de los industriales alemanes, el sistema le facilitó a ambas partes establecer un acuerdo: los empleados retuvieron sus puestos de trabajo a cambio de aceptar trabajar menos horas (con menos paga) y una reducción de la licencia por vacaciones. Mejoró la productividad. Cuando terminó la recesión, en 2010, las firmas pudieron aumentar la producción inmediatamente.
Un estudio publicado en octubre por la fundación Hans Böckler, el centro de estudios de los sindicatos, concluyó que las compañías que contaban con representantes laborales en sus directorios supervisores tuvieron considerablemente mejor desempeño durante la crisis financiera y sus postrimerías que las que no contaban con tal participación. Echaron menos trabajadores y reinvirtieron más. Sus ganancias totales acumuladas entre 2006 y 2011 fueron 28% más elevadas. La cogestión, concluyen los autores del informe, "evitó que las administraciones empresarias adoptaran decisiones miopes".
Los sindicatos, armados con tales cifras y sacudidos por el temor de lo que la globalización y la militarización podrían significar para los trabajadores alemanes, están exigiendo más cogestión. Rainald Thannisch de la DGB, un grupo que reúne a los sindicatos alemanes, reclama igual representación para los trabajadores en los directorios supervisores de firmas con más de 1000 personas (y un tercio de los puestos en firmas con 250 empleados). Thannisch afirma que deben eliminarse las cláusulas legales que permiten a las compañías evitar la cogestión, como en el caso de empresas que son propiedad de una fundación, y que se deben aplicar penas más duras a los empleadores que impiden a los trabajadores formar consejos.
Aunque reconocen el rol pacificador de la cogestión en las relaciones industriales, los patrones alemanes se resisten a tales propuestas. Dos tercios de los que conducen firmas con igual representación de los trabajadores en el directorio supervisor consideran que incluso la actual versión de la cogestión es una traba para los negocios, según la asociación empresaria BDA. Muchos CEO se quejan de que los consejos de trabajadores y los directorio supervisores inflados hacen más lenta la toma de decisiones y aumentan los costos (dado que a los miembros de los consejos de trabajadores se les paga cada hora de deliberación entre sí y con la administración). Esto, agregan, desalienta la audacia en la conducción y desagrada a los inversores extranjeros.
El número uno de una compañía incluida en el Dax 30, el índice que reúne las mayores firmas alemanas que cotizan en la Bolsa, señala que la cogestión no incluye a los trabajadores extranjeros de las multinacionales alemanas, cuyos intereses pueden diferir de los de los trabajadores locales.
Todo esto explica porque las compañías que pueden evitar la cogestión intentan hacerlo. Muchas firmas de las que integran el Mittelstand, como se conoce colectivamente a las empresas medianas alemanas que son potencias exportadoras, se convierten en Societas Europaea (se), una compañía por acciones registrada bajo la ley corporativa de la Unión Europea, las que están exentas de las reglas de cogestión, antes de alcanzar el umbral de los 500 empleados que da acceso a los representantes de los trabajadores al directorio supervisor.
Günzburger Steigtechnik, fabricante de escaleras en Baviera, tiene más de 350 empleados pero ningún consejo de trabajadores. Ferdinand Mun, el patrón cuya familia ha sido dueño de la empresa y la conduce desde hace cuatro generaciones, insiste en que los empleados están involucrados en las grandes decisiones.
La compañía presta atención a las necesidades especiales de los trabajadores, como organizar el turno de un empleado para que puedan ayudar a su esposa enferma,sin verse presionada por un consejo de trabajadores. Munk cree que una estructura formal sólo haría todo más lento. Dice que la cogestión es "en realidad contraproducente" en una era en que lo esencial es la rapidez y la agilidad. Mario Ohoven que encabeza la asociación del Mittelstand, dice que es "anticuada".
La mayoría de los empleadores reconocen que la cogestión tuvo un rol constructivo en las décadas después de la guerra. Pero los tiempos han cambiado. El mundo está superando a los gigantes corporativos alemanes. Sólo una empresa, SAP, productora de software, se encuentra entre las 100 compañías más grandes del mundo. El valor de mercado de Apple de US$1,4 billones equivale aproximadamente al de todo el Dax 30.
La cogestión puede no ser la única razón. Los países europeos que no la han incorporado no tienen mejor desempeño. Pero en momentos en que los autos se electrifican y la manufactura se digitaliza, la industria alemana se enfrenta a una drástica reestructuración, incluyendo la vasta fuerza laboral de sus mayores compañías. Los empresarios que acuerdan con Ohoven serán cada vez menos tímidos a la hora de afirmarlo.
Traducción de Gabriel Zadunaisky
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