El mensaje de su entorno: miren lo que Milei hace, no lo que dice
En el discurso, el Presidente se mantiene tan combativo como en los momentos más álgidos de la campaña, pero las órdenes dentro del gabinete van en otra dirección; en el Gobierno ya empezaron a trabajar en decretos y reglamentaciones para subsanar parte de las reformas que no saldrán por ley
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El Tesoro dio la orden de transferirle ayer a Aerolíneas Argentinas casi $45.000 millones para el pago de salarios. Hay que remontarse a 2022 para encontrar una partida de tal magnitud para la línea de bandera. Es cierto que, el año pasado, una maniobra de contabilidad creativa con la Anses le había permitido a la entonces administración camporista prescindir de tal financiamiento directo del Tesoro. Pero también queda claro que, mientras Aerolíneas Argentinas inicia un fuerte plan de ajuste -espera reducir este año su déficit operativo a la mitad-, la administración Milei no parece dispuesta a sumar por ahora más focos de conflicto.
Tras la marcha del martes el Gobierno parece haber escarmentado. El expresidente francés Jacques Chirac solía decir que un gobierno nunca debe tener a los estudiantes o al campo en la calle. Una lección que Milei ahora, y Cristina, antes, debieran haber escuchado. Y probablemente sea el mismo motivo por el cual -más allá de las gestiones de la canciller Diana Mondino, que pese haber tenido dengue hace algunos días no suspende su agenda- el Mercosur tenga problemas para avanzar en algún momento en un acuerdo con la Unión Europea. Las marchas masivas de agricultores en París, Madrid, Bruselas y Varsovia anticipan que no hay demasiado interés de algunos gobiernos por empujar el acuerdo en el Parlamento Europeo.
Así las cosas, más allá de que en el discurso el presidente Javier Milei se mantiene tan combativo como en los momentos más álgidos de la campaña (“Lo de las universidades es un ejemplo de lo que pasa en la agenda cuando no estamos al ataque”, evaluó un colaborador del Presidente), las órdenes que subyacen dentro del gabinete van en otra dirección. Esta semana se definió que, no importaba qué hubiera que ceder en el articulado, la Ley de bases debía pasar sí o sí el filtro de la Cámara Baja. Los cambios que trascendieron en el capítulo que apunta a la reforma de la ley laboral son el ejemplo más visible, pero no el único. En el último borrador talló la casta sindical más fuerte de lo que en el oficialismo les gustaría reconocer. Pero Milei no sólo está interesado genuinamente en las reformas que contiene el proyecto, hoy muy alejado de lo que había planteado en el verano Federico Sturzenegger, sino que le interesa sobre todo el mensaje para los inversores. “Tiren la Ley de bases, tiren todo que vamos a lograr todo esto a pesar de la política”, dijo el Presidente el jueves en la cena de la Fundación Libertad. Ya el expresidente Néstor Kirchner lo decía entre sus interlocutores: miren lo que hago, no lo que digo. La máxima no pierde vigencia. Semanas antes de las elecciones de octubre pasado, cuando en plena campaña las palabras de Milei generaban vacilaciones en el establishment, en una tertulia en el Circulo de Armas, Diana Mondino había adelantado: “miren lo que Javier va a hacer, no lo que dice”. El peso argentino lo supo antes que nadie: pese a ser descripto por Milei como “excremento”, resultó ser -en el último trimestre- la moneda que más se apreció entre las 148 que sigue Bloomberg.
Tanto el ministro de Economía, Luis Caputo, como el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, saben que el mercado hoy demanda que el Gobierno muestre que el ajuste tiene consenso político. No hay mejor forma que hacerlo mediante la sanción de la Ley de bases. También el Fondo Monetario Internacional (FMI) quiere ver que el Gobierno tiene un recorrido favorable en el Congreso porque cualquier acuerdo nuevo exige también de la aprobación del cuerpo legislativo. La Ley de bases es apenas una de muchas negociaciones álgidas que se sucederán en las próximas semanas. En algún momento, la idea es luego volver a poner en consideración de forma separada los capítulos que quedaron afuera y que atañen a la Educación, a la Justicia o a la Seguridad.
“Lo que llevamos al Congreso es lo que se pudo negociar. Es para lo que hubo consenso. Créase o no, cuestiones como los cambios que apuntaban a terminar con el negocio del ‘Señor Tabaco’ [por el dueño de Tabacalera Sarandí, Pablo Otero] no tuvieron consenso, lo mismo las reformas para la pesca, que hoy hacen que el negocio lo concentren unos pocos”, se lamentó un operador de la Libertad Avanza. La casta no quiere ceder.
En el equipo de Sturzenegger, en tanto, ya empezaron a trabajar en posibles decretos y reglamentaciones para subsanar parte de las reformas que quedaron fuera del nuevo borrador de la ley previamente conocida como la “ley ómnibus”. “Hay un 30% de la ley que se puede resolver mediante reglamentaciones, sobre todo, lo que hace a los cambios en cultura, transporte o economía”, aseguran. Es cierto que las reglamentaciones tienen menos fuerza que una ley, pero en el corto plazo al menos cumplen con la tarea de modificar el status quo. Y es posible que más de una genere polémica. Ya se anticipa que las que apuntan al transporte generarán resistencia, probablemente con uno de los gremios más duros de todos, el de Pablo Moyano. En la Unidad de Desregulación de la Economía trabajan en una serie de reformas inspiradas en el decreto 958, de 1992, que tenía el sello de Carlos Menem y Domingo Cavallo. La idea de fondo es la de simplificar la oferta de servicios, para lo cual no sólo se apuntará al transporte de camiones (se modificará el código de Tránsito para incorporar a los vehículos autónomos), sino que también habrá cambios para el transporte de pasajeros (se habilitará el ingreso de buses a los aeropuertos, lo que le pondría fin a la dominancia de empresas como Tienda León; se simplificarán los registros para quienes quieran ingresar al negocio de traslado de pasajeros, entre otras medidas). La desregulación debería poder aplicarse algún día al Río de la Plata. En algo tiene razón el gobierno: la economía argentina es un festival de mercados regulados, y cada uno cuenta con su empresario experto con “derechos adquiridos”.
Para el equipo económico, la semana que viene será clave. El viernes están viajando a China el presidente del Banco Central (BCRA), Santiago Bausili, y el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, acompañados por ejecutivos de empresas mayoritariamente mineras y de la industria cárnica. El martes deberán verse cara a cara con el presidente del Banco Central Chino, Pan Gongsheng. La Argentina debe conseguir el visto bueno para el refinanciamiento de los US$4600 millones del swap chino que se usaron el año pasado para el pago de importaciones (en gran medida para satisfacer la demanda de las empresas electrónicas de Tierra del Fuego, que también forman parte de la comitiva empresaria que convocó Mondino para el viaje a China), y que empiezan a vencer a partir de julio. Pese a que el BCRA viene acumulando reservas desde diciembre, todavía no llega a terreno positivo, según la contabilidad del FMI. Si bien se espera que ahora se profundice la acumulación de reservas con los dólares de la cosecha gruesa, tener que desembolsar divisas para pagarle a China alejaría todavía más en el tiempo la posibilidad de flexibilizar el cepo cambiario.
En la presentación que realizó ante inversores en el marco de la Asamblea de Primavera del FMI, el vicepresidente del BCRA, Vladimir Werning, especificó que el fin último del Gobierno es llegar a una política de tipo de cambio flexible, no tener controles cambiarios, y lograr la competencia operacional de monedas. Algunos economistas interpretaron la definición de “tipo de cambio flexible” como de libre flotación, sin embargo, para el BCRA no sería exactamente lo mismo. ¿Definirá eventualmente el BCRA el tipo de cambio al cual se toman los dólares en un esquema de competencia de monedas? Es una incógnita para la cual el Gobierno aún no ofrece pistas.
El FMI probablemente busque tener algo de peso en cualquier decisión cambiaria y monetaria en los meses que vienen. Ya en los últimos días condicionó el proyecto del Gobierno de saldar la deuda de casi US$2000 millones con las empresas generadoras de energía mediante la entrega de bonos. Para el FMI, los bonos serían contabilizados como gasto. En otras palabras, de poco serviría haber pisado los pagos en el primer trimestre del año si al final del día no hay forma de jugar contablemente con ese pasivo. Economía, sin embargo, decidió avanzar igual: hoy anunció que la deuda de diciembre y enero se saldaría con títulos públicos.
El relato libertario, con todo, promete seguir profundizándose. En las próximas semanas debutará un nuevo canal de streaming, “Carajo”, diseñado a la usanza del público libertario, y tendrá entre sus figuras alguno de los tuiteros más reconocidos de la biósfera mileísta. Curiosamente, es de los mismos dueños de Blender, el canal que tiene entre sus estrellas a Tomás Rebord y en el que esta semana hizo su debut como bailarín de boliche el inefable Sergio Berni. En los negocios no hay grieta.
También en el exterior, la figura de Milei está más vigente que nunca. El Presidente fue invitado por la Fundación Hayek a Alemania en el mes de junio. En el Gobierno todavía no confirmaron si asistirá, tampoco si quiera iniciaron gestiones para aprovechar el viaje y juntarse con el canciller alemán, Olaf Scholtz, que lejos está del anarcocapitalismo. A veces pareciera que Milei es más hábil promocionándose a sí mismo que al país al cual representa.
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