El Gobierno debe remontar una situación difícil con herramientas limitadas
Sin contar el agro ni la minería, la caída del PBI sería este año cercana al 6%, algo muy relevante para el nivel de empleo; el FMI dice que la Argentina irá a un modelo de competencia de monedas; las versiones que circulan en Córdoba sobre la salida del número dos de Economía
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La ansiedad de quienes quieren que el gobierno de Javier Milei termine de arrancar, contenida apenas por el suspenso en torno de la suerte de la Ley Bases, derivará a partir de ahora en una presión cada vez mayor sobre la gestión. El Presidente le torció el brazo a la “casta” –o al menos a la parte con la que no pudo transar– y logró el primer hito de una administración que últimamente sólo sumaba traspiés.
Con la aprobación de la ley en el Senado, que aún espera su versión definitiva con modificaciones en Diputados en temas claves como el paquete fiscal, Milei ya tiene la herramienta que buscó denodadamente durante seis meses. A esta altura es más valiosa como señal de fortaleza política que como instrumento económico. Adiós al “principio de revelación”.
El libertario tendrá que lidiar de aquí en más, ya sin excusas, con las expectativas que generó al llegar al poder. La sociedad sigue esperanzada en que la situación económica se revierta, la inflación continúe bajando y no corra peligro el empleo, tal como vienen mostrando numerosas encuestas. En definitiva, que el ajuste sea menos doloroso y se acelere la recuperación de la actividad, dos promesas de Milei y su ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, respecto de qué sucedería si se aprobaba la norma. Pero las expectativas no solo son ajenas, sino también propias. “Con la Ley Bases habrá una avalancha de inversiones”, se ilusionó el mandatario hace unas semanas.
Aún a la espera de eventuales retoques en la Cámara baja, la mayoría de los empresarios celebró la aprobación en el Senado del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), aunque para la hipotética avalancha creen que será más efectiva la eliminación del cepo cambiario. También aguardan una baja de impuestos y medidas que mejoren la competitividad de todas las compañías, grandes y pequeñas.
“Desde lo económico, el impacto [de la ley] es light; desde lo político, es determinante. Era básico mostrar que Milei tiene margen de maniobra; ahora viene un proceso complejo, difícil, de búsqueda de acuerdos”, analiza un ejecutivo que conoce bien cómo ven a la Argentina desde el exterior. “Para las empresas no va a ser un cambio dramático en términos de modelo de negocios, aunque probablemente el RIGI tenga un efecto positivo. Para darte un ejemplo, la reforma laboral quedó lavada y no soluciona el problema de fondo, que es la informalidad y el costo de operar en el país en materia laboral”, completa.
El oficialismo deberá lidiar con las aspiraciones de los empresarios y del resto de la sociedad mientras maduran un nuevo acuerdo con el FMI y la salida del cepo, los próximos hitos económicos. Un desafío para una gestión a la que no le gusta que le marquen los tiempos, que cree que está haciendo todo bien y es intolerante con quienes le señalan errores.
El Gobierno está muy enojado con algunos economistas críticos que no le merecen respeto; con otros que sí considera, está ofendido. En Córdoba, el fin de semana circuló el rumor de que la relación entre Domingo Cavallo y Milei no atraviesa un buen momento por las observaciones que el exministro hizo últimamente al programa económico y que ese distanciamiento desencadenó en la renuncia del secretario de Política Económica, Joaquín Cottani, discípulo y coterráneo de “Mingo”. En el Palacio de Hacienda, en cambio, insistieron en una versión edulcorada: dicen que dejó el cargo por motivos familiares. Dos días antes de conocerse la noticia, hubo un detalle que pasó desapercibido. En una exposición de Economía y Finanzas, en la Rural, Caputo hizo un sentido reconocimiento público a sus colaboradores. Nombró a “Fede” Furiase, Martín Vauthier, Felipe Nuñez, “Carlitos” Guberman, Pablo Quirno, Santiago Bausili y Vladimir Werning. “Todo el equipo; son un lujo”, dijo, omitiendo llamativamente a quien hasta ese momento era su virtual viceministro.
Desregulación y créditos
La impermeabilidad es a las críticas y a ciertas exigencias. Hubo hace tres semanas un encuentro entre directivos de Copal, la cámara que agrupa a los fabricantes de alimentos, y el secretario de Comercio, Pablo Lavigne. Allí, los ejecutivos transmitieron pedidos comunes a todo el arco productivo: reducción de impuestos, incentivos para exportar; financiación accesible para las pymes y mejora de la infraestructura logística. La respuesta oficial fue clara: se buscará mejorar la competitividad de las compañías despejando trabas y regulaciones.
“Dígannos qué está entorpeciendo el funcionamiento de sus empresas y nosotros lo vamos a sacar, pero no pidan cosas que saben que no podemos hacer; hoy la prioridad es el superávit fiscal”, fue el mensaje de los funcionarios, cuenta uno de los asistentes a la reunión. En el mayo argentino del ‘24, la consigna del mayo francés del ‘68 se escribe al revés: “Sean realistas, pidan lo posible”.
Desregulación, pero a una escala mucho más grande, y modernización serán también tareas de Federico Sturzenegger, precisamente para darle a la micro las condiciones que tanto se reclaman. Deberá estar en sintonía con Toto Caputo, una convivencia que será puesta a prueba habida cuenta del perfil de duro entre los duros de Sturzenegger, tanto que a veces hasta lo contradice al propio Milei, como cuando afirma que es mentira decir que el ajuste sea doloroso.
Ni hablar de acelerar el ritmo del crawling peg del 2% mensual para tener un tipo de cambio competitivo para la industria o más atractivo para las demoradas liquidaciones del campo. Economía rechaza los planteos de que el dólar está atrasado.
El equipo económico tuvo que volver a desmentir esta semana tanto una devaluación mayor como cambios en el dólar exportador o blend por el staff report del FMI, que señaló que el esquema 80/20 para exportadores terminaría a fines de este mes. Según cálculos de la economista Marina Dal Poggetto, por culpa de este mecanismo el Gobierno se perdió de sumar US$8600 millones a sus reservas.
No habrá mucho más por ahora que la anunciada baja del impuesto PAIS, como había anticipado Caputo, y algo más de financiamiento productivo desde el Estado, otro de los reclamos del sector privado. Bajo esta óptica hay que mirar el ingreso de dos hombres del ministro en el directorio del BICE (Banco de Inversión y Comercio Exterior): los elogiados Vauthier y Nuñez. “El apoyo siempre será a través del crédito bancario, no de aportes no reembolsables (ANR)”, aclaran en el ministerio para diferenciarse del gobierno de Alberto Fernández.
Un pedido insistente del mercado al Gobierno es que, para despejar un factor de incertidumbre, diga cuál será el modelo monetario y cambiario cuando salga del cepo. La pregunta es si el paradigma es Perú, un bimonetarismo con coexistencia de dólar y moneda local, o El Salvador, con dolarización y un rol apenas residual para la moneda nacional.
Quien pareció dar la respuesta esta semana fue el Fondo, otro que presiona permanentemente para que haya definiciones oficiales. En el staff report de la última revisión del programa con la Argentina, el organismo habla de que el país avanza hacia “la transición a un nuevo régimen de ‘competencia de monedas’ con una política monetaria más flexible a medida que se vayan aflojando los controles y restricciones cambiarias”.
Y agrega que “la eventual ‘competencia de monedas’ dentro del régimen podría dejarlo parecido al sistema de flotación administrada predominante en Perú y Uruguay, con individuos libres de ahorrar y realizar transacciones en las divisas que elijan”.
Por lo pronto, el Gobierno, se comprometió a presentar un nuevo programa monetario a fines de este mes y agregó que el Banco Central avanzará en la liberación de controles cambiarios y en una mayor flexibilidad “siempre y cuando estas medidas no impliquen riesgos excesivos” para la estabilización de la economía.
Por ahora, en el BCRA no muestran las cartas. “En contraste con lo que se pensaba en enero, el crawl del 2% mensual está más claro o menos claro? ¿Qué le faltaría a la política cambiaria para ser más clara?”, dicen allí ante la consulta de la nacion.
“Está claro que tenés diferentes estadíos para la política monetaria. Por ejemplo, con cepo y sin cepo esas políticas son muy diferentes por razones obvias. Definir hoy la política monetaria para cuando no haya cepo resulta poco atractivo ya que no conocés la situación de ese momento”, agregan.
“Definir hoy parámetros puede resultar en que te equivoques en tu estimación de esas condiciones y entonces debas modificar la política (para qué la definiste si terminás cambiándola y así perdés credibilidad) o si te atás de manos para cumplir lo que dijiste, perdiendo grados de libertad y no tomando la decisión óptima. No creemos que tenga sentido definir hoy la política monetaria de un contexto que no conocés. Nos encantaría escuchar propuestas”, desafían en el Central ante las voces críticas.
¿Deseo o realidad?
El otro gran debate del momento es si ya empezó a vislumbrarse un rebote de la economía. En los últimos días el Gobierno disparó una serie de mensajes optimistas. Primero fue Milei, con un semáforo de sectores productivos en el que se ven más verdes que rojos y después Caputo, quien afirmó que el país ya está en franca recuperación con inflación en baja, y salarios y jubilaciones que estarían recuperando poder adquisitivo. La recomposición de los ingresos y el crédito a tasa negativa son ahora las apuestas de la administración libertaria para reanimar la actividad.
¿Y con el consumo masivo qué está pasando? En algunas empresas líderes ven algunas tibias señales de repunte en las ventas. En el rubro lácteo, por ejemplo, hablan de unos 5 o 6 puntos porcentuales más en mayo que en abril y la tendencia se mantiene este mes. Si la comparación es con 2023, la merma del consumo sigue siendo de dos dígitos. “Cuánto más esencial es un producto, menor la caída. Y los que no son básicos siguen 12% abajo del año pasado”, aclaran en una de las compañías consultadas. La desaceleración de los precios y las bonificaciones fueron factores decisivos para el repunte. “Solo sale lo que son promociones y productos en envases económicos”, explican.
“La economía tocó un piso y empezó a salir”, dijo el Presidente hace unos días, pero no está claro que la recesión haya quedado atrás. El Banco Mundial y el FMI empeoraron sus pronósticos de caída de la economía argentina para este año, aunque mantienen los de un crecimiento significativo para el próximo. Además, el Fondo advirtió que la crisis podría prolongarse “provocando penurias e intensificación de las tensiones sociales, incluso con el refuerzo del gasto social”.
Los analistas locales, por su parte, prevén que, aun si la caída del PBI encontrara el piso en el desestacionalizado del tercer trimestre, este año cerraría con una baja del 3,8% contra 2023. Y, sin contar el agro ni la minería, la caída sería cercana al 6%, algo muy relevante para el nivel empleo, una inquietud creciente que reflejan las encuestas.