El "efecto Messi" ayuda a vender hasta empanadas argentinas en Cataluña
Tío Bigotes era gallego, de la aldea de Lugo. Como muchos, había llegado a la Argentina en los 40 soñando con regresar, pero nunca pudo hacerlo. Siguió cocinando sus empanadas gallegas de toda la vida, pero sumó las argentinas y se hizo un experto. Nunca imaginó que su nombre terminaría en una serie de locales en España con sus recetas como base.
El "hacedor" fue su sobrino nieto, Raúl González, quien creció aprendiendo a cocinar a su lado y hoy fabrica unas 50.000 empanadas al mes que, en poco tiempo, se duplicarán.
González ya tenía unos locales de empanadas en Buenos Aires hasta que, hace 10 años, después de haber sufrido un problema de inseguridad, decidió mudarse a España , a la zona de Cataluña. Para solventarse, empezó con lo que sabía hacer: empanadas. Abrió un negocio en Casteldefels, a 40 minutos de Barcelona . "Cocinábamos nosotros, con las mismas recetas que en la Argentina; lo que cambió fue la manera de presentar las empanadas", cuenta a LA NACION.
"Seguíamos la receta que, de chico, aprendí con tío Bigotes", dice. La primera dificultad que debió resolver fue la inexistencia en España de las tapas de empanadas rotiseras. Así que los González decidieron hacerlas de la manera en que se hacen en el campo argentino. "Grasa de vaca derretida tampoco hay; toda es de cerdo. Así que compramos la grasa, la derretimos, la filtramos y esa usamos para la masa. Cuando se lo contamos a la gente lo aprecian más por el proceso artesanal", relata el emprendedor.
El proyecto de González no era franquiciar, pero empezó a recibir consultas en su local y así surgieron los otros siete que están en manos de dos argentinos, un argelino ("que pide que hagamos empanadas con carne halal") y cuatro españoles; además de Cataluña, la marca también está en Madrid y Zaragoza.
Toda la producción se hace en una planta instalada en una antigua cuadra de panadería y en pocos días abrirán nuevos negocios en las Ramblas de Barcelona, al lado del tradicional mercado de La Boquería y al frente de la Sagrada de Familia.
Además, las empanadas se venderán en puestos de la Boquería y del mercado San Antoni, recién reabierto después de su recuperación. Por eso, la proyección es duplicar la producción mensual y alcanzar las 100.000 unidades. "En Casteldefels, donde nos hicimos conocidos, cerrábamos las empanadas a mano; hoy lo hacemos a máquina, porque por el volumen no queda otra".
González dice que advirtieron que "iba bien" cuando empezaron a quedarse "cortos de mercadería". Y recuerda: "Hacíamos y al rato no había nada". Eso explica, cuenta, que no tengan página web. "No queríamos motivar la venta porque la producción nunca alcanzaba. Todo era boca a boca y así fuimos creciendo", dice.
Con la ayuda de Messi
El emprendedor comenta que la marca argentina hoy pesa en el mundo de la cocina. "Antes eran los italianos, pero ahora les estamos ganando", cuenta, y no duda en asegurar que Lionel Messi es una de las principales razones: "Nada más masivo que el fútbol en el planeta y a él todos lo aman". Además, asegura, hay una revalorización de la gastronomía artesanal. "Se aprecia mucho y estas empanadas son como las hacía mi tío hace 80 años", se jacta.
Compran las piezas de carne (vacío y roast beef) y hacen el proceso de picado en la fábrica. El relleno se hace en partidas de 20 kilos. Aunque tienen muchas variedades, las "estrellas" son las de carne picada a cuchillo y la picante ("que pica").
Hasta hace un tiempo hacían 38 sabores de pizza, pero "la argentina no pega tanto", así que se quedaron sólo con una fugazzeta rellena de tres kilos que también venden en porciones. Siguen con los alfajores de maicena y la pasta frola, pero -por no tener más capacidad- tercerizan su producción. "Las fabricará un uruguayo con nuestra receta; nos quedamos con nuestro producto vedette, que son las empanadas", dice. El precio, promedio, es de dos euros.
González, de 58 años, apunta que emprender y mantener un negocio en España es más fácil por dos temas: la estabilidad y la seguridad. "Desde que vine, los aumentos son casi inexistentes; el combustible habrá subido 10 centavos, lo mismo que algunos productos. Eso ayuda a trabajar más tranquilo y moverse más seguro; se trabaja pensando que es para la familia y no pensando si te van a asaltar al cierre".
A veces todavía se mete en la cuadra de la panadería y cocina. "No me imaginé que llegaríamos a ser lo que somos hoy; ya estamos con una marca potente en lugares emblemáticos. Tío Bigotes estaría contento", concluye.
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