Mes crítico: las negociaciones políticas pondrán a prueba la frágil situación económica
En las próximas cuatro semanas se despejarán dos frentes de incertidumbre económica: se sabrá si Massa será candidato a presidente y habrá un nuevo acuerdo con el FMI
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La Argentina entró en una cuenta regresiva hasta el sábado 24 de junio, cuando se confirmarán las candidaturas a presidente. Durante ese lapso, la política pondrá a prueba la muy frágil situación económica.
Para los analistas, la tensión financiera es exasperante, con una brecha cambiaria en un piso de 100%, el Banco Central (BCRA) sin reservas e incertidumbre acerca del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En este contexto, los agentes que toman decisiones de negocios miran con preocupación las declaraciones y gestos de los políticos, que parecen asintomáticos de la realidad económica.
En los próximos días, el mercado financiero espera despejar dos incertidumbres: saber si el ministro de Economía, Sergio Massa, será candidato a presidente, y ver avances concretos con el FMI, la única luz de esperanza que podría aportar dinero fresco al Gobierno, según creen los analistas. Pese a la buena voluntad que puedan ofrecer China, Brasil y México, el mercado solo confía en que el “Plan llegar” pueda sobrevivir gracias al apoyo del Fondo.
Entre los analistas económicos hay una grieta acerca de las expectativas de cortísimo plazo. Algunos aseguran que el FMI pedirá a cambio de ofrecer dinero fresco mayor ajuste fiscal y un salto del tipo de cambio oficial, que llevará el dólar mayorista de los actuales $236 a $300 (devaluación del 21%). A cambio, el Fondo podría poner a disposición alrededor de US$2000 millones de libre disponibilidad para que la entidad monetaria utilice a discreción para controlar la brecha cambiaria, con un monto tope que podría usar por mes (¿US$500 millones?).
Otros economistas creen que esa devaluación brusca es impracticable sin un programa económico ni credibilidad política, ya que aceleraría aún más la inflación hasta niveles inimaginables y no garantizaría un alivio en las reservas del Banco Central. Por lo tanto, creen que el camino hasta octubre se centrará en mayores restricciones a las importaciones y trabas a la dolarización de carteras vía el mercado financiero.
Todos los analistas y agentes económicos, sin embargo, coinciden en un pronóstico: la caída de la actividad económica este será la peor de los últimos 10 años, solo superada por la recesión generada por la pandemia, y el ajuste seguirá siendo mayor sobre los estratos sociales más bajos, cuyos ingresos informales pierden ampliamente contra la inflación.
El banco de inversión Barclay’s, por caso, acaba de ajustar su estimación de una caída de 2,5% del PBI a una del 4% para este año. Según explica, esperan una reducción mayor a la estimada de la producción agrícola por la sequía, una contracción más fuerte de las importaciones y una profundización de la situación financiera. “A pesar de una actividad económica mejora de la esperada en los primeros meses del año, esperamos una fuerte contracción secuencial en el PBI en el segundo trimestre. Con las reservas netas cercanas a cero, y dada la situación cambiaria, la inflación y las tasas de interés, los riesgos de que haya escenarios disruptivos son cada vez mayores: espiral inflacionaria, una corrida de depósitos en moneda extranjera o un salto en el nivel del tipo de cambio. Son escenarios que ya no se pueden descartar”, dice el banco británico.
La sequía no solo impidió que ingresen al país alrededor de US$20.000 millones –para tomar dimensión, las reservas totales del BCRA son US$32.963 millones–, sino que impactó de lleno en los ingresos por recaudación del fisco. Esto generó que, pese a que en el primer cuatrimestre del año electoral, el gasto real cayó 7% (descontada la inflación), el déficit primario (la diferencia entre gastos e ingresos) aumentó 84% real, según datos de la consultora LCG.
En concreto, en el primer cuatrimestre, se acumuló un déficit primario de $1 billón, equivalente al 0,6% PBI, el doble del año de pasado, según datos del economista Fernando Marull. “Esperamos un déficit primario en 2023 de 3,5% PBI, lejos del 1,9% acordado con el FMI, y lo es sin suponer un “plan platita” electoral (con chances más altas post posible derrota en las PASO)”, dijo en su último informe.
La consecuencia de este déficit más amplio es que el Tesoro tiene una necesidad mayor de recurrir a la emisión monetaria del Banco Central para cubrir sus gastos, lo que le establece un piso alto a la inflación. Solo en lo que va de mayo, la entidad monetaria transfirió por adelantos transitorios $440.000 millones. En este sentido, la consultora 1816 pronostica que la inflación de 8,4% del abril no será el pico del año. “Si hace cuatro o cinco meses planteábamos que el mejor escenario para este año era uno con inflación de 100%, hoy creemos que el escenario ‘bueno’ es uno con inflación de 150%”, indicó en su último informe.
Fechas claves
Este miércoles finalizará el esquema de dólar soja, que le garantiza a los productores un tipo de cambio de $300. Previo al lanzamiento del programa, el 12 de abril, el Ministerio de Economía proyectó que se iban a liquidar US$5000 millones. Sin embargo, con solo tres días por delante, el ingreso de divisas fue de US$3500 millones, según los propios datos del Banco Central. Si bien en el Gobierno negaron que vaya a haber una extensión del programa, en el mercado esperan una cuarta edición con mejores condiciones cambiarias.
“Una renegociación del dólar especial de exportación podría contribuir a recomponer reservas en el corto plazo, aunque creemos que el impacto sería acotado (dada la menor disponibilidad de saldos exportables) y con un alto costo en términos de mayor emisión monetaria e impacto en precios. Asumiendo una liquidación para el año en torno a US$21.000 millones y un adelantamiento de la mitad de la liquidación prevista para los tres meses siguientes, un nuevo dólar soja ‘exitoso’ podría sumar US$3000 millones”, dijeron en la consultora Anker.
La siguiente fecha importante sería la del 12 de junio, cuando, según pudo saber LA NACION, el equipo económico de Sergio Massa quiere tener cerrado el nuevo acuerdo con el organismo que conduce Kristalina Georgieva. Dos días después, el Indec dará a conocer el dato de inflación de mayo (se espera un piso de 9% mensual), que coincidirá con la fecha límite para inscribir las alianzas electorales entre partidos.
“Esta crisis, a diferencia de la de 2001, no es de actividad, sino de nominalidad [inflación]. En 2022, se recuperó el mismo nivel de actividad de 2017, pero el consumo de alimentos y bebidas de supermercados per cápita estuvo 15 puntos abajo. El ingreso real está 21 puntos debajo de 2017, pese a llegar a tener el mismo nivel de actividad. Los que perciben ingresos formales están 16 puntos por abajo, mientras que los informales están casi 40 abajo. Esto explica la tensión social. Hoy estamos en medio de un ajuste muy regresivo, que se hace sobre la base de la pirámide social. Y ahí está el votante del Gobierno. Para mí el mayor foco de tensión son las próximas cuatro semanas por la retroalimentación de la crisis económica y política en simultáneo. En el Frente de Todos ven que Massa es el candidato más competitivo, pero el ministro no tiene mucho para dar en lo económico, salvo que consiga los dólares”, concluyó Esteban Domecq, director de la consultora Invecq.
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