Mercosur. Para no romper el bloque, la Argentina aceptaría bajar aranceles para bienes que no se producen en el país
Por la presión de Brasil y Uruguay para intensificar el comercio con el mundo, la Argentina negociaría una merma en las tasas de productos que no se fabrican localmente; también se busca flexibilizar la imposibilidad de buscar acuerdos comerciales por fuera del bloque
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“¿Por qué comprar un cochecito de bebé cuesta el doble en Brasil que en otros países del mundo?”. Es una de las preguntas que Lucas Ferraz, secretario de Comercio Exterior brasileño, hace en su último libro junto a los economistas João Paulo Pessoa y Emanuel Ornelas. Detrás del interrogante, el Gobierno de Jair Bolsonaro -que vendrá el 26 de marzo al país para celebrar los 30 años del Mercosur- presiona para rebajar el arancel común y para ampliar el comercio fuera del bloque. Para no quebrar la relación, la Argentina aceptó negociar los aranceles para productos que no se hacen en el país.
Aunque aseguraron que no creen que una flexibilización sea la “modernización del bloque”, fuentes oficiales confirmaron a LA NACION que aceptarán el reclamo brasileño de una baja del arancel externo común (AEC), pero sólo para los productos no elaborados nacionalmente. “Eso podría incluso beneficiar a las pymes locales para acceder a productos a mejores precios”, contaron.
En el oficialismo dijeron que la lista de productos no elaborados presentada por el Gobierno -de la que no hubo precisiones sobre la cantidad- es de máxima y que demuestra la voluntad de fortalecer la unión regional. En Brasil dicen que ese esbozo de propuesta ya fue circulado entre los países miembros. Prevé una reducción del arancel de un 22% a 23% (del 13% promedio actual a 9,2%). Más allá de eso, el foco de la negociación en Buenos Aires será la flexibilización de la imposibilidad actual de negociar acuerdos comerciales por fuera del Mercosur, cuestión en la que también habría avances.
Tanto en Brasil como en Uruguay ven pragmatismo, pero sienten que volverán las dos velocidades al Mercosur. Tanto que las tratativas del bloque por acuerdos comerciales con Canadá, Corea del Sur, Indonesia, Vietnam y Gran Bretaña (post Brexit) son empujadas solo por Brasil y de Uruguay.
Sin embargo, la ideologización inicial de la relación con Brasil dio paso en las últimas semanas a un trabajo más pragmático. En ese camino, la Argentina, que tiene por el semestre la presidencia pro témpore del bloque, habilitó cuatro reuniones técnicas para trabajar con sus pares sobre el arancel común.
Nuevo pragmatismo
Del otro lado de la frontera, también se siente el aire de cambio. Daniel Scioli, por caso, fue uno de los que festejó como un triunfo propio las declaraciones de Bolsonaro en las que apoyó la negociación argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que llegaron tras una reunión del embajador con el mandatario. Bolsonaro dijo que está “haciendo fuerza” para que sean exitosas. “Todos sabemos que el Covid-19 causó dificultades económicas en todo el mundo. Hacemos fuerza para que la Argentina tenga éxito en las negociaciones con el FMI, porque la situación financiera de la Argentina es bastante complicada”, dijo.
La posición argentina se funda además en un problema a futuro con miras al Viejo Continente. En el oficialismo creen si se tensionan más las relaciones con Brasil, Bolsonaro avanzaría individualmente -el acuerdo lo permite- en la apertura de su mercado con la Unión Europea. Francia, por ahora, frena el acuerdo usando la falta de protección del Amazonas como justificación. En el Gobierno creen que los europeos ganan tiempo para aprobar un paquete de “normar verdes” que dificultarán el acceso de los productos locales a esas regiones. “Hoy no se ve un limón Argentino en Europa”, se quejaron. Sin embargo, los técnicos que responden a Alberto Fernández aseguraron que impulsarán “la agenda de reformas estructurales” y que ingresarán al acuerdo UE-Mercosur firmado por Mauricio Macri, pese a que no les gusta perder la exclusividad del mercado brasileño, el más importante para las exportaciones locales.
Como con el FMI, en el Gobierno no se guardan las críticas a Macri sobre el acuerdo comercial con Europa. Para eso citaron al canciller uruguayo Francisco Bustillo que manifestó en una comisión con legisladores de su país que el acuerdo con la Unión Europea no está cerrado al 100% y señaló que el anuncio del cierre se hizo debido a la urgencia que tenía el gobierno argentino de Macri para mostrar este logro antes de las elecciones presidenciales 2019, que finalmente terminó perdiendo.
Bolsonaro buscará apurar la agenda de apertura comercial. Es uno de los principios de Paulo Guedes, el ministro de Economía (últimamente dejado de lado), pero también una necesidad oficialista de diferenciación con los gobiernos proteccionistas de la región camino a las elecciones brasileñas en 2022.
La mirada brasileña
En una entrevista que hizo O’Globo a Ferraz por su nuevo libro, el funcionario advirtió que apuntan a cambios en el Mercosur -caracterizado como “una camisa de fuerza”- para romper el aislamiento. “La unión aduanera imperfecta en que se convirtió el Mercosur es el mayor obstáculo para romper el aislamiento brasileño”, afirmó el secretario de Comercio. Además del arancel común, que Brasil busca llevar a la mitad (hoy es, en promedio, del 13% para la mayoría de los productos), Ferraz dijo que quiere flexibilizar la normativa que impide negociaciones particulares con otros países fuera del bloque (el año pasado se cerró con EE.UU. un acuerdo de facilidades que fue interpretado como la previa a un tratado de libre comercio) al igual que las obligaciones de integración regional para los productos comercializados. El porcentaje de países del mundo con el que comercio Brasil llega al 12%. La idea del gobierno de Bolsonaro es que al terminar su mandato esa tasa termine duplicándose.
El mes pasado, en su primera salida oficial a otro país, el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, visitó a Bolsonaro. “Pertenecemos al Mercosur, vamos a cumplir 30 años de esta asociación y como toda asociación hay que reverla y mirarla, y el próximo paso en este mundo moderno es el de la flexibilización, para que cada país, aún perteneciendo, pueda avanzar”, dijo, luego de un almuerzo con su par brasileño en el Palacio de la Alvorada, en Brasilia, del que participaron Bustillo, y el canciller brasileño, Ernesto Araújo.
La buena sintonía es hija de los intereses comerciales de economías en problemas. Días antes de que Bolsonaro anunciara su visita al país, Araújo dijo que había conversaciones avanzadas con todos los países para flexibilizar la decisión 32/2000, la posibilidad de negociar acuerdos comerciales por fuera del Mercosur, algo que abriría el mercado brasileño a otros productos industriales -chinos- más allá de los argentinos. Este es el objetivo que buscará negociar Bolsonaro con Alberto Fernández a fines de mes.
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