Mercados financieros: decisiones y racionalizaciones
No es fácil pronosticar una recesión, por más alarmas que encienda el aumento de la tasa de desocupación
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De Oriente llegaron en el pasado los Reyes Magos y, en el presente, cada 365 días, el Año Nuevo y, cada tanto, un colapso bursátil. Dejemos el primer caso para los historiadores y concentrémonos en la actualidad.
Quienes vivimos en el continente americano, desde la tardecita de cada 31 de diciembre observamos la “llegada” del Año Nuevo a Beijing, Nueva Dehli y París, antes de su arribo a nuestras costas. Algo parecido ocurre cuando algún evento impacta negativamente sobre el Nikkei, el más conocido índice bursátil de Japón; los analistas y los periodistas recorren de este a oeste diferentes bolsas, para registrar el probable efecto contagio.
Esto fue lo que ocurrió el lunes pasado, cuando –en números redondos– el Nikkei bajó 10%; fenómeno que, aunque con intensidad variable, se replicó en las bolsas de todo el mundo.
El evento fue aprovechado para preguntar “¿cómo es posible que los analistas no lo hayan previsto’”, aventurar que se estaba delante de “un día histórico”, y señalar que en la Argentina el impacto fue menor porque la economía está aislada de los mercados financieros internacionales. Faltó decir “¡Viva la autarquía, c-r-jo!”.
El martes, el Nikkei subió 10%, descolocando a los sabiondos que, teorizando a partir de una sola observación, se dejaron llevar por el entusiasmo.
No soy experto financiero, pero algo sé de macroeconomía y, sobre todo, aprendí a distinguir entre explicaciones causales y racionalizaciones, esto es, explicaciones congruentes con los hechos, que pueden ser ciertas o no. Lo que ocurrió el lunes pasado, por más de uno fue explicado por los “indicadores de recesión” en Estados Unidos, más la terquedad del presidente de la Fed, para reducir la tasa de interés que maneja, en 0,25 de punto porcentual, a nivel anual.
La historia aporta. Desde 1982, cuando se produjo el frenazo monetarista de Paul Volcker, el PBI real de Estados Unidos sólo se contrajo en dos años: 2009 (crisis subprime) y 2020 (Covid). No es fácil pronosticar una recesión, por más alarmas que encienda el aumento de la tasa de desocupación, que de algo menos de 4% subió a 4,3%, y encima con aumento de la oferta laboral, como proporción de la población económicamente activa.
La Fed había pasado para septiembre de 2024 la homeopática reducción de la tasa de interés que maneja. ¿Adelantará la decisión para neutralizar la presión que está recibiendo? Es decir, ¿se “argentinizará”?
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