Menem propone como salida que el Mercosur se dolarice
El Gobierno disimuló su preocupación y reflotó la idea de la moneda única.
El Gobierno logró unificar el discurso ayer y simuló mantener la calma frente a la crisis económica que atraviesa Brasil: como eje discursivo, oficialmente se pretendió instalar la propuesta de dolarizar la economía, como lo está la argentina, mientras los inversores internacionales sólo centraban su atención en el vecino país.
Incluso, el jefe del Estado propuso imponer como moneda única en el continente americano al dólar. "Son muy pocos los que pueden estar en contra", estimó, para concluir: "Tenemos que marchar rápidamente a una moneda única".
Esa iniciativa fue barajada en la última reunión de gabinete, realizada anteayer en la residencia de Olivos, luego de que el Presidente y su comitiva regresaron de los Estados Unidos. En ese sentido, la mayoría de los funcionarios se esforzó ayer en proclamar la medida, con excepción del ministro de Economía, Roque Fernández, que evitó dar su respaldo total a la idea expresada por el Presidente y exhortó, entonces, a "quitarle espectacularidad" al anuncio.
"Con la moneda única se beneficia la gente", consideró el Presidente, para luego asegurar, en una entrevista concedida en Punta del Este a un periodista de Crónica TV, que el signo monetario argentino "es uno de los más fuertes del mundo". Y remató: "Un peso, un dólar".
Además, el jefe del Estado justificó sus palabras al asegurar que, de hecho, la economía argentina tiene dos signos monetarios y quiso transmitir tranquilidad. "Que se queden tranquilos los argentinos, mientras nosotros estemos en el Gobierno no habrá variación del tipo de cambio", reiteró. "Aquellos que quieran convertir los dólares en pesos o los pesos en dólares no van a tener ningún problema", dijo.
Respaldo oficial
Desde Nueva York, Miguel Kiguel, jefe de asesores del ministro Fernández, comentó telefónicamente a La Nación que la propuesta "se analiza en forma académica dentro del equipo económico, donde se llegó a la conclusión de que el mundo está encaminándose hacia tres grandes monedas: el yen, el euro y el dólar. América latina está en la zona del dólar".
A su vez, el viceministro de Economía, Pablo Guidotti, dijo desde Cariló, también en diálogo telefónico con La Nación , que "la idea se estudia pero no para el corto plazo" y que "se instrumentaría como una profundización de la convertibilidad y no implica abandonarla".
En este sentido, adelantó que se reunirá con el Departamento del Tesoro y con el presidente del Banco Central, Pedro Pou, para organizar "un equipo de trabajo en conjunto", al tiempo que aseguró que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) "tomará el tema para hacer su propio estudio".
Públicamente, el Presidente afirmó que hace más de un año le dio directivas en ese sentido al secretario de Planeamiento Estratégico, Jorge Castro, de la misma forma que ahora, dijo, se las dio a Fernández, con quien ayer se reunió durante más de una hora y media en la residencia de Olivos, apenas regresó de Punta del Este, junto con el secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan.
Allí, los tres funcionarios volvieron a hablar de la propuesta de dolarización de la economía. "De hecho, estamos dolarizados", resumió Kohan, al relatar a La Nación detalles del encuentro solicitado por el Presidente. Ajuicio del funcionario, "el sistema financiero prefiere prestar en dólares y no en pesos".
En sintonía con sus colegas de gabinete, el ministro de Trabajo, Antonio Erman González, dio su apoyo público a la iniciativa presidencial y expresó sus esperanzas de que la crisis brasileña no aumente el índice de desocupación en la Argentina. "La dolarización tiene pasos graduales y muy importantes que hay que estudiar", advirtió.
Por su parte, el ministro del Interior, Carlos Corach, se encargó de reafirmar "la continuidad de la convertibilidad" y aclaró que "no está en peligro ningún índice" en la Argentina.
Rechazo opositor
Abel Viglione, economista de FIEL, sostuvo que la propuesta "perjudicará al sector público nacional y provincial", al hacer "depender" la moneda de la Reserva Federal norteamericana.
El economista de Indupa Manuel Solanet coincidió con el diputado Domingo Cavallo en que la dolarización ya es admitida por la ley de convertibilidad y advirtió que la propuesta oficial puede generar incertidumbre hacia los mercados. "Roque Fernández tiene que exponer con claridad cómo funciona esto para que ningún analista, ni operador internacional, sospeche que la Argentina puede acompañar una devaluación", dijo.
Por otra parte, Arnaldo Bocco dijo: "No me parece viable la idea de dolarizar la economía regional, ya que implicaría un consenso de políticas macroeconómicas muy difícil de alcanzar por un largo plazo".
"Brasil necesita ayuda"
"Fernando Henrique Cardoso carece de la visión abierta que le ha permitido a Carlos Menem salvar a la Argentina." La afirmación que el economista norteamericano Rudiger Dornbusch escribió ayer en la portada del diario italiano Corriere della Sera fue casi el reflejo de lo que sintió el Presidente desde que la crisis económica en Brasil le devolvió el protagonismo político y arrojó elogios al plan de convertibilidad que puso en marcha el Gobierno, allá por 1991.
Estar en el centro de la escena es lo que más le gusta al Presidente. Sin dudarlo, Menem aprovechó cada oportunidad para recomendar públicamente dolarizar toda la economía del Mercosur. Incluso, alentado por los elogios que recogió en diversos medios de Occidente, afirmó que "la moneda argentina es una de las más fuertes del mundo". Con esto, buscó poner en primer plano uno de los éxitos de su gobierno: acabar con la hiperinflación que heredó de la gestión de Raúl Alfonsín, una situación que ayer volvió a destacar, e instrumentar el plan de convertibilidad, de la mano del ex ministro Domingo Cavallo.
La opinión de Dornbusch fue repetida una y otra vez por los funcionarios de la Casa de Gobierno (de lo que se informa por separado), en una pretensión de diferenciar a Menem de Cardoso y destacar el rumbo económico de la Argentina.
"Brasil es un gran país con un gran presidente, que tiene que ser ayudado". Con esta frase, Menem marcó la diferencia entre su gobierno y el brasileño.