Matías Woloski: "Hay un potencial enorme de empresas que tienen un valor real y cambian el mundo, pero acá no lo estamos aprovechando"
La Argentina del corto plazo -la más visible- que vive pendiente del valor del dólar de cada día y las próximas elecciones contrasta con la otra, la que, muchas veces en segundo plano, avanza silenciosa y a pesar de la coyuntura. En ese submundo se mueve la gente que hace, los que no se quejan de la realidad (aunque la sufren) y emprenden. En ese espacio habita Matías Woloski, CTO y cofundador -junto a Eugenio Pace- de Auth0, una empresa argentina que provee una plataforma de autenticación y autorización (se usa al momento de registrarse) para aplicaciones web, móviles y legales. Las últimas semanas la empresa debió abandonar el bajo perfil cuando las luces del mundo de los negocios se posaron sobre un dato: se convirtió en un nuevo "unicornio" argentino, al llegar a los US$1000 millones de valuación, tras una ronda de inversión en Estados Unidos en la que consiguió US$103 millones. Se sumó así a la liga de referentes como Mercado Libre, Despegar, OLX y Globant.
La última ronda fue liderada por Sapphire Ventures con la participación de K9 Ventures y Telstra Ventures, entre otros. Desde su fundación, en 2013, la compañía lleva recaudados US$210 millones.
Así, tras duplicar su valor y sumarse a las grandes ligas del mundo techie, Auth0 tiene la expectativa de seguir creciendo en clientes (actualmente tiene 7000 corporativos) y continuar duplicando año a año la facturación, con oficinas en Japón, Londres, Sídney y la Argentina.
-¿Cómo fue el camino para llegar a la categoría de unicornio?
-Es un viaje largo. A veces lo comparo con una montaña rusa emocional, porque se pasa por muchos estados anímicos. Pero, hoy, diría que estoy en ese momento de la montaña rusa cuando te estás por bajar y tenés toda la adrenalina. Porque es una validación importante haber llegado a ser un unicornio. A mí no me encanta la palabra, pero es la que a la gente le gusta usar.
-Tras estudiar en la ORT y después seguir Ingeniería en la UBA, ¿cómo llega un argentino a Silicon Valley?
-Empecé a trabajar con Microsoft y así fue como conocí al otro fundador de la empresa, Eugenio Pace, en 2003-2004. Yo estaba en la facultad y con un amigo arrancamos una empresa en la que empezamos a hablar con Eugenio, que trabajaba acá en la Argentina, pero se fue a vivir a Estados Unidos. Nosotros vimos la oportunidad de empezar a hacer una compañía que trabaje con Microsoft, como Globant lo hace con Google. A partir de ahí comencé a trabajar con Microsoft en varios proyectos, muchos de ellos con Eugenio. Así fue como lo conocí mucho más y empecé a hacer proyectos más interesantes. Uno de ellos fue escribir un libro relacionado con autenticación, en 2010. Llegar a Silicon Valley no es tan simple como parece, es una historia un poquito más extensa.
-¿Es una historia de éxitos, pero también de fracasos?
-Sí. Primero, porque no sabíamos nada de Silicon Valley. No es que uno se levanta un día y dice 'vamos a hacer una startup, vamos a levantar plata, tomemos un avión a San Francisco'. No. Hay un mito de ese San Francisco que está lejos de ser la realidad. De hecho, fuimos a Silicon Valley un año después de haber arrancado, en 2013, y no nos dieron ni bola. Fuimos a tocar puertas, incluso teniendo algunos clientes y un pequeño equipo. Es un largo camino llegar a que te presten atención fondos importantes de Silicon Valley.
-¿Cuál es el core de Auth0?
-Nosotros, para ponerlo en concreto, proveemos la famosa "cajita de login", porque cualquier aplicación que tenga algún tipo de valor necesita que el usuario esté autenticado. Esa funcionalidad que parece simple es la punta de un iceberg, porque debajo hay una complejidad grande. Uno de los problemas actuales más comunes, y una de las razones por las que cuando arrancamos tuvo sentido, es que empezó a haber muchos eventos en los que un hacker logra extraer una lista de usuarios y passwords de sitios que no tuvieron el recaudo de protegerlos de forma correcta. Pasó en 2011 con Sony PlayStation Network: millones de usuarios y passwords de gente que jugaba con la consola fueron expuestos. Y ese fue uno de los tantos casos que hubo. Hoy, hay 2000 millones de usuarios y contraseñas que cualquier hacker con un mínimo conocimiento puede encontrar y obtenerlos, extraerlos y empezar a probar en muchos sitios.
-Y la empresa evita eso...
-Nosotros proveemos esa funcionalidad para proteger a los usuarios y a las empresas de ese riesgo. Es decir, guardar los passwords de forma correcta y proveer un login unificado para todos los sitios que se usan. Por ejemplo, sucede con Google: uno entra a Gmail y a Calendar y no se loguea cada vez que entra; solo lo hace una vez.
-¿Cómo se les ocurrió especializarse concretamente en esto?
-Volviendo un poco a la historia, en 2010 escribimos un libro con Eugenio, en el que nos metimos de lleno en esta problemática. Estaba cambiando el mundo, apareció la nube, surgieron los teléfonos, y de repente un empleado quiere entrar en un sistema que está dentro de la empresa, que antes vos estabas metido en la LAN y accedías a los sistemas, estaba todo dentro del firewall [es una parte de un sistema o una red que está diseñada para bloquear el acceso no autorizado]. Ese firewall se empezó a hacer indistinguible, entre la nube, las aplicaciones que corren en la nube y los teléfonos que están fuera de la red, y uno quiere acceder al sistema. Las empresas empezaron a tener más problemas. Entonces, ¿cómo protegemos a los usuarios y cómo hacemos para que accedan a las cosas que necesitan? Todo ese contexto se dio en 2008-2009 y nosotros empezamos a analizar ese problema. Mi socio estaba en Microsoft y escribimos una guía -está en Amazon y se puede comprar- donde analizamos el problema, y esta es una forma de solucionar el problema de la mejor manera. Así fue como escribimos una versión, después hicimos otra, y nos metimos de lleno. Somos los dos ingenieros y todo este tema tiene eso de atractivo, porque hay mucho de criptografía, es como resolver un rompecabezas y hay protocolos; no es simplemente hacer una aplicación, estás resolviendo un problema de infraestructura.
-Pero lo interesante es que de un libro, que tal vez es la versión más analógica, crearon una empresa de US$1000 millones. ¿Qué implica y qué mitos se crean de cuánto vale una compañía?
-Sí, y ese es un camino larguísimo. Este es nuestro séptimo año. Cuando arrancás, el objetivo no es crear una empresa de US$1000 millones, porque no sabés si vas a sobrevivir el año que siguiente.
-De hecho, ocho de cada 10 startups fracasan... como para desmitificar la idea de que el éxito es tan fácil conseguir...
-Por eso digo que el camino es una montaña rusa. Creo que hay algunas cosas que hacen que uno pueda ir navegando esa montaña rusa. Una es tener buen timing. El producto que creamos, si lo hubiésemos hecho cuatro años antes, no habría tenido la atracción suficiente, porque la gente no habría entendido el problema que resolvía. Si lo hubiésemos creado dos o tres años después, alguien más ya lo habría hecho. El timing es importante... y tener el coraje de empezar algo. Y vuelvo al tema de tener una red de contención, tener un equipo: haber conocido a Eugenio y haber trabajado con él durante ocho años fue muy importante para mí, para decir voy a encarar algo que es tan importante como una empresa con alguien que conozco, que sé cómo trabaja. Después, en el camino se van dando un montón de cosas que son obstáculos, que uno los va pasando. En nuestro caso, al ser un problema global, porque toda aplicación en el mundo necesita de esta funcionalidad en cualquier país y en cualquier industria, para los inversores el potencial de eso es muy grande.
-¿Cuánto pesó y cuánto ayudó el hecho de ser argentinos?
-La verdad es que no nos perjudicó en ningún momento. Creo que nos ayudó. Los argentinos tenemos ese sexto sentido de la supervivencia y eso de lograr algo y mostrar resultados con lo poco que tenés. También tenemos la virtud de saber cómo salir del paso. Creo que eso nos ayudó. Hay muchos otros emprendedores que tienen esas cualidades. En la Argentina, en particular, eso lo mamás de alguna manera, buscando la forma de sobrevivir.
-¿Cómo se imagina el futuro?
-El futuro al que queremos impactar es un futuro en donde internet es más segura. ¿Qué quiere decir esto? Por ejemplo, vos entrás a tu home banking y tenés que poner la contraseña cada vez que entrás; imaginate que fuera al revés, que la ponés una sola vez, como pasa en tu teléfono, lo mismo en todos los dispositivos, y que los usuarios no tengan que aprenderse un montón de passwords, como ahora. Nosotros tenemos la posibilidad de cambiar eso dándoles a los programadores la infraestructura necesaria.
-¿Qué es para usted el futuro?
-No soy de pensar en el futuro, soy más del día a día, pero creo que el futuro es lo que creamos todos nosotros. Generalmente, las personas que crean, los emprendedores, son los que hacen ese futuro, y a mí me gusta pensar que yo ayudo a crear ese futuro, un futuro con menos passwords y con una internet más segura.
-¿Cuánto se necesita de los emprendedores para construir el futuro del país?
-Creo que son un gran agente de cambio; se ve en Silicon Valley. Hoy tomás un taxi o alquilás un lugar para quedarte desde el teléfono. Esas experiencias están cambiando gracia a los emprendedores que creen que hay un futuro mejor, más fácil, con menos fricción, donde la gente se conecta una con la otra. Así que creo que definitivamente los emprendedores son los agentes de cambio para crear ese futuro.
-¿Cómo ve a la Argentina hoy y cómo cree que debería proyectarse frente a lo que viene?
-Hoy no la veo bien. Todos saben que no estamos pasando por un buen momento. Hace unos días tuve una conversación con el Presidente. Me llamó y le dije que la realidad es que nosotros tenemos un potencial gigante en lo que es la industria del conocimiento, pero seguimos apostando al modelo viejo, que también tiene su valor, pero acá hay un valor mucho más grande, de empresas cuya valuación es astronómica, que crean valor real y que cambian el mundo. Tenemos ese potencial acá y no lo estamos aprovechando como deberíamos. Ojalá que los gobiernos que vengan se den cuenta de eso. Este gobierno lo ve, pero todavía no lo estamos aprovechando como podríamos hacerlo.
-¿Y qué respondió?
-"Estamos trabajando en eso".
-¿En la industria del conocimiento?
-Sí, me comentó sobre la ley de la economía del conocimiento [sancionada el miércoles 22 de mayo, luego de ser aprobada en el Senado por unanimidad]. Creo que ven eso, pero obviamente hay una agenda gigante; hay muchos problemas de base y esto no se resuelve con un solo gobierno. Hace poco leía sobre una empresa en Estados Unidos que cambió el modelo de estudio al hacer un acuerdo para compartir el salario: en vez de que vos pagues por tu facultad, ellos te toman gratis si vos durante un año aprendés básicamente cómo ser programador. Y, después, las posibilidades de que te tomen son altísimas, porque vas con los conocimientos que necesita la industria; te toman y pagás el 20% de tu sueldo a esta escuela. Esos modelos cambian la forma de acceder a ese potencial, que es el talento, y que en la Argentina está porque se ve; de lo contrario, no habría buenos programadores. Es clave hacer más de eso y tener esa masa crítica que se necesita, que es lo que hizo la India.
-Si tuviera que hacer tres propuestas para la Argentina del futuro, ¿cuáles serían?
-Definitivamente, trabajar en educación e introducir programación desde la primaria es algo que plantearía como mandatorio. En segundo lugar, creo que el apoyo del ecosistema es clave, porque le falta mucho para crecer. Hay que buscar la manera de que las empresas puedan tener más subsidios. Hoy, solo se llega a la ronda semilla, que ayuda a dar el primer pasito, pero después tenés que buscar financiamiento afuera. Hay países, como Israel, donde acompañan a las empresas todo el camino; es un modelo a seguir. Como Waze, que fue 100% generada en Israel y bancada y financiada por ese país. De nuevo, está la oportunidad, pero no tenemos las herramientas como emprendedores.
-Le falta una propuesta...
-La tercera es quizá que los gobiernos sean consecuentes con esos programas que son a largo plazo. No sé cómo se propone. Pero hay un pedido de liderazgo y los emprendedores somos parte de eso. Por eso, me gusta ser parte de Endeavor, porque es una forma de influenciar ese liderazgo que tiene que cruzar los períodos de gobierno.
-Cuando ve su historia, ¿qué cree que hizo que su empresa sea una de las dos cada 10 que llegan?
-Nosotros hicimos algo al principio que nos ayudó: contratar una CEO. Ni Eugenio ni yo sabíamos cómo se armaba una empresa de este estilo, ni cómo era levantar rondas de inversiones. Creo que eso nos ayudó mucho. Tener la capacidad de decir "yo no sé todo" fue importante para pasar ese primer año. Logramos vivir de nuestros propios recursos, teniendo un par de clientes, y eso nos ayudó a decir "bueno, acá hay una oportunidad, vamos a levantar financiamiento, porque hay que ir más rápido". Y poder ir dándonos cuenta de eso. Después es un camino de validación tras validación. Luego, cuando encontraste que hay un mercado para tu producto, se trata de escalar la compañía; ese es otro set de desafíos que requiere generar ventas. Son muchas cosas que hacen que seamos ese dos de 10.
* Woloski estudió en la ORT, donde se especializó en informática, y luego cursó Ingeniería en Informática en la UBA
Tres propuestas
- Trabajar en educación. Introducir programación desde la primaria debería ser mandatorio
- Apoyar al ecosistema. Hay que buscar la manera de que las empresas puedan tener más subsidios. Hoy solo se llega a la ronda semilla, que te ayuda a dar el primer paso, pero después tenés que buscar financiamiento afuera. Israel es un modelo a seguir
- Largo plazo. Que los gobiernos sean consecuentes con los programas a largo plazo. Es un llamado al liderazgo y los emprendedores somos parte de eso: debemos influenciar ese liderazgo que tiene que cruzar los períodos de gobierno
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