Más subsidios y menos dólares: los números que explican la incertidumbre en el mercado financiero, que desató la disparada de los tipos de cambio paralelos
En el primer semestre, las transferencia para la energía se duplicaron en la comparación interanual ($711.000 millones vs $348.000 millones) y las importaciones casi se triplicaron (US$6609 millones vs US$2281 millones); los gastos del Estado crecieron al 14% real y los ingresos, solo 7%
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El primer semestre finalizó con las cuentas del Estado en una situación peor a la esperada por los agentes de mercado. Esto explica parte de la incertidumbre que se desató en los mercados financieros acerca de cómo hará el Gobierno para reducir el gasto y fortalecer el ingreso de dólares en la segunda parte del año, y que se reflejó en la disparada de los tipos de cambios paralelos.
En concreto, el gasto del Estado creció 14% real (descontada la inflación) en la primera parte del año, mientras que los ingresos aumentaron la mitad, 7%, según datos de la consultora LCG. El déficit primario (sin contar los intereses de la deuda) creció 135% en el primer semestre y finalizó en un punto del producto (1% del PBI). Es decir, pese a que el Gobierno se comprometió a reducir el gasto, la dinámica que mostró en la primera parte del año muestra todo lo contrario.
Dentro de este panorama, el sector energético jugó un rol importante en lo que se refiere a los subsidios y a las importaciones, que impactaron de lleno en las cuentas fiscales y en la acumulación de reservas del Banco Central.
En detalle, los subsidios energéticos demandaron $710.926,6 millones por parte del Estado en el primer semestre, más del doble que el mismo periodo del año pasado, cuando representaron $347.908,7 millones, según los datos oficiales del Ministerio de Economía. Es decir, aumentaron 104%. Si se quiere ir más atrás en el tiempo: solo en la primera parte del año se gastó lo mismo que en todo 2020 ($492.337,4 millones).
Si bien el Gobierno impulsó la segmentación de tarifas para que el 10% de la población con mayor poder adquisitivo pague el costo pleno de la energía, el diseño de la segmentación implica que el 90% restante de los usuarios tenga aumentos de tarifas siempre por debajo de la inflación. En la práctica, esto implica que, en términos reales, los consumidores cada vez pagan menos por el gas y la electricidad, mientras que el Tesoro debe aportar cada vez más transferencias.
Por ejemplo, este año, los beneficiarios de tarifa social tuvieron aumentos del 21% –que es el tope establecido en base al 40% del coeficiente de variación salarial (CVS) del año pasado–, mientras que al resto de los usuarios se les incrementó 42% –en este caso, la referencia es el 80% del CVS del año anterior–. Sin embargo, las consultoras privadas proyectan una inflación anual mayor al 80%.
En el Gobierno, sin embargo, señalan que el aumento en los subsidios no se debe al atraso de las tarifas, sino al incremento de los costos internacionales del gas, que este año se dispararon producto de la invasión de Rusia a Ucrania y de la salida de la pandemia.
Para este año, se espera que los subsidios a la energía representen US$14.000 millones (2,4% del PBI), lo que implicaría una suba con relación a los US$11.000 millones (2,3% de PBI) de 2021.
Sin dólares
El aumento internacional de los precios del gas y el gasoil pegó de lleno en las reservas del Banco Central, que no pudo aprovechar la suba en igual proporción de las cotizaciones de las commodities. De hecho, en lo que va del mes, la entidad monetaria vendió casi US$1000 millones en el mercado cambiario, más de lo que había comprado en todo junio. Miguel Pesce, presidente del BCRA, indicó que en agosto, las importaciones de energía disminuirán de los US$2000 millones mensuales de junio y julio (mayor demanda por las bajas temperaturas) a alrededor de US$800 millones.
En concreto, en el primer semestre, la Argentina importó US$6609 millones de combustibles y lubricantes, cuando en el mismo periodo del año pasado, había importado US$2281 millones. Esto implica un aumento de 190%, según el último informe de intercambio comercial argentino (ICA) del Indec.
En el mes de junio, en particular, las importaciones de energía alcanzaron los US$1953 millones, de los cuales, el gasoil representó US$719 millones; los buques de gas natural licuado (GNL), US$662 millones; el gas de Bolivia, US$198 millones, y el fueloil, US$97 millones. Los principales países proveedores fueron Estados Unidos, India, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Países Bajos.
“Entre las importaciones, se distinguieron particularmente las compras de combustibles y lubricantes elaborados, que reflejaron la mayor variación e incremento en valores absolutos de todos los subrubros (1.047 millones de dólares). Este ascenso, que se debió a una suba de 118,9% en los precios y de 19,6% en las cantidades, contribuyó directamente a impulsar el valor de las importaciones a valores récords”, dice el informe del Indec.
La semana pasada, la empresa estatal Energía Argentina (Enarsa), encargada de las compras de GNL, dio de baja una licitación para adquirir cuatro cargamentos, luego de que se le ofrecieran valores de más de US$50 el millón de BTU (medida inglesa que se utiliza en el sector). Ese precio implicaba que cada buque de GNL que llega al puerto de Escobar costara US$100 millones.
El año pasado, la Argentina pagó el GNL a US$8,5 el millón de BTU en promedio por los 57 buques que adquirió, que le costaron en total US$1100 millones (alrededor de US$18 millones cada uno). Este año, la Argentina compró 41 buques, a un valor total de US$3000 millones, casi el triple que en 2021, pero con 16 cargamentos menos.
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