Más productores se alejan de la ganadería
En Córdoba, Benito Sánchez decidió pasar a la agricultura
Muy pronto no va a haber más vacas yendo de un lado a otro en el campo de Benito Sánchez. En el paisaje todas las hectáreas serán para la agricultura, con la soja y otros cultivos, que viene conquistando terreno, sin pausa. Después de 50 años como productor y una historia con la ganadería que comenzó a escribir de la mano de su padre, de 75 años, empezó a decirle adiós a su actividad como invernador de hacienda.
Un adiós que no fue fácil, pero que tiene sus razones. La constante intervención del Gobierno en el sector, los cambios en las reglas de juego y la preocupación por más medidas adversas lo llevaron a tomar ese rumbo. El atractivo de la agricultura, que, según él mismo destaca, en una hectárea deja un 100 por ciento más de ganancia que la ganadería, hizo el resto. La única puerta que queda apenas abierta para este rubro es algún negocio puntual en el futuro, pero no como venía ocurriendo hasta ahora, con las vacas en el mismo campo.
"La decisión está tomada; estamos dejando la ganadería a campo; se siguen cometiendo los mismos errores [por las medidas del Gobierno]", dijo ayer Sánchez a LA NACION desde Buchardo, una localidad de 2000 habitantes del sur cordobés, ubicada a 500 kilómetros de Buenos Aires. "Vamos al 100 por ciento [de la superficie] con agricultura", agregó. Así serán 1000 hectáreas.
No es el único que ha tomado una decisión de este tenor. En esa zona, que supo ser 80% ganadera y 20% agrícola, hoy esos porcentajes se invirtieron. Según un estudio de Daniel Rearte, especialista del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en los últimos 14 años la ganadería perdió once millones de hectáreas en la pampa húmeda. En 1988, 250.000 explotaciones tenían ganado bovino; hacia 2002 el número de establecimientos con la actividad bajó a 190.000. Las intervenciones del Gobierno en los últimos dos años, con cierre de exportaciones y precios máximos para la hacienda, han acelerado la fuga de productores a la agricultura, pese a que, según Rearte, en los últimos tres años el stock nacional habría aumentado 1,5 millones de cabezas.
Invernada de compra
Para su establecimiento, Sánchez había puesto en marcha un sistema de compra de hacienda que le permitía producir casi 2000 novillos por año, la mayoría de unos 460 kilos, un peso apto también para la exportación. En 2003, durante la primera edición del Premio LA NACION a la Excelencia Agropecuaria, que hoy se entrega junto con Banco Galicia, Sánchez fue distinguido como Mejor Invernador. Fue el reconocimiento a un hombre que apostó al crecimiento y logró pasar de una producción de 332 a 867 kilos de carne por hectárea, invirtiendo en tecnología y en mejoras. Esa marca, que llegó a tocar los 1000 kilos de carne por hectárea, lo había colocado bastante por encima de la producción promedio de colegas de su zona. Por eso muchos en su región comenzaron a hablar de él como un "artesano" en la producción de novillos.
"No ha sido una decisión fácil de tomar; estaba muy arraigado en la ganadería, una actividad de sentimiento. Uno rema contra la corriente un tiempo", afirmó Sánchez. Del otro lado de la línea telefónica, este productor juzga que el cierre de exportaciones que el Gobierno implementó hace casi dos años -hoy se puede vender al exterior sólo un 50% de lo exportado en 2005- fue una medida desacertada que disparó otras en igual sentido.
"Creo que fue el mayor error; hacer un novillo para exportación lleva tiempo. Se tiraron por la borda avances en materia sanitaria y de apertura de mercados; se renuncia a destinos que cubren brasileños y uruguayos", indicó. "Esas cosas desaniman mucho; eso [por la veda exportadora] nunca lo pude aceptar", añadió.
Se requieren años para buscar alta producción en carne, pero poco para salir de una actividad como la de invernador. Sánchez mismo lo explicó. "Se deja de comprar hacienda y se termina con lo que está en el campo", añadió. El siguiente paso es hacer agricultura en la mayor superficie posible, como tiene pensado este ganadero.
Este hombre ya decidió salir de la actividad que estaba haciendo. Se va pero deja un mensaje que tiene como destinatario al Gobierno. "Nadie va a hacer un negocio para perder; nunca vamos a bajar los precios [al público] restringiendo la producción", concluyó.