Más allá de las máquinas: las nuevas empresas florecen con la impresión 3D
Pese a que la adopción de esta tecnología avanza con lentitud, es un terreno virgen para explorar todo tipo de ideas de negocios
Se habla de la cuarta revolución industrial, del fin de la logística, de menores tiempos y costos bajos. Mientras la sociedad global transita el camino hacia esa realidad que parece inexorable, los pioneros se multiplican para empezar a realizar el enorme potencial de la impresión 3D.
Empresas y emprendedores experimentan con esta tecnología, por el momento, de bajo alcance. Pero la evangelización está en marcha, y las novedades apuntan cada vez más a sacar provecho de las herramientas disponibles en una mayor escala. Las posibilidades son tan amplias que la impresión 3D puede generar una diversidad de negocios, desde un centro de capacitación, la impresión de prótesis, ropa y hasta panqueques.
Joan Cwaik, emprendedor y tecnólogo, analiza esta tendencia irreversible: "La producción en sí pasa a ser una instancia final y no el comienzo de la cadena. Con bajos costos y tiempos de producción cortos, la impresión 3D está cambiando la forma de concebir el mundo. Es una revolución silenciosa (o no tanto) en la que el eje no estará en el consumo masivo de bienes estandarizados, sino en el diseño, el consumo personalizado y la individualización de la producción".
Uno de los emprendimientos destacados en el país es ThreeDo, reciente ganador de la edición local de Red Innova, donde concursan distintas startups. La iniciativa, encabezada por Ariel Futoransky (experimentado en el mercado tech), Alejandra Arbat y Gabriela Genovese, consiste en una plataforma que permite a cualquier persona, sin conocimiento sobre diseño ni experiencia, escanear y medir objetos con precisión para imprimirlos en 3D. Algo que hasta ahora estaba reservado a los que supieran usar los programas. "La idea es que el usuario pueda escanear un objeto y que le llegue la pieza impresa a su casa", comenta Genovese. En este Fab Lab (como le llaman en la jerga a los espacios de "hacedores"), la clave es una innovación que ya cuenta con un prototipo y una patente en los Estados Unidos, donde los creadores de ThreeDo esperan lanzarse al mercado para luego escalar a la región: "Se trata de un software que posibilita mediciones precisas de objetos físicos, con un margen de error menor al milímetro, algo que no se podía hacer", explica Genovese. Sencillo: la app escanea, sube la imagen al servidor que lo replica en digital y lo prepara para la impresión 3D.
Pero también puede servir para dar forma a lo que no existe, como el tapón de una botella de vidrio. "También puede usarse para medir las partes del cuerpo para hacer una prótesis, como las de mano que hace Gino Tubaro. Él tenía que juntarse con las personas para diseñarlas, y ahora ya no es necesario que una persona tenga que viajar", grafica Genovese, quien aclara que el servicio "apunta a resolver casos de repuestos que tengan un alto valor de reposición o altos costos, como la prótesis". Otro uso es el que implementa otro emprendimiento para medir el tamaño de los cultivos y calcular los rendimientos.
ThreeDo empezó con US$ 80.000 de una ronda de friends and family, y los fundadores buscan activamente una segunda inversión, para la cual usarán las puertas que les abre Red Innova con inversores locales e internacionales.
Una de las preguntas que se hacen a ambos lados del mostrador -los entrepreneurs y los dueños del capital- es ¿cuán extenso será el tiempo de evangelización para que la disrupción rinda frutos? Según Cwaik, el debate de los especialistas ronda entre los cinco y los diez años. Similar a los plazos que manejan los que reparten sus fichas en emprendimientos.
A la espera del momento, Rodrigo Pérez Weiss incursionó en el "3D Lab, Fab & café", un modelo que combinó lo nuevo con lo clásico. "Al principio, el café cumplió el rol de romper la barrera y acercar a la gente; ahora, entre cursos, eventos y la venta de máquinas e insumos quedó en un segundo plano", relata Pérez Weiss. Pero allanar el camino demanda doble esfuerzo, ya que el negocio que hace unos años proyectaban masivo hacia 2018 fue más lento. En rentabilidad "es una apuesta a futuro", porque el momento económico no es el ideal, dice el emprendedor, ilusionado con expandirse en una cadena de labs, que ya tiene un primer eslabón en México.
Otro de los que crearon una empresa en torno de esta nueva tecnología son los jóvenes que hoy llevan adelante Che3D. Tomás Chernoff y Nicolás Bazán comenzaron a trabajar hace dos años, y hoy cuentan con un modelo propio de impresora, bautizado ChePrusa. La firma, un laboratorio integrado por un grupo de entre 20 y 27 años, fabrica máquinas e insumos (incluso con materiales sustentables) que tienen revendedores en distintos puntos del interior, como Tierra del Fuego y Corrientes, precisa Natan Aizenberg, uno de los integrantes del equipo. Entre las formas de explotar el negocio encontraron una enfocada a universitarios, como un servicio de impresión de maquetas que antes hacían por corte láser. Sin embargo, lo más revolucionario de Che3D fue el uso culinario de la impresora, en un evento donde, contratados por una marca de dulce de leche, imprimieron los panqueques para degustar el producto. También dieron forma a los trofeos en una premiación de Claro.
Iván Tabachnick creó Trision, una tienda online de objetos en 3D que ofrece un canal de e-commerce a diseñadores. "Diseñá, subilo, vendelo en el marketplace", dice en el sitio. "Nos encargamos de la producción, logística y distribución. No tiene costo para los diseñadores y les permite poder vender sus ideas sin pasar por procesos de producción artesanales (de baja escala y poca ganancia) o masivos (con alto nivel de inversión y riesgo, pero un buen retorno)", dice Tabanchik.
En otro terreno hay en el programa Incubando Salud, de la Fundación Barceló, ideas de impresión de órganos y piezas usadas como guías quirúrgicas.
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