Marx: "Aún se ve al país con alto déficit, rigideces y dificultades"
Difícilmente haya un funcionario económico relevante de los Estados Unidos, desde fines de los 80 hasta ahora, que no haya hablado con Daniel Marx. El economista, de 64 años, renegoció la deuda argentina en los gobiernos de Alfonsín, Menem y De la Rúa. En una entrevista con LA NACION en su oficina de director ejecutivo de la consultora Quantum Finanzas del microcentro porteño, a la que llega todos los días desde Martínez en bicicleta, afirmó que la actual volatilidad externa puede obligar al Gobierno a un mayor ajuste fiscal, pero no le cortará el financiamiento al país. Además, dijo que la imagen de la administración Trump sobre el programa económico de Macri es muy positiva, mientras que los inversores quieren saber si la Argentina tiene perseverancia para mantener las reformas más allá del actual período presidencial.
-¿Qué pasó esta semana en los mercados?
-Es una corrección que hay que entender en el contexto de subas extraordinarias previas en casi todos los mercados financieros y de las señales que estaba dando la Reserva Federal de subas en la tasa de interés. Hay que esperar que la volatilidad se mantenga por varios meses hasta que los precios vuelvan a realinearse. Da la impresión de que no debería afectar tanto los fundamentos, aunque deje a algunos países como la Argentina más vulnerables.
-¿No afectará el plan financiero del Gobierno?
-El Gobierno ya redujo su necesidad de fondos al captar US$9000 millones en enero y por su previsión de reducir el déficit fiscal; más bien puede haber algunas postergaciones entre los emisores privados para ver cuál es la mejor oportunidad y los nuevos precios. Esto genera menos expansión del financiamiento externo, que había sido importante para el nivel de actividad del año pasado, aunque, a la vez, generó una suba fuerte en el déficit de cuenta corriente.
-¿La Fed subirá las tasas más allá de las tres alzas previstas?
-No lo veo muy probable. Creo más probable que suba algo más la tasa del bono a 10 años; no me sorprendería que la tasa de este bono esté rondando el 3% anual a fin de año.
-¿Cree que el déficit de cuenta corriente seguirá subiendo?
-El déficit será importante, pero crecerá menos que en 2017.
-¿La volatilidad externa puede afectar el nivel de crecimiento esperado por el Gobierno?
-Marginalmente sí. Habrá que ver cómo termina comportándose el sector privado. Creo que del lado fiscal habrá una restricción, que puede ser más que compensada por los programas del PPP.
-¿Qué pasará con el tipo de cambio?
-Hay menos presión a la apreciación del tipo de cambio en términos reales. A mayor volatilidad, hay mayor vuelo a la calidad, o sea, en el caso argentino, al dólar.
-¿Puede presionar sobre la inflación?
-Alguna influencia existe, pero la dinámica de la inflación parece tener alguna autonomía respecto de la evolución del tipo de cambio.
-¿Cómo evolucionará el precio de las materias primas?
-Puede haber un impacto, pero sobre todo hay que tener en cuenta si el factor climático termina afectando la cosecha o no.
-De modo que, en suma, descarta un episodio como el de 2008...
-Sí, tanto desde los fundamentos como desde las regulaciones, que son mayores que hace 10 años.
-¿Se puede terminar pronto la paciencia de quienes le prestan a la Argentina?
-Siempre existe esa amenaza; por ahora veo algo más limitado, como mayores tasas para el financiamiento, suponiendo que el país sigue su curso de correcciones fiscales y mejora la competitividad, que quizás tengan que acelerarse. Si se reduce el financiamiento externo también habrá que pensar en un cambio en las fuentes de financiamiento, con más uso del mercado local -aunque eso generará un desplazamiento de las compañías privadas- y más financiamiento multilateral.
-¿Puede haber un desplazamiento fuerte del crédito al sector privado?
-No tanto, tal vez un punto porcentual del PBI.
-Cuando dice financiamiento multilateral, ¿se refiere al FMI?
-No, al Banco Mundial, al BID y a la CAF. No creo que estén dadas las condiciones para buscar financiamiento del FMI.
-¿Por las restricciones políticas?
-De todo tipo. Por un lado, por lo que implicaría buscar asistencia del Fondo en términos políticos; además, por lo que significaría para ambas partes acordar un programa y, por otro, no veo un escenario de disrupción del financiamiento del mercado suficiente como para que el FMI tenga un rol con la Argentina.
-¿Qué es lo que más les preocupa a los inversores internacionales respecto de la Argentina?
-Quieren saber si la Argentina realmente quiere tener mayor competitividad en términos estructurales. Aún se ve al país con una situación fiscal con un alto déficit, superior al promedio, con rigideces y dificultades importantes en la infraestructura. Todo requiere un esfuerzo y perseverancia para superarlo. Lo segundo es si la Argentina no emitió demasiada deuda en el exterior. Luego vienen otras preguntas más finas, como la relación deuda-PBI, el esquema de impuestos y la velocidad de la reducción de la inflación.
-Son varios interrogantes...
-Pasamos de ser considerados como un país anormal a uno que está en transición hacia la normalidad.
-¿Ese camino a la normalidad, para los inversores incluye otro período presidencial de Macri?
-Va más allá de la cuestión personal. El país debería buscar una institucionalidad más robusta, que no dependa tanto de una persona en particular.
-En cuanto a la relación deuda-PBI, el Gobierno dice que se estabilizaría en 2020. ¿Le cree?
-Hay dos observaciones para hacer al respecto. Por un lado, la Argentina tiene una contabilidad particular, porque la definición de los pasivos del sector público incluye una deuda menor a la que se suele usar en términos internacionales. Por el otro, es verdad que con un déficit menor la deuda disminuirá, pero hay algunos pasivos que no estaban incorporados en las estadísticas, como los juicios de las provincias contra la Nación, entre otros. También está el cupón atado al PBI, que tampoco está contabilizado como deuda, pese a que cada tanto hay que pagarlo. Y además está cómo se resuelve la cuestión sobre qué año se usará como base para el empalme.
-En este último caso, cualquier decisión que se tome puede generar juicios, ya sea si se toma el 2004 o el 2012 como año base. ¿Cuál sería más conveniente?
-La menos costosa es usar la base del 2004, pero también eso puede generar alguna discrepancia legal.
-Visto a la distancia, ¿fue un buen acuerdo el que se hizo con los holdouts?
-Era un tema que había que resolver y en la solución uno debe incorporar un cálculo financiero, pero también los efectos indirectos, como fueron la reducción del costo financiero en general y una reapertura de los mercados del país. Entonces ese beneficio supera cualquier sobrecosto financiero que pudo haber.
-Algunos dicen que las inversiones que llegaron desde el arreglo fueron más al sector financiero que productivo
-El dinero es fungible y es normal que lo financiero se mueva con más velocidad que la economía real. Lo importante es que ambos planos no se despegan entre sí.
-¿Qué opina de la gestión del ministro Caputo?
-Caputo se maneja con la búsqueda de oportunidades para reducir tasas y mejorar los plazos. Y lo hace en forma correcta. También es importante lo que está haciendo en términos de modernización de los mercados de capitales y del sistema financiero en general, así como su involucramiento en los programas de PPP.
-¿Cuál es la percepción del gobierno de Trump sobre el país?
-Es muy positiva en general, ven a la Argentina con una relación de confianza; y no solo en los Estados Unidos, sino por parte de muchos otros países, inclusive los más cercanos, que antes no manifestaban tan abiertamente su disconformidad sobre lo que pasaba. La relación ahora es mucho más madura.
-Macri había podido lograr una buena relación con Obama. ¿Pasa algo similar con Trump?
-Hay algo parecido, pero la administración Trump es más nacionalista y difícil en materia comercial que la de Obama. Por eso, si bien la confianza es buena, eso no se tradujo en mayores ventajas para la Argentina.
-¿Hay que esperar más restricciones, como con el biodiésel?
-Es un tema de los Estados Unidos con todo el resto del mundo. Lo vemos con Canadá, pese a tener una relación tan cercana.
-Pero quienes critican desde la Argentina la relación bilateral plantean para qué acercarse si a cambio uno no logra ventajas
-La Argentina también debe llevar adelante su agenda; tener una relación buena no significa aceptar todo lo que plantea el otro. Y, además, es importante tener alternativas: la mejor manera de tener una buena relación es no depender tanto de ella, sino tener otras posibilidades.
-En el gobierno de Clinton había una doctrina de “salvatajes” para los países en problemas y con Bush (h) ocurrió lo contrario, salvo excepciones. ¿Ahora hay alguna opinión en Washington al respecto?
-No se ve. Al principio la administración Trump era muy crítica de los organismos internacionales, aunque en la práctica los dejó actuar. Y en términos de salvatajes financieros, dejó que Europa siguiera adelante con su política flexible, sobre todo con los países cercanos a la comunidad.
-Varios economistas ilustres de los Estados Unidos criticaron la plataforma electoral de Trump y pronosticaron un cuadro negativo que, hasta ahora, no ocurrió. ¿Qué pasó?
-La economía de Estados Unidos tiene una dinámica que va más allá del presidente de turno. En materia fiscal, habían desarrollado una serie de correcciones y habían disminuido algunos excesos de crédito. Y en materia de innovación tecnológica, el país sigue adelante y todo eso explica muchísimo las mejoras que se ven en estos momentos.
-¿Había un prejuicio excesivo sobre Trump entre los economistas?
-No necesariamente; creo que todos los factores mencionados estaban más allá de lo que quisiera Trump y no creo que esté en su interés disminuir los beneficios. El tiene su agenda que no afecta el curso de estas cuestiones fundamentales.
-¿Es realista la repatriación de capitales que planteó Trump en su reforma impositiva?
-Va a tener algún efecto, aunque ya se probó en otras oportunidades y tuvo algún efecto, pero no muy importante.
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