Martín González Rozada: “Mi estimación es que en el segundo semestre de 2023 la pobreza fue de 42,5%”
El economestrista e investigador en la Universidad Di Tella analizó, en diálogo con LA NACION, los indicadores sociales de la UCA que se difundieron en los últimos días; su visión sobre los planes sociales y los efectos de la inflación
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Estudió Economía y la carrera de actuario en la UBA, hizo el máster en Economía en el Instituto de Desarrollo Económico y Social y el doctorado en la Boston University; es investigador del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la UTDT y profesor y director de la maestría en Econometría; es consultor del Banco Mundial y del BID
Martín González Rozada es uno de los econometristas que más siguen de cerca las mediciones de pobreza. Dirige el Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella y, en diálogo con LA NACION, hizo un análisis técnico de los indicadores sociales publicados por la Universidad Católica Argentina (UCA) y señaló que, según sus estimaciones, el índice de pobreza del segundo semestre de 2023, que el Indec difundirá a fines de marzo, sería de 42,5%.
–Cada vez que sale el dato de pobreza de la UCA hay mucho debate acerca de si se hace bien la medición. Según el último informe, la pobreza subió de 49,5% en diciembre de 2023 a 57,4% en enero. ¿Qué análisis hace de los datos y por qué difieren de los oficiales?
–El dato en la Argentina se calcula en forma semestral usando la definición de pobreza monetaria. Se compara el ingreso total de un hogar con la línea de pobreza, que se construye a partir del valor que tiene una canasta básica total que publica el Indec mensualmente. Los datos de ingresos se obtienen de las encuestas permanentes de hogares (EPH), que se publican trimestralmente, luego de realizar el relevamiento durante los tres meses previos en la población urbana. Si uno quiere calcular la tasa de pobreza, al final del trimestre cuenta cuántos hogares hay con ingresos por debajo de la línea de pobreza. Cuando se lo compara con el dato de pobreza de la UCA hay dos cosas importantes para remarcar. Primero, el dato que se conoció recientemente corresponde a lo que la UCA llama una simulación para diciembre y enero. Si yo hago una simulación para el tercer trimestre de 2023, me da que 38,5% de personas viven en hogares pobres, según la EPH y la canasta básica publicada.
–¿Eso es lo que hace la UCA?
–La UCA hace algo más complicado, porque hace un ejercicio de simulación para el cuarto trimestre de 2023, pero no tenemos datos de encuestas a hogares correspondientes a ese período [el Indec recién publicó en diciembre la EPH del tercer trimestre de 2023]. Entonces, hay que simular una encuesta de hogares para todo el trimestre. Para eso se toma la encuesta del mismo trimestre del año anterior, la de 2022, y se hacen proyecciones. Ahí es donde las cosas se complican, porque hay que proyectar la estructura del mercado laboral, proyectar si cambió la tasa de empleo, la de desempleo, la cantidad de gente que trabaja en el sector informal y la tasa de actividad, entre otras cosas. Eso es importante, porque cuando se calcula el ingreso total del hogar hay que tener en cuenta que puede variar por dos razones: o porque cambia el ingreso de los integrantes, o porque cambia el número de perceptores de ingresos en el hogar. Hay que proyectar todo, porque si aumenta el desempleo, hay menos perceptores de ingresos. Existen técnicas econométricas que se utilizan para hacer ese tipo de proyección a través de lo que se conoce en la jerga como microsimulaciones. Y después de proyectar la estructura del mercado de trabajo, hay que actualizar los ingresos. Lo que sabemos que hace la UCA, de acuerdo con lo que publicaron, es que proyectan ingresos. Nada dicen de la estructura del mercado laboral. Tampoco hacen una encuesta del cuarto trimestre. Y no sé qué ejercicio de simulación hacen, si toman la encuesta del tercer trimestre y la plantan así [lo cual no es representativo, porque son períodos distintos y en el cuarto trimestre, por ejemplo, se paga el aguinaldo]. Con la simulación de enero es peor todavía, porque involucra la proyección de la encuesta de hogares del cuarto trimestre de 2023 y la encuesta de hogares del primer trimestre de 2024, que todavía está transcurriendo. O sea que ni siquiera tenemos datos ciertos de cuánto cambia el mercado de trabajo.
–¿Por eso genera tanta diferencia de estimaciones?
–La UCA utiliza su encuesta, que en general tiene valores de tasa de pobreza más altos que la oficial. En el tercer trimestre de 2023, el Indec mostró una tasa de pobreza del 38,5%, mientras que a la UCA le dio 44,7%. Es más de seis puntos porcentuales por arriba de la tasa oficial. Cuando uno utiliza diferentes mediciones, lo importante no es la medición puntual, sino la evolución a través de tiempo, usando la misma metodología y la misma encuesta. El número de la UCA de 44,7% me parece un poco alto porque es el mismo porcentaje de personas que vivían en hogares pobres en el tercer trimestre de 2020, cuando tuvimos la pandemia, según esa metodología. Cualitativamente, me parece que estábamos un poco mejor en el tercer trimestre de 2023 que en el tercer trimestre de 2020. Además, como son todas estimaciones a partir de encuestas, tienen un margen de error. El Indec, por ejemplo, mide ese margen de error poniendo los límites del intervalo de confianza al 90%. Es decir, calcula la pobreza para personas del primer semestre de 2023 en 40,1%, con un intervalo de confianza de 38,4% a 41,7%. Ese intervalo responde a que estoy trabajando con una encuesta y no con el total de los hogares urbanos del trimestre. Es el error muestral.
–También se dice que en las encuestas los hogares tienden a subestimar sus ingresos.
–Sí, puede ser, pero salvo que esa subestimación cambie sistemáticamente en el tiempo, no hay problema [en términos de comparación], porque si subestiman más o menos de la misma manera a lo largo del tiempo, la comparación de la evolución de la pobreza es la misma. Pero cuando se hace una simulación hay más errores. Cada decisión que tomo de cómo se comporta el mercado de trabajo tiene un margen de error. Usualmente, si uno es intelectualmente honesto, publica la tasa de pobreza con el margen de error que dan los intervalos, que generalmente son más grandes que los intervalos del Indec, porque involucran no solo el error muestral de la encuesta, sino también el error de estimación por todos los supuestos hechos para llegar a ese valor. La UCA no publica un error de estimación. Entonces, no sabemos si el error de estimación es un punto porcentual o si son 10 puntos porcentuales. Es muy distinto. Y necesito reflejar de alguna manera en cuánto me estoy equivocando.
–¿Es correcta la forma en que se mide la pobreza en el país?
–Es la misma que se usa en todo el mundo: el método de pobreza monetaria. Cuando se define cómo se va a medir la pobreza se hace para tener estadísticas de evolución de la pobreza comparables con el resto de los países. El número puntual es importante, obviamente, pero más importante es ver la tendencia.
–¿Cómo evolucionó la pobreza en los últimos años? ¿Se puede comparar con 2001?
–Solo se puede ver la evolución desde 2016. Cuando uno define la pobreza se comparan los ingresos con una canasta de bienes. Esa canasta se va modificando en el tiempo. Por ejemplo, la canasta de 2001 no incluía la tarifa del celular o de internet, porque en ese momento tener esos servicios era algo de hogares con ingresos más altos. Los datos oficiales de 2001 no son comparables con los de hoy, porque en 2016 se actualizó la metodología, que estaba sin cambios desde 1985. Desde ahí, uno ve que la pobreza empieza en alrededor del 32,2% de la población y baja hasta 25,7% en el segundo semestre de 2017. Luego se dispara hasta el 42% en el segundo semestre de 2020, que es un período de la pandemia.
–¿Y ahora podría estar cerca de ese 42% de nuevo?
–Después de la pandemia bajó hasta 36,5% en el primer semestre de 2022. Y a partir de ahí volvió a crecer. La última medición, la del primer semestre de 2023, ubica el dato en 40,1%. Mi estimación es que el dato de pobreza del segundo semestre de 2023, que el Indec publicará a fines de marzo, es de 42,5%.
–¿Cómo se explica que, sin pandemia, se llegue a niveles similares?
–La tasa de desempleo bajó desde la pandemia, pero los ingresos son menores, porque creció la cantidad de trabajadores en el sector informal. Además hay un efecto muy importante de la inflación, que llevó el precio de la canasta de bienes a un nivel muy alto en comparación con los ingresos, que aumentaron a un ritmo mucho menor.
–¿El pico de pobreza sería en el primer semestre de este año?
–En mi impresión, si todo sale bien... La economía está entrando en una recesión fuerte. Los ingresos de las personas no están acompañando el incremento de la inflación. Estimo que la tasa de pobreza del primer semestre será más alta que la de 40,1% del primer semestre de 2023. Y a partir de ese punto, si todas las cosas salen bien, deberían empezar a recuperarse los ingresos, a bajar la inflación, a bajar la valorización de la canasta con la cual se comparan los ingresos. Entonces, empezaría a disminuir la pobreza.
–El Gobierno le diría que la recesión ya arrancó en agosto...
–Sí, la recesión arrancó en julio del año pasado, claramente. Ahora se está profundizando.
–¿Se podría haber hecho el ajuste de alguna forma distinta, para que el nivel de pobreza no aumentara tanto?
–El nivel de pobreza es un resultado de las políticas económicas. No es un objetivo particular de un gobierno. En general, los objetivos son más amplios, como intentar estabilizar la economía para empezar a crecer. Si empezamos a crecer, la pobreza va a bajar. Siempre se pueden hacer políticas diferentes. Cada gobierno tiene su forma de pensar cuál es la manera correcta de estabilizar.
–Los planes sociales, ¿ayudan a evitar que suba la indigencia?
–Sí, la ayuda social impacta fuertemente en los niveles de indigencia y menos en la pobreza. En los últimos años, la indigencia no subió más debido a que se amplió la red de contención de los planes sociales. Ahora debería estar aumentando más, básicamente porque los precios de los alimentos estuvieron aumentando desde mediados de 2023 por encima de la inflación general.
–¿Cómo analiza en ese sentido la tasa de inflación?
–No quiero ser muy optimista, pero uno espera que la tasa de febrero y la de marzo sean más bajas que la de diciembre y la de enero. Y después de marzo hay que ver cuál es el plan de estabilización elegido por el Gobierno para seguir adelante.
–¿Es inevitable el plan de estabilización en los próximos meses?
–Hasta ahora, el Gobierno trató de controlar el ancla fiscal y el tipo de cambio. Con eso, más la recesión del año pasado, los precios tienen que bajar. En mi opinión, eso no es sostenible en el tiempo. Tiene que haber recomposición de ingresos y un plan de estabilización, con una pata monetaria y una pata fiscal que vaya evolucionando en el tiempo.
–¿Eso debería anunciarse en el primer semestre del año? ¿Se puede demorar más?
–Creo que debería ser en el primer semestre, porque la licuación de ingresos no es sostenible socialmente.
–El gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, dijo que podría haber una crisis peor que la de 2001. ¿Qué opina?
–Difícil de afirmar esas cosas. Los contextos son distintos. Hay una amplia red de planes sociales. Lo veo difícil. No creo que esto explote de la forma que explotó en 2001. Sí veo una situación complicada social. Pero ya hemos pasado por todas estas cosas y todo tiene solución.
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