María Castiglioni Cotter: "El país está en crisis desde 2011, pero la gente eso no lo percibía"
La economía local cayó en la situación crítica en que se encuentra actualmente por una especie de tormenta perfecta, que, además del contexto internacional, incluyó algunos errores del Gobierno y un arrastre de años de desmanejos y deterioro. Este es el diagnóstico de María Castiglioni Cotter, directora de C&T Asesores Económicos, que se muestra, además, partidaria del gradualismo por el que se inclinó la actual administración para tratar de enderezar el buque.
Para fundamentar su opinión, la economista explica que un ajuste brutal no era posible porque se debe pensar que detrás de los números hay personas. Pero, además, agrega otra razón: "La población no era consciente del problema que había, no tenía percepción del grado de deterioro de la economía. El país está en crisis desde 2011, cuando se puso el cepo al dólar, pero eso acá la gente no lo percibía".
–¿Por qué cree que se llegó a una situación económica tan crítica como la actual?
–Fue una combinación de factores. Uno de ellos es que este gobierno asumió con una situación terminal en la economía. La sociedad no era consciente de eso y resultó muy difícil transmitírselo. Entonces, se decidió hacer un ajuste gradual que requería un financiamiento por parte del mundo y que funcionó bastante bien hasta abril de este año.
–¿Qué pasó en abril?
–Se rompió el plan, porque aparecieron dudas sobre si el ajuste fiscal anunciado se iba a hacer o no. Y esas dudas se debieron a diversas señales: la primera se dio el 28 de diciembre de 2017, cuando el Banco Central aflojó las presiones políticas de querer bajar la tasa de interés, algo que se leyó como una interferencia a esa institución. La segunda mala señal fue que la oposición se juntó para revertir los aumentos de tarifas, algo visto como una muy mala señal por los inversores extranjeros. Sumado a eso, en abril comenzó a regir el impuesto a la renta financiera de los tenedores extranjeros de las Lebac, lo que llevó a que estos sacaran su dinero de acá.
–Y encima hubo escasez de dólares por parte de la exportación...
–Exacto. La sequía provocó la caída de 30% de la producción de soja y eso solo hizo que se perdieran US$8500 millones (cada año que aquí hubo sequía, fue un año muy difícil para la economía). A todo eso hay que sumarle el contexto global, donde hubo más volatilidad, creció la tensión entre Estados Unidos y China y se empezó a hablar de la suba de las tasas de interés en Estados Unidos. Ahí los inversores dijeron: "Hasta ahora les prestamos, pero ahora vamos a esperar".
–¿No cree igual que el Gobierno pecó por hacer mal el diagnóstico y por no tener un plan B?
–Es que para el mundo entero fue una sorpresa todo esto que ocurrió. Es más, a principios de abril, los inversores globales dijeron que la Argentina iba a ser el mercado estrella en 2018. O sea que todos se equivocaron. Y en cuanto al plan B, creo que fue ir rápidamente al Fondo Monetario Internacional (FMI). Yo creo que eso fue acertado porque aseguró el financiamiento a una tasa barata; pero claro que también tuvo un costo político. De todos modos, ir al FMI por sí solo no es nada; hay que demostrar que se le puede devolver el préstamo y para eso hay que acelerar la reducción del déficit fiscal, que tiene una meta este año de 2,7% y el año que viene, directamente equilibrio fiscal.
–Pero ¿cómo se hace ese ajuste, en un contexto en el que el bolsillo de la gente no da más?
–El problema es que este gobierno heredó un gasto público en un nivel récord en la historia argentina. Y tener déficit con ese nivel de gasto es muy complicado, porque no podés aumentar impuestos y es muy difícil bajar algo que ya viene de arrastre. Por eso, el ajuste se concentró en otros rubros: los empleados públicos tienen un aumento de salario menor que la inflación, la burocracia viene bajando y se recortó parte de los subsidios. Además, hay una parte del ajuste que terminarán haciéndolo las provincias.
–¿Está de acuerdo con el gradualismo que empleó el Gobierno?
–Sí. No se podía hacer el ajuste brutal de entrada, porque detrás de los números hay gente y eso hay que tenerlo en cuenta. Quizá se apuraron en bajar algunos impuestos, pero en líneas generales estoy de acuerdo. El ajuste brutal además no se podía hacer, porque la población no era consciente del problema que había, no tenía percepción del grado de deterioro que había en la economía. Para el mundo, estábamos en crisis desde hace muchos años, pero eso acá no lo veíamos. El país está en crisis desde 2011, cuando se puso el cepo al dólar, pero eso acá la gente no lo percibía.
–Hablando de dólar, ¿considera que el tipo de cambio debe ser flexible?
–Totalmente. Tenemos que aprender a vivir con un tipo de cambio flexible, que es lo que hace el mundo. Porque un país que básicamente exporta alimentos, que son commodities, debe tener un tipo de cambio flotante. Otros países lo tienen hace años, pero acá es un tema muy sensible.
–¿Por qué se cometió el error de subestimar el grado de dificultad que tiene bajar la inflación?
–Yo creo que se subestimó el efecto del aumento de tarifas (que había que hacer y que era brutal), sobre todo por la dinámica que tenemos los argentinos. Además, cuando sube el tipo de cambio acá no solo aumenta lo importado, sino que aumenta todo. Y eso es peor aún cuando pasa en un país donde se gasta más de lo que ingresa, algo que acá es histórico y que origina un problema inflacionario desde fines de la década del 40.
–¿Cuándo se podrá ver una recuperación de la economía?
–Creo que en el segundo semestre de 2019, porque una buena cosecha va a favorecer al agro y demás sectores asociados. Además, este verano va a haber mejora en el turismo, y las economías regionales empezaron a recuperarse. Estos van a ser los primeros sectores que se reactivarán. El consumo no va a ser un boom, pero va a mejorar lentamente desde el bajísimo nivel en que está hoy.
–¿Y van a llegar inversiones en algún momento?
–Hay inversiones, pero en sectores muy puntuales, no en todos. Por ejemplo, en Vaca Muerta se superaron las expectativas de los expertos. Esto la gente no lo percibe todavía, pero si uno va a ese sector lo puede ver. Y esto es sentar las bases para crecer, porque el país desde 2008 viene zigzagueando entre subas y bajas del PBI, porque la realidad es que nos consumimos la capacidad de crecer. Otro punto importante para ser optimistas es que se va a déficit fiscal cero y hacia la reducción del déficit comercial. Inversiones de largo plazo requieren tener resueltas muchas cuestiones que el país aún no solucionó.
–Lo ideal para cerrar el déficit sería que el país fuera más productivo y eficiente, pero ¿por qué eso parece casi imposible de lograr acá?
–Hay una combinación de factores, pero esto se fue agravando con el tiempo. Porque todavía se pagan los costos de la crisis de 2001, porque ahí se empezó a subsidiar la energía y entonces todo el mundo dejó de cuidarla; además, las empresas contrataban mucha gente, porque como estaban protegidas por una economía cerrada, no tenían problema en pagar los salarios. A todo eso se le suma un sector público que generó más de dos millones de empleados nuevos (que no redundan en un Estado más eficiente). Cada vez menos tienen que financiar a más, y solucionar eso lleva tiempo, no es de un día para el otro. No es fácil.
Minibio
Cargo
Directora de C&T Asesores Económicos
Estudios
Licenciada en Economía (UCA). Tiene un posgrado en Economía en la UTDT
Trayectoria
Hace asesoría económica desde 1997
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