Mujeres en el mundo de la tecnología: cuáles son los desafíos más grandes
Las empresas tecnológicas no escapan a la nueva lógica imperante en el mundo de los negocios: la necesidad de adaptarse, el aumento exponencial en el ritmo y la profundidad del cambio tecnológico, las transformaciones de procesos y las resistencias culturales. Cada vez más, los especialistas aseguran que para tener éxito en proyectos de innovación y evolución tecnológica se debe repensar las dinámicas laborales, el fortalecimiento de la diversidad en los equipos, la construcción de una cultura ágil y colaborativa, y el surgimiento de nuevas modalidades de liderazgo.
En este contexto, profesionales como Margaret Dawson, Vicepresidente Global de Portfolio de Producto y Marketing de Red Hat, toman aún más relevancia y se convierten en fuente de inspiración para las personas que aspiran a trabajar dentro de la industria tecnológica. Durante su visita a Buenos Aires, la ejecutiva de Red Hat habló con LA NACION y compartió su visión de liderazgo y su filosofía de trabajo, analizó el rol de la mujer en el mundo de los negocios y en las empresas tecnológicas, y explicó quiénes podrían ser los potenciales agentes de cambio hacia el interior de las organizaciones.
Con una carrera tan amplia en el mundo de la tecnología ¿Cuál es tu clave para triunfar en una industria en donde las mujeres aún son minoría?
Creo que lo más importante es siempre estar dispuesta a tomar riesgos y aprovechar todo tipo de oportunidades, incluso las que otras personas no se animan a afrontar. Por ejemplo, viví varios años en Taiwán, un lugar al que muchas de las mujeres norteamericanas no se mudarían por diversas razones culturales. Sin embargo, estando allí me surgieron buenas oportunidades laborales e incluso personales, con cosas que siempre quise hacer. Por ejemplo, logré mi sueño de ejercer como periodista trabajando para Businessweek, trabajé en una radio y empecé el proyecto de tener mi propia empresa
Cada vez que una puerta se abrió, me animé y avancé. Pienso que son muchas las veces que cuestionamos las oportunidades que se nos aparecen, esperando la alternativa ideal, pensando "eso es aterrador" o "quizás no sea tan buena en esto". Pero, por suerte, aprendí rápido que si fracasaba simplemente podía volver a dedicarme a lo que hacía antes. Hay que perder el miedo a los riesgos o al fracaso e intentar.
Además, constantemente tuve personas a mi alrededor que abrían esas puertas para mí, que me ofrecían oportunidades y que me guiaban en mi crecimiento. Por ejemplo, en una de mis primeras experiencias en el sector tecnológico, me propusieron que yo fuera Project Manager y trabajara con el equipo de ingenieros. Mi jefe me sugirió que lo intentara solo por unos meses: con ese pequeño empujón, descubrí que tenía las herramientas suficientes y que podía aprender con mucha rapidez. De hecho, llevé nuevas ideas a ese trabajo que de otra manera no hubiesen llegado, y es por eso que también el proyecto del equipo fue aún más exitoso.
"Muchas veces nos cuestionamos las oportunidades que aparecen, esperando la alternativa ideal. Hay que perder el miedo a los riesgos, al fracaso, e intentar".
¿Cuáles crees que son los desafíos más importantes que las mujeres encuentran en la industria de la tecnología?
Tanto para hombres como mujeres, creo que el volumen de trabajo es lo más desafiante, ya que uno tiene que estar disponible 24 por 7. No veo grandes distinciones de género en este aspecto. Ahora bien, cuando mis hijos eran pequeños, lo que me di cuenta es que podía estar presente en ambos mundos, tanto el laboral como el personal. Mi mayor aprendizaje al momento de unir esas dos realidades fue la importancia de establecer reglas claras. Son muchas las mujeres que tienen miedo de hacerlo pensando en lo que dirán los demás. Sin embargo, es fundamental perder el miedo a preguntar y hablar sobre las cosas que necesitás.
Definir esas reglas siempre me dio mucha tranquilidad y me permitió sentirme segura cuando dejaba la oficina a las 16.00 en punto. Para mí, siempre mi prioridad fueron mis hijos y hasta he tenido que cambiar de trabajo por eso. Por ejemplo, si me pedían que viajara gran parte del año o no me permitían hacer algunas cosas desde casa, entonces ese trabajo no era para mí. Por eso, creo que las empresas tienen que adaptarse y acompañar a los empleados con sus necesidades, construir una cultura que se enfoque en el valor agregado y no en cuestiones formales como la extensión de la jornada laboral.
"Las empresas tienen que adaptarse y acompañar a los empleados con sus necesidades, construir una cultura que se enfoque en el valor agregado y no en cuestiones formales como la extensión de la jornada laboral".
Con todo esto en mente ¿Qué pensás que tiene que cambiar dentro del mundo de las empresas tecnológicas?
Pienso que desde la industria se tiene que permitir mucha más flexibilidad: más trabajo remoto, enfocarse más en las cosas que lográs resolver, en lo que le ofrecés al cliente, en los problemas que solucionás, antes que en la cantidad de horas que estás en la oficina. Ésto no solo para las mujeres, sino también para los hombres, quienes cada vez tienen un rol más activo en la crianza de los hijos y las tareas del hogar.
El segundo gran cambio es que la industria tiene que pagar a las mujeres lo mismo que a los hombres. Son muchas las veces que una mujer y un hombre aplican para el mismo trabajo y ambos lo consiguen, pero como él pidió más que ella, al hombre se le paga más. Las empresas deberían pagar por cuánto vale el trabajo, sin distinciones de género.
Por último es necesario que, a la hora de lanzar una búsqueda laboral, se haga un mayor esfuerzo para lograr diversidad en los perfiles: encontrar más mujeres, más personas de color, más personas que tengan otras perspectivas. En vez de volver siempre a la misma red y contratar personas iguales a uno. Debe existir un cambio intencional de crear un ambiente más diverso. Esto es lo que intentamos en Red Hat, no solo porque ese es nuestro espíritu y porque estamos convencidos de que es lo correcto, sino porque está probado que las empresas más diversas tienen mejores resultados.
En varias oportunidades fuiste reconocida como mujer líder y modelo ¿Cómo llegaste a ese tipo de logros?
Para ser honesta, una parte de mi aún lucha contra el "síndrome del impostor". Es decir, hubo un momento en el que pensé "¡Esta no puedo ser yo!", me costaba creer los logros que había tenido. Pero por otro lado, hoy estoy muy orgullosa de lo que alcancé, porque es algo en lo que trabajé muchísimo. Pero creo que no hay que tener una visión egoísta y saber que hubo mucha gente que me ayudó en el camino. Por eso, actualmente, dedico gran parte de mi tiempo a ayudar y ser mentora de otras personas: siento que es algo en lo que debo invertir, porque es una responsabilidad que tengo de devolver, de enseñar a otros a partir de mis éxitos y fracasos.
"Es necesario que, a la hora de lanzar una búsqueda laboral, se haga un mayor esfuerzo para lograr diversidad en los perfiles: encontrar más mujeres, más personas de color, más personas que tengan otras perspectivas. Está probado que las empresas más diversas tienen mejores resultados".
En fin, lo importante es que no importa dónde estemos, muchos sentimos que no somos lo suficientemente exitosos y pensamos: "¿Por qué sería yo un modelo a seguir?" Sin embargo, todos podemos ser modelos a seguir y, sin perder la humildad, tenemos que ser capaces de decir: "¡Sí! Esa soy yo", y estar orgullosos de eso. En Red Hat nos encargamos de premiar a quienes se destacan: por ejemplo, entregamos el premio "Women in Open Source", a las mujeres que mundialmente hayan hecho un aporte significativo a un proyecto de open source.
¿Hay algún consejo que te hayan dado a vos a lo largo de tu carrera profesional?
Un momento que me marcó fue al inicio de mi carrera, cuando comenzaba a trabajar para la industria automotriz, que en cierto punto es similar a la tecnológica ya que la mayoría de los empleados son hombres. En mi primer día, mi jefa (que también era mujer) me dijo: "¿Por qué estás así vestida? y ¿Qué hiciste con tu pelo?". Para la época, tenía un estilo bastante masculino. Lo primero que pensé es que ella me odiaba, que mi forma de vestir y peinarme estaba fuera de lugar. En ese momento, me enseñó que, a veces, las mujeres creemos que para ser exitosas no podemos ser femeninas, o que no podemos llevar nuestra feminidad a nuestro trabajo. Es decir, que tenemos que actuar y vestir como un hombre para ser exitosas. Sin embargo, aprendí que con mi feminidad, sumada a mi capacidad, era capaz de lograr cualquier cosa.
¿Y algún consejo que te gustaría dar a una mujer que recién está arrancando en la industria de la tecnología?
No creo que esto se trate solo del mundo de la tecnología, pero mi consejo sería que se animen, que den el paso, que no se aten ni se fijen constantemente en el "qué dirán". Les diría: "¡Hacelo! ¡No escuches los comentarios negativos y hacé lo que te guste!". La verdad es que muy a menudo dejamos de lado aquello que nos hace feliz para hacer lo que se supone que tenemos que hacer. Por último, también les diría que sí son capaces, que sí pueden lograrlo, porque la mayoría de las mujeres que conozco consideran que no son capaces o que no están a la altura de las oportunidades que se les presentan. La clave es encontrar cuál es tu luz, definir el camino e inspirar a los que te rodean.
LA NACION