Marcos Buscaglia: "La crisis es muy grande para pensar que vamos a salir con cambios cosméticos"
Estudió Economía en la Universidad Católica Argentina, tiene un posgrado por la Universidad Di Tella y realizó el doctorado en Economía en la Universidad de Pensilvania (como becario Fulbright). Fue economista jefe para América Latina en Bank of America Merrill Lynch y en Citibank. Previamente, fue director de los posgrados de negocios en la Universidad de San Andrés y profesor en el IAE (Universidad Austral). Fundó y dirige la consultora Alberdi Partners.
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El economista Marcos Buscaglia publicó recientemente Emergiendo: cómo salir de las crisis permanentes y recuperar la promesa argentina, un libro en el que repasa el potencial que tiene el país y explica qué cambios estructurales deberían hacerse, a su criterio, para lograr un crecimiento sostenido. En un diálogo con la nacion, comentó algunos de los conceptos y describió la crisis de los dos últimos años de gobierno de Mauricio Macri.
-¿Cuáles son los problemas estructurales del país que el gobierno de Macri subestimó?
-Lo que hizo que la crisis de inicios de 2018 se convirtiera de un resfrío a una crisis terminal, con la consecuente vuelta del populismo, fue no entender que la Argentina no tiene mercado de capitales, algo que nos diferencia mucho de Chile, Brasil y del resto de los países del mundo. Cuando subieron las tasas de interés en Estados Unidos, en 2018, acá no había nadie para comprar deuda argentina y eso nos llevó al Fondo Monetario. Los que habían comprado bonos en 2016 y 2017 eran fondos extranjeros o argentinos con sus cuentas offshore. Tenemos un país sin mercado de capitales porque la gente no confía en el peso y compra dólares cada vez que puede.
-Hay economistas que dicen que en el gobierno anterior se perdió la oportunidad de desarrollar un mercado de capitales cuando se realizó el blanqueo.
-Para que esa plata que se blanqueó entre al mercado local, hay que generar condiciones para que se quede. El error fue no haber entendido este problema estructural y haber tenido un déficit fiscal tan alto en 2016 y 2017; se emitieron tantos bonos que, cuando se dio vuelta la situación, no había nadie para comprar más bonos, porque los de afuera ya estaban llenos y los locales no los querían.
-¿Se podría haber evitado la crisis?
-Con una política fiscal menos gradual y una política monetaria menos dura, se podría haber evitado. El gobierno de Macri quiso bajar la inflación demasiado rápido, a mi entender, y eso tuvo un costo en la actividad. Entre eso, más todos los programas con el Fondo, las políticas fueron tan duras que terminaron matando al conurbano y perdieron la elección. No digo que deberían haber echado a un millón de empleados públicos, porque no había mandato para hacer eso, pero de ahí a lo que hicieron, creo que había una escala de grises en la que la Argentina hubiera andado mucho mejor. No tendrían que haber hecho la reparación histórica para los jubilados, por ejemplo. Si no hubieran aumentado el déficit, hubiéramos llegado a 2018 en mejores condiciones.
-¿En qué condiciones estamos ahora? El precio de las commodities sube, las tasas de interés internaciones son negativas, pero estamos en medio de una pandemia.
-La situación internacional es casi inmejorable para países emergentes; otra cosa es que la Argentina aproveche eso, y creo que no lo hará. La soja y el maíz subieron más de 30% desde fines de agosto y volvieron a precios históricos mucho más altos de los que tuvimos en los cinco o siete años anteriores. Las tasas en el mundo están en cero, hay un montón de bonos de países de mercados desarrollados que tienen tasa negativa. Cuando esto pasa, como la gente que maneja dinero en los mercados desarrollados necesita darles rendimiento a los clientes y esos bonos no dan, invierten en mercados emergentes. Podríamos estar en medio de un boom. ¿Vamos a aprovecharlo? Una parte, sí, porque por el precio de la soja va a mejorar; pero otra parte, no. Es distinto de lo que fue de 2003 a 2007, porque por la brecha del tipo de cambio, el productor agrícola o de servicios no recibe todo el aumento de precios.
-En 2021 pareciera que no habrá un ajuste en las cuentas fiscales. ¿Qué se puede esperar de la economía si el déficit no baja?
-Si no ajustan, a menos que los ayude demasiado este entorno internacional y que haya más ingresos fiscales, una parte se financiará en el mercado y otra parte hará que pidan más plata al Banco Central. Esto implica más impresión de billetes y termina tarde o temprano con más inflación y con más brecha.
-Hay algunos economistas que proyectan un nuevo Rodrigazo o Plan Bonex, ¿usted coincide?
-Sí, el debate es cuándo. Si se siguen atrasando tarifas... Un trabajo de Santiago Urbiztondo, economista de FIEL, dice que las tarifas están entre 40 y 80% atrasadas a diciembre de 2020. Si el año que viene siguen sin aumentos, se acumulará más atraso. En algún momento hay que salir de eso, porque si no sigue aumentando el déficit y eso lleva a más impresión y más brecha. Además, en el caso energético, si no se aumentan tarifas, no solo hay un impacto en el déficit fiscal, sino que se afecta el déficit comercial, como ocurrió en el caso del gobierno de Cristina Kirchner, cuando pasamos de un superávit energético comercial con el exterior a un déficit muy grande.
-¿Pueden volver a mantener por diez años las tarifas congeladas si no hay caja?
-Si se escucha el discurso de Cristina Kirchner, ella habla que estuvieron 12 años con tarifas congeladas y les fue muy bien. Políticamente fue así, pero las condiciones que ella enfrentó no son repetibles. Tuvo suerte de que a partir de 2013, luego de que Sergio Massa se planteara como candidato opositor, el mercado empezara a proyectar una transición, y eso ayudó a evitar que a Cristina Kirchner le explotara la bomba que armó, con el desequilibrio de tarifas, déficit fiscal, emisión y futuros. No le explotó porque el mercado decía que luego llegaría alguien que lo arreglaría. No se puede repetir eso ahora, porque estamos muy lejos de un cambio de gobierno.
-¿Cómo se puede ser optimista con el futuro, según el libro que publicó?
-El libro es optimista porque mucho de lo que estamos viendo ahora es el resultado del kirchnerismo habiendo cooptado el peronismo, que para mí no representa lo que es el pensar de la mayoría de los argentinos. Los Kirchner tuvieron suerte con tener las commodities a valores altos y hoy dominan el peronismo; otros actores importantes del espacio, que para mí son más moderados, como los gobernadores Schiaretti [Córdoba], Uñac [San Juan], Perotti [Santa Fe], están básicamente desaparecidos. No tenemos que extrapolar lo que vivimos hoy, porque eso es una anomalía y se va a corregir el día que venga la crisis, que ya está pero va a empeorar, porque el día que haya que corregir las tarifas y el tipo de cambio, vamos a tener más inflación y habrá más crisis. En las crisis es donde podemos tener un cambio y se puede generar un consenso hacia el centro del espectro político argentino, incluyendo a Cambiemos y a parte del peronismo, para cierto tipo de políticas que no son las que impulsa el kirchnerismo, que son mucho más extremas y que no son las que quiere la mayoría de los argentinos. La crisis es muy grande para pensar que vamos a salir con cambios cosméticos. Para emerger hay que hacer cambios institucionales.
-¿Cómo cuáles?
-La Argentina hoy no da garantía de nada. Supongamos que viene otro gobierno que promete incentivos a invertir en energía, ¿alguien hundiría capital por 20 años en una planta para producir energía eólica? Nadie lo hará, porque saben que viene el próximo gobierno y lo cambia. La Argentina se caracterizó estos años, inclusive en forma distinta al resto de América Latina, por el vaivén de las políticas públicas, y hay que terminar con eso. Hay que terminar con el sistema electoral y con el sistema de coparticipación, que son los que hacen que la Argentina sea tan distinta al resto de América Latina.
-¿En qué sentido?
-El problema del sistema actual es que los diputados, por nuestro sistema electoral, responden a los gobernadores, porque se vota una lista de candidatos que ya está fijada de antemano. El diputado le debe la carrera política al gobernador, no a los votantes, que en general no saben ni quién es el candidato. Y luego, los gobernadores, por nuestro sistema de coparticipación, están totalmente dependientes del dinero nacional y así se adquiere mucha discrecionalidad, sobre todo en momentos en los cuales se financia tanto con retenciones, que no se coparticipan, y con plata del Banco Central, que este año le transfirió al Tesoro 7 puntos del PBI. Lo mismo ocurre con el impuesto al cheque. Les negocian leyes a los gobernadores a cambio de transferencias. Por ejemplo, el impuesto a la riqueza salió votado por los diputados de Schiaretti, la provincia más antikirchnerista, y por diputados de Jujuy, gobernada por Cambiemos, a cambio de transferencias.
-En este contexto de pandemia, encima, como los ingresos provinciales se derrumbaron, dependen mucho más de la Nación.
-Por eso los gobernadores están calladísimos. Esto que pasa en la Argentina no pasa en ningún lugar del mundo. Como está diseñada supuestamente la Constitución argentina, el Poder Legislativo es un poder de control. En la Argentina, cuando se tiene plata y popularidad, el Congreso es una escribanía, y cuando no se tiene eso, como le pasó a De la Rúa y a Macri, el Congreso no te responde.
-De parte del gobierno nacional parecería que no hay incentivos para cambiar este sistema, ¿y del lado de las provincias?
-Es muy difícil cambiar el sistema de coparticipación. Además la reforma de 1994 quedó muy mal armada, porque estableció una cláusula transitoria que dice que para 1996 debía haber una nueva ley de coparticipación, pero es una ley convenio, que tiene que ser aprobada no solo por el Congreso, sino por todas las provincias. ¿Realmente queremos emerger? Tenemos un Congreso que vota la privatización de YPF y la estatización; Oscar Parrilli fue el miembro informante en ambas ocasiones. Los diputados hacen lo que les dice el gobernador y el gobernador hace lo que necesita para tener transferencias. Si no se cambia eso de raíz, es imposible emerger. La crisis es grande, aprovechémosla, no hay que desarmar la coparticipación; se puede hacer un esquema de transición. Creo que si estabilizamos dos o tres cosas que no son menores, como el sistema electoral y la coparticipación, el potencial de la Argentina es muy grande. La gente está deprimida con el país, no ve ninguna salida. La salida está. Es un tema de incentivos. Hoy al Congreso no le importa lo que está votando, puede ser la creación de las AFJP, la privatización, la estatización, la ley de la riqueza, ponen una ley del conocimiento y la vetan al minuto siguiente. El vaivén de las leyes es único en el mundo y es por los incentivos que tenemos.
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