Macri no irá a la UIA y para los empresarios es un alivio
El llamado llegó el viernes, al cabo de otra semana cambiaria turbulenta y mientras dentro del Gobierno se discutían las medidas anunciadas este domingo. Dante Sica, ministro de la Producción, le anticipó a Miguel Acevedo, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), que Mauricio Macri no estaría mañana en la sede de la entidad fabril por la celebración del día del sector. Contra lo que podría pensarse, la noticia no cayó mal, sino todo lo contrario. "Fue un gran alivio, yo no sé cómo lo iban a recibir", dijo a LA NACION uno de los frustrados anfitriones que, como muchos de sus pares, detesta desde hace años al kirchnerismo.
La ausencia cierra de alguna manera un ciclo de desencuentros. El Presidente concluirá sus cuatro años de gestión sin haber pisado ese festejo. Es un desaire simbólico: quien arrancó su mandato en 2015 con evidentes reparos hacia el establishment desde donde surgió como dirigente se despide con los mismos prejuicios con que había llegado a la Casa Rosada. Su idea de que los industriales representaban un sector propenso a las prebendas, su recurrente pretensión de gobernar alejado de las corporaciones y esa antigua creencia de que la Argentina tiene una raíz populista incluso entre quienes dicen preferir las instituciones republicanas fueron seguramente reforzadas en las últimas tres semanas. Es difícil que al Presidente lo hayan sorprendido las contorsiones de ejecutivos que hicieron todos los esfuerzos por congraciarse con Alberto Fernández no bien se conocieron los resultados de las primarias. Es cierto que en la UIA tampoco reina la magnanimidad: "Él siempre dijo que los verdaderos empresarios estaban en el Coloquio de IDEA", dijeron en el comité directivo de la entidad fabril.
La ausencia de mañana cierra de alguna manera un ciclo de desencuentros. El Presidente concluirá sus cuatro años de gestión sin haber pisado ese festejo
La novedad de las restricciones para adquirir divisas cayó ayer en medio de reproches corporativos crecientes. Más que de bronca, el humor de los hombres de negocios es de desaliento: recelosos por una situación económica que estancó el crecimiento industrial en 2011, desilusionados con una administración que al menos prometía el fin del populismo, deben ahora prepararse para volver a convivir con Cristina Kirchner y su entorno. La amargura se exhibe en un detalle: al cabo de casi cuatro años de locuacidad, ha vuelto entre ellos el silencio. Para este diario volvió ayer a resultar difícil recabar opiniones on the record, entre otras razones porque ya no son prioridad las instituciones sino algo más terrenal: salir de la recesión. Pirámide de Maslow. Solo unos pocos aceptan hablar en voz alta. Entre ellos, Teddy Karagozian, dueño de TN Platex y uno de los críticos de la gestión macrista casi desde el inicio. "La medida de hoy no empezó hoy -dijo-. Arrancó desde el principio, cuando el Gobierno decidió mantener un dólar bajo y destinarlo a bienes de consumo, a viajes a Miami, a ropa importada, en lugar de a la producción. De esto no tiene la culpa Alberto Fernández: el problema fue haber liberado las importaciones antes de tener una economía ordenada. Una mala praxis que cometemos una vez por lustro. Aerolíneas Argentinas pierde 200 millones de dólares por año y la semana pasada estaba ofertando pasajes a Miami".
Es difícil que al Presidente lo hayan sorprendido las contorsiones de ejecutivos que hicieron todos los esfuerzos por congraciarse con Alberto Fernández no bien se conocieron los resultados de las primarias
No es casual el regreso de este discurso entre los industriales. Ni tampoco que haya vuelto a cundir entre ellos la nostalgia por Roberto Lavagna, a quien algunos empiezan a ver como la única posibilidad de revertir tanto retroceso. El anhelo, que supondría que el Presidente bajara definitivamente su candidatura para octubre, se oyó entre el jueves y el viernes entre ejecutivos de empresas de servicios públicos y banqueros, dos sectores que son, con el agro, los más atribulados por los resultados de las primarias. Probablemente inviable, la pretensión busca alivio en la misma lógica del faltazo a la UIA: en la ausencia de quien hace un tiempo llegó a ilusionarlos.
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