Los ventaneros contra los remadores
Las instrucciones son las siguientes: pararse frente a una ventana de una empresa cualquiera. Esperar un tiempo prudencial (se puede ir al baño y parpadear). Dejar de mirar cuando el observador crea conveniente. Luego, completar el siguiente test. Si nadie entra por esa ventana, compañía sana o compañía poco atractiva. Si alguien intentó y se estampó contra los cristales, compañía sana. Si alguien entró, revisión de procedimientos urgente.
"¡Por fin! ¡Era hora! –dice el Gurú de la cortada de la calle Estomba–. Va a hablar de los ventaneros, no precisamente llamados así por asomarse por los vidrios cada vez que pueden. Defínalos usted."
Según los diccionarios de pasillos corporativos, se denomina ventaneros (ventaneros, no ventajeros) a toda aquella persona que ingresa a una determinada organización por accesos no convencionales como las puertas. "Deje de dar vueltas. Son los que se meten por la ventana", dice con mal humor.
Efectivamente, gran parte de las empresas tiene debilidad por abrir sus ventanas a foráneos. La acción de por sí no es mala, sólo que suele producir profundo malestar en los remadores, llamados así por navegar a su propia tracción. Es necesario ser concreto con la acepción, ya que es necesario distinguir.
Los ventaneros no son los jefes que entran a la empresa en la parte superior de la pirámide organizacional ya que, por alguna razón, se los habrá elegido. Estos personajes son los que llegan sin demasiados méritos anteriores, o con el sólo currículum de ser conocido de algún empinado jerarca. En las empresas familiares se da con mucha frecuencia el fenómeno. Los descendientes de los dueños suelen elegir el momento y la ventana por donde entrar y salir; pocas veces usan la puerta. Tal es así que este tipo de compañías ni siquiera usa vidrios; apenas cortinas para no tener que abrirlas cuando un pariente quiere entrar.
Otras, en cambio, tienen más pruritos. Arman un esquema ventanas fijas y dejan una con llave, como para la emergencia. Claro, la llave para abrirla la tienen ellos. Los ventaneros no tienen por qué ser familiares. Hay casos que amigos, novios o novias, amores imposibles utilizan este reducto para ir tras un conchabo. Otros entran y ya tienen en su rostro esa sonrisa que indica una sentencia clara: "Estoy acá porque el jefe le está pagando un favor a mi padrino".
Más tarde o más temprano, los ventaneros dejan traslucir que tienen una alfombra roja con algún encumbrado. Es irremediable, siempre deslizan el dato que los posiciona como para dejar sentado el territorio en la empresa.
Claro que no sólo las empresas tienen en su staff a estos trabajadores. "Esta nota no puede terminar sin que hable de los ventaneros estatales. No sea cobarde", dice enojado, una vez más, el Gurú. Y tiene razón.
La nota termina con las instrucciones para el test. Sólo hay un punto más. Si lo que va a mirar es una estructura estatal, póngase casco. Los ingresos son tantos que pueden llegar a lesionarse.
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