Los titanes de la tecnología ganan dinero con los datos de otros, pero no comparten los suyos
Los ejecutivos de las principales empresas de Silicon Valley les imponen acuerdos de confidencialidad a los empleados que trabajan en la construcción de sus casas
NUEVA YORK.- Hay todo tipo de actividades que se le requiere a las personas que remodelan las casas de los titanes de la tecnología de Silicon Valley. Instalar pisos de madera reciclada, colocar azulejos cada vez más diminutos en baños, hacer el cableado de la red. Agregue una nueva: firmar acuerdos de confidencialidad.
Estos documentos, que exigen el mayor secreto, son requeridos de cualquiera asociado con los hogares de un número pequeño pero creciente de ejecutivos de alta tecnología, según agentes inmobiliarios, arquitectos y contratistas.
Las celebridades buscaron confidencialidad. Pero ahora los que buscan el secreto son personas no famosas, que trabajan para firmas como Facebook, Google o Twitter.
"Es gente que uno nunca oyó nombrar", dijo un contratista que pidió que no se lo nombre. Dijo que esta práctica "es bastante generalizada" en casas de lujo de gente de tecnología del área de la Bahía de San Francisco. Los trabajadores a los que se pide que firmen esos acuerdos son de todo tipo: pintores, instaladores de pisos, gente de limpieza, jardineros, paisajistas, cualquier cosa asociada con la casa. "A veces -dijo el contratista- ni siquiera se sabe quién es el cliente. O se sabe por alguna infidencia durante el trabajo."
Una reciente demanda que involucra a uno de los nombres más importantes -Mark Zuckerberg- ha echado luz sobre los documentos de confidencialidad respecto de casas, y la necesidad de privacidad que hace que existan. Documentos de la demanda, incluyendo algunos presentados el miércoles, muestran que Zuckerberg y sus representantes buscaron acuerdos de confidencialidad. En un correo electrónico que se incluyó en el caso, un abogado de Zuckerberg escribió al abogado de la parte contraria: "Como su cliente sabe, Zuckerberg hace grandes esfuerzos para proteger la privacidad de su vida personal".
Lo que agrega una contradicción: alguna gente que requiere confidencialidad se cuenta entre la que ha creado una rama de servicios basada en lo opuesto, la difusión de información personal.
Neil Richards, profesor y experto en privacidad de la facultad de Derecho de la Universidad Washington de St. Louis, dijo que estos documentos de confidencialidad crean una especie de "ricos y pobres" con respecto a la información".
Por lo que uno no se va a enterar de gran cosa respecto de la obra en la calle 21 cerca de Dolores en San Francisco por parte de los trabajadores que han estado casi dos años allí. Una tarde reciente me acerque a un hombre en la cuadra, me presenté como reportero del New York Times y le pregunté qué hacía.
"Trabajo en una casa", dijo. Es todo. "¿Qué casa?" pregunté. "Una casa calle abajo." Fue vago. "¿Está hablando de la casa de Zuckerberg?", pregunté. "No puedo decir de quién es o de quién no es", dijo el electricista.
Me presenté a un tipo sentado detrás de una mesa al otro lado de la calle. Parecía ser un capataz o alguien que entregaba las identificaciones de los trabajadores. Me dijo que el lugar era "solo una casa" y me entregó una tarjeta con una dirección de correo electrónico para relaciones públicas en Facebook, pero sin nombre.
Una vecina fue más expresiva. "Es indignante", dijo del deseo de privacidad de Zuckerber, así como de la actividad en la cuadra. "Mire esta privacidad. Ha sido así por dos años. ¿Dónde está su preocupación por los vecinos?" Su nombre de pila era Sharon y dijo que era una techie de primera generación jubilada, pero no quiso decir su apellido, diciendo que temía "retaliaciones".
No me contestaron un correo que envíe al contacto de Facebook que me dio el supervisor en la obra. Una vocera de Facebook dijo que la compañía no comenta sobre los asuntos personales de Zuckerberg.
La vida de Zuckerberg ha sido relatada de modo no autorizado en libros y otros medios, siendo lo más conocido el film La Red.
Chris Hoffnagle, experto en privacidad y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de California, Berkeley, dijo que aunque es llamativo que quienes lucran con los datos busquen mayor privacidad personal, es posible que estén en la senda correcta. Un acuerdo de confidencialidad, que impida que información íntima quede online, "es una cosa sensata".
Traducción de Gabriel Zadunaisky