Los síntomas que se reflejaron en el 8-N
Recientemente el Banco Mundial publicó un reporte en inglés sobre el crecimiento de la clase media en casi todos los países de América latina desde principios de los ‘90 hasta 2009. Por alguna razón sospechosa, no ajena a las prácticas kirchneristas, la gacetilla en español que se le entregó a la prensa nacional ponía a la Argentina en un lugar destacado dentro de esa mejoría, cuando el informe no distingue el caso argentino. Por el contrario, el crecimiento de la clase media argentina entre 1994 y 2009 (las fechas que usa el informe) es menor al de la mayoría de los países de la región. La explicación es muy sencilla: hace ya tiempo que el país tiene una clase media amplia. Varios de los países de la región, en particular Brasil, Chile y Colombia, han hecho en los últimos años un rápido catch up.
La pregunta del millón es: ¿cuáles serán los efectos de la ampliación de la clase media? En el último capítulo del informe se explicitan las razones de la importancia de tener una clase media amplia, pues ésta no es sólo consecuencia del crecimiento económico sino causa de desarrollo subsiguiente. Los canales a través de los cuales eso sucede dan una clave para entender la marcha de protesta de clase media del 8–N a la luz de las políticas kirchneristas.
El primer canal que postula una clase media amplia como causa de desarrollo es que "altos costos fijos de las inversiones en capital humano y físico pueden otorgar a las clases medias una posibilidad mayor [que a las clases bajas] de hacer inversiones, que lleven a mayores retornos de largo plazo".
Un segundo canal enfatiza la importancia de los mercados domésticos para el crecimiento, lo que puede ser impulsado por el mayor poder adquisitivo de las clases medias y su demanda por productos de calidad. Las clases medias pueden también afectar el desarrollo institucional: "Las sociedades afluentes favorecen la creación y consolidación de democracias y, más generalmente, buenas instituciones". También: "Mayores ingresos pueden reducir el conflicto sobre la distribución del ingreso, pues las preferencias por democracia y estabilidad [por parte de las clases medias] pueden superar los beneficios por redistribución y actividades expropiativas". Y "ciudadanos con mayor capital humano pueden ser más efectivos en defender buenas instituciones".
En síntesis, las clases medias promueven inversiones en capital humano y físico, altos retornos de largo plazo, mercados de calidad, buenas instituciones y reducción de la conflictividad social. ¿Les suena? Son algunas de las principales consignas del 8-N. Cuando se trasladan del lenguaje económico al de la calle, buenas instituciones implica no a la re-re, justicia independiente y rechazo al aparato de propaganda estatal; inversiones en capital humano y físico con altos retornos significa no a la inflación y a las expropiaciones arbitrarias, mejor salud y educación y mayor seguridad; mercados de calidad implica el rechazo a la producción con precios exorbitantes y calidad paupérrima, y reducción de la conflictividad social significa no a la división entre los argentinos promovida desde el Gobierno.
La paradoja es que el oficialismo aplaude el crecimiento de la clase media informado por el reporte, pero se niega a escuchar las demandas de esa clase media, que el mismo reporte indica como los factores por las que una clase media amplia es un activo fundamental para el progreso de una sociedad.
Si se profundizan las medidas de los últimos años (política monetaria inflacionaria, represión financiera y cambiaria, restricciones a exportaciones e importaciones, concentración de poder político y económico, centralismo fiscal, desmantelamiento de las capacidades del Estado, incentivo a la informalidad y desincentivo al desarrollo de mercados competitivos y a la calidad educativa), prontamente la clase media argentina empezará a disminuir. Mientras tanto, otros países de la región seguirán, con políticas más sensatas, su camino de progreso social.
Por José Anchorena
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