Los silencios del Gobierno que desnudan crisis ocultas
A veces, las ausencias dicen más que horas de exposiciones forzadas. Ayer, en un raid extraordinario del equipo económico en distintos escenarios, aparecieron algunas pistas producto de esas huidas de la agenda pública.
La primera ausencia pudo haber mostrado costos que el ministro de Economía, Martín Guzmán, no sigue dispuesto a pagar por la campaña o, más probablemente, reveló una adaptación suya a las audiencias parecida a la del Presidente.
El economista estuvo ayer en dos escenarios repletos de empresarios. En el Consejo de las Américas no habló ni siquiera de la inflación. Luego, frente a hombres de negocios “amigos”, sólo anticipó que agosto será mejor que julio. La omisión troncal fue la crítica que enarboló en San Juan a los empresarios por las subas de precios. A comienzos de mes, con un auditorio de estudiantes universitarios, dijo que a los hombres de negocios les había faltado “conducción y alineación” para subirse al colectivo de su objetivo macro ya incumplido del 29%. No habrá resolución para un problema cuya conclusión requiere consenso político hasta que el Gobierno deje de distorsionar sus causas en campaña responsabilizando a otros.
Debajo de la segunda ausencia subyace una crisis. El Gobierno organizó ayer un Congreso de la Producción y el Trabajo, y no invitó a la Unión Industrial Argentina (UIA), entidad que agrupa 75 cámaras, 100 empresas directas y mas de 60.000 de firmas representadas. En el oficialismo reconocen que fue una señal política y alegan que la entidad fabril, tras la asunción de Daniel Funes de Rioja, absorbió un tinte político “opositor”. Tal situación encierra una paradoja: la industria es el sector al que apuesta el Gobierno.
Apenas asumió Funes de Rioja, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, lo cuestionó públicamente en varios encuentros. La tensión sigue mas allá de la reunión que la semana pasada tuvieron Kulfas, el ministro de Trabajo; Claudio Moroni, y Funes de Rioja. El llamado del titular de la UIA a no pagar sueldos a empleados que no vuelvan a sus lugares de trabajo porque no se quieren vacunar –un tema que se había charlado en encuentros privados entre los tres– dejó en offside a los ministros, que hicieron silencio sobre el tema. Sin embargo, lo que más molesta es la agenda de “tres cepos” que prioriza la UIA en campaña, pese a la mejora que observan oficialmente en el sector. Quizás la semana que viene parte de esa agenda crítica vea la luz en una encuesta que se hizo entre los socios y que ya procesa Pablo Dragún, economista de la casa. En la UIA le bajan el precio al conflicto, pero todavía no tienen la confirmación oficial de Alberto Fernández –ni de Kulfas– para la celebración del Día de la Industria la semana que viene en José C. Paz.
La tercera ausencia tuvo que ver con el futuro –no el pasado, arduamente debatido en campaña– de la deuda externa argentina. Pese a las versiones que surgieron esta semana desde el Frente de Todos sobre un acuerdo cerrado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) lejos estuvo Guzmán de confirmar algo así ante la Comisión Bicameral Permanente de Seguimiento y Control de la Gestión de Contratación y de Pago de la Deuda Exterior del Senado en la que se presentó ayer.
No dio detalles del avance de la negociación, de sus plazos, de qué reformas estructurales reclama el organismo para patear los enormes pagos (US$19.100 millones en 2022, y 19.300 millones, herencia de Cambiemos), de si el Fondo aceptará los pedidos argentinos de eliminar recargos en las tasas de interés y habilitar el salto a un programa más conveniente en el futuro; tampoco dijo nada sobre para qué usará los Derechos Especiales de Giro (DEG) que fueron depositados la semana pasada (equivalen a US$4334 millones).
Vale rescatar que Guzmán fue medido al criticar al organismo por las “responsabilidades compartidas” del stand-by de 2018. El senador Rodolfo Tailhade lo instó a que lo declarara “delictivo”. Lo que no faltó en el raid de Guzmán fue la política y su inefable instinto de supervivencia. En el Senado volvió a agradecer a Cristina Kirchner, a Sergio Massa y a Máximo Kirchner. Olvidó al Presidente. “Nosotros somos el pueblo”, coreó el ministro al cerrar.
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