Los secretos del éxito de Berkshire Hathaway
Charles Munger, la mano derecha de Warren Buffett, habla sobre su filosofía de inversión y el futuro del conglomerado
¿Por qué casi 250 inversionistas acudieron a Los Ángeles el pasado fin de semana para escuchar las palabras de un hombre de 90 años en la reunión anual de una diminuta editorial de textos jurídicos que también fabrica software? Porque era nada más y nada menos que Charles T. Munger —la mano derecha de Warren Buffett—, quien habló largo y tendido sobre uno de sus activos menos conocidos y de todo un poco.
Munger, vicepresidente de la junta de Berkshire Hathaway desde 1977, también ha presidido una firma desconocida, Daily Journal. Sus apariciones públicas son tan poco frecuentes y sus comentarios tan entretenidos y esclarecedores que los inversionistas viajan desde lugares remotos para escucharlo.
No salieron decepcionados. Munger habló casi sin parar durante dos horas en las que arremetió contra el sector financiero, elogió el potencial económico de China y ofreció consejos financieros. Su mensaje central es que la única forma en que los inversionistas alcancen todo su potencial es que piensen en forma independiente. "Si uno es racional con uno mismo", dijo, "la estupidez del mundo le ayudará".
Conversé en privado con Munger después de la reunión y esto es parte de lo que me dijo.
Considera que 3G Capital —la firma brasileña junto a la cual Berkshire adquirió H.J. Heinz el año pasado y que ahora busca fusionar Burger King Worldwide con la canadiense Tim Hortons— es "probablemente la mejor del mundo" a la hora de hacer que las "empresas funcionen mejor a un costo más bajo". Agrega: "Creo que (...) no le hacemos ningún favor al mundo al emplear más personas de las necesarias para que las empresas sean gestionadas eficientemente".
El próximo año se cumplirá medio siglo desde que Buffett asumió el control de Berkshire y, para el aniversario, el Oráculo de Omaha le pidió que respondiera dos interrogantes: "¿Por qué funcionó?" y "¿continuará?".
Las preguntas son "muy interesantes", reconoce, "porque el resultado real de Berkshire es absolutamente ridículo". El propio Munger queda un poco perplejo al pensar que él y Buffett tomaron un conjunto disparatado de activos, como empresas de textiles moribundas, tiendas por departamentos que no crecían y una firma de estampillas para programas de lealtad, y lo transformaron en la quinta mayor compañía de Estados Unidos por capitalización de mercado, con un valor de US$337.000 millones.
"¿Cómo es que esta cosa terminó siendo más valiosa que GE (General Electric)?", pregunta Munger con un tono de asombro en su voz.
Primero que todo, observa, otras empresas como GE "tenían una larga historia de trasladar (a los líderes de sus divisiones) constantemente dentro del conglomerado, y eso equivale a pedirle al músico que toca el oboe en una orquesta sinfónica que toque el piano y esperar que eso no afecte la calidad de la música". En Berkshire, los grandes gestores se mantienen en sus puestos.
En segundo lugar, añade, "pienso que nuestro temperamento nos concedía una ventaja: Warren y yo sabemos mejor que la mayor parte del resto de la gente lo que sabemos y lo que no sabemos. Eso es incluso mejor que tener muchos puntos extra en el coeficiente intelectual".
Munger prosigue: "Las personas se equivocan de manera crónica a la hora de evaluar los límites de su conocimiento; esa es una de las partes más básicas de la naturaleza humana. Conocer las fronteras de tu círculo de competencia es una de las tareas más difíciles de un ser humano. Saber lo que no sabes es mucho más útil en la vida y en los negocios que ser brillante".
Munger señala que en este momento no ve ninguna inversión que valga la pena y no ha comprado nada para su portafolio en los últimos dos años. Sigue esperando una ganga irresistible.
"Una persona me dijo: ‘Tengo una lista de 300 acciones con un gran potencial y las sigo en forma constante con la esperanza de que el precio de una de ellas caiga lo suficiente para comprar’", cuenta. "Bueno, es algo muy razonable, pero ¿cuántas personas poseen esa clase de disciplina? Ni siquiera una en 100".
Para prosperar en el mundo de las inversiones, asevera, hay que poseer "esta loca combinación de agallas y paciencia, hay que estar listos para aprovechar una oportunidad cuando se presenta, porque en este mundo las oportunidades no duran mucho tiempo". Munger menciona, como ejemplo, que en marzo de 2009 adquirió 1,6 millones de acciones del banco estadounidense Wells Fargo para Daily Journal a un costo promedio que calcula en US$8,58 la acción. Hoy, la acción se transa en torno a US$51,50.
"La paciencia ayuda a los inversionistas y muchas personas no soportan esperar ", añade. "Si uno no tiene el gen de la gratifi-cación diferida, hay que trabajar mucho para superarlo".
¿Hasta cuándo Munger y Buffett, de 84 años, seguirán dirigiendo sus compañías? "Estamos rodeados de muchas personas inteligentes que no vacilarán a la hora de decirnos que es hora (de retirarse)", dice.
Luego agrega, sin inmutarse: "No tengo mucho tiempo en relación a Warren, en términos estadísticos, si uno mira las tablas de longevidad".
Me dijo todo esto tras hablar con inversionistas durante dos horas y luego presidir una reunión de la junta directiva durante otras tres. Hombres de la mitad de su edad hubiesen estado listos para una siesta, pero Munger no muestra señales de bajar el ritmo