Los robots no piden paritarias: así será el futuro laboral
No se enferman, no se estresan, no piden bonus a fin de año, no reclaman paritarias plurianuales, no se quejan ni tienen sesgos cognitivos a la hora de tomar decisiones. Cuando se habla de mercados de trabajo, los robots parecen tener más de una ventaja sobre los seres humanos.
La posibilidad de que las máquinas comiencen a reemplazar a las personas en actividades que hasta hace poco parecían imposibles de delegar es el eje de uno de los debates más interesantes de la economía laboral de los últimos tiempos. Hay quienes piensan que se trata de una polémica de ciencia ficción, pero la realidad es que hay cada vez más académicos tomándose el tema en serio.
Un estudio que reavivó la discusión fue "El futuro del trabajo: ¿cuán susceptibles son los empleos de volverse computarizables?", la más completa investigación realizada hasta ahora sobre el tema, publicada recientemente por los economistas ingleses Carl Frey y Michael Osborne, ambos de la Universidad de Oxford.
Frey y Osborne analizaron en detalle las principales 702 ocupaciones del mercado laboral de los Estados Unidos y llegaron a una conclusión escalofriante: un 47% de los empleos de la mayor economía del mundo se encuentran en riesgo de ser reemplazados por máquinas en los próximos 20 años.
La cuestión no es nueva, ni mucho menos. En 1933, John Maynard Keynes, el padre de la macroeconomía moderna, lanzó su concepto del "desempleo tecnológico", que surgiría del hecho de que los avances científicos que permiten economizar puestos de trabajo van más rápido que la capacidad del mercado de generar nuevas ocupaciones.
La novedad, señalan Frey y Osborne, es que los progresos en inteligencia artificial están haciendo que muchas actividades que hasta ahora se consideraban indelegables por parte de los seres humanos estén dejando de serlo. "La discusión, hasta no hace mucho tiempo, pasaba por los empleos perdidos en el sector industrial -gracias a la construcción de máquinas sofisticadas- que se iban a puestos de baja remuneración en el sector servicios. O por la desaparición o disminución drástica de actividades como las de los telefonistas, cajeros o ascensoristas. Pero ahora vemos que el campo en riesgo es mucho más amplio", explican los economistas.
"Mientras que la informatización se ha limitado históricamente a las tareas de rutina que impliquen actividades basadas en reglas explícitas, algoritmos para grandes datos están conquistando rápidamente el reconocimiento de patrones y pueden sustituir fácilmente la mano de obra en una amplia gama de tareas cognitivas no rutinarias. Además, los robots avanzados están ganando en sentidos y destreza, de modo tal que les permite un mayor alcance de las tareas manuales. Es probable que esto cambie la naturaleza del trabajo en todas las industrias y ocupaciones", afirman los autores del trabajo.
Dos años atrás, en los Estados Unidos, la Universidad de Arizona, la fundación New America y la revista Slate lanzaron una serie de discusiones al respecto, que incluyeron la participación del economista de moda, Tyler Cowen, autor del best seller El gran estancamiento.
El promotor de estos debates fue el columnista especializado en tecnología de Slate Farhad Manjoo, quien venía explorando el impacto que tendrán los robots en el ámbito laboral, en campos como la medicina, el derecho o el periodismo.
"Las máquinas están aprendiendo a desarrollar capacidades que se consideraban exclusivas de los humanos a pasos agigantados - dice Manjoo-. Pueden entender el lenguaje, reconocer rostros, analizar una biopsia y detectar células cancerígenas y hasta resolver una apelación sobre su próxima multa por infracción de manejo."
Hay conclusiones del debate muy originales. Cuando uno piensa en un robot, está influenciado por películas como Wall-E o L os Jetsons , que usan máquinas para tareas manuales, pesadas y monótonas y que las personas no quieren realizar más. Pero la realidad es que la llegada de los robots se está concentrando en trabajos altamente especializados, donde hay mucho dinero en juego.
Un estudio y un negocio
Uno de los ejemplos más contundentes es el de los tests "Pap", que en los últimos años redujeron en un 90% la prevalencia del cáncer cervicouterino. El Papanicolaou no fue sólo muy bueno para los pacientes, sino también para los médicos y centros de diagnóstico, que desarrollaron un negocio de 500 millones de dólares al año. Esta actividad ya fue "infiltrada" por máquinas más eficaces que los médicos. "Hay un mensaje claro -dice Manjoo-. Si usted se especializa en una sola cosa, y si en esa actividad hay mucho dinero involucrado, entonces mejor vaya colgando el cartelito de «¡Bienvenidos robots!». Porque vienen por usted."
"En los últimos 10 años, la humanidad produjo más conocimiento que a lo largo de toda su historia junta. El mundo está transitando por una nueva época gracias a los avances en el conocimiento que se produjeron alrededor, principalmente, del átomo, del gen y de la computación, que permitieron avanzar sobre las leyes de la materia, la vida y el cálculo", explica ahora Agustín Campero, un economista especializado en temas de innovación y avance científico.
"En materia laboral, el desafío de los países no va a venir dado tanto por el avance del conocimiento en sí mismo, sino por la aplicación del conocimiento ya alcanzado: nuevos productos, nuevos procesos productivos, nuevas formas de organización", continúa Campero.
En 2004, se consideraba que fabricar un vehículo que circule en forma autónoma era una tarea imposible. Años después, Google anunció que era una realidad, lo cual pone un enorme signo de interrogación sobre los empleos vinculados al transporte en los próximos años.
¿Qué otras actividades son susceptibles de volverse computarizables? En el trabajo de Frey y Osborne se rankean las 702 ocupaciones y en el extremo de actividades computarizables en el muy corto plazo están los telemarketers, los vendedores de seguros, los trabajadores textiles, los técnicos matemáticos y los reparadores de relojes, entre otros. En una escala del 0 al 1, las ocupaciones mencionadas anteriormente reciben valores de 0,98-0,99. A los "contadores y auditores" no les va mucho mejor: su número es 0,94. Con un 0,43, los economistas figuran en la posición 282, más en riesgo que los "actores", que se ubican en el puesto 259.
Los periodistas aparecen un poco menos reemplazables en el lugar 177. La actividad más difícil de realizar por robots, de las 702 relevadas, es la de "terapistas recreativos".
Frey y Osborne señalan también que los trabajadores sin sangre en las venas tienen otra ventaja que frecuentemente se pasa por alto: no están sujetos a "sesgos" o errores cognitivos en actividades que dependen de una buena capacidad de decisión. La economía del comportamiento (que toma enseñanzas de la psicología) viene remarcando que los costos de estos sesgos, acumulados, son elevadísimos.
Un ejemplo bien gráfico: en Israel, Shai Danzinger, de la Universidad Ben Gurion, probó en 2011 que jueces muy experimentados son mucho más generosos en sus sentencias penales cuando vuelven del almuerzo. Esto con C-3PO o Arturito, de La Guerra de las Galaxias , no pasaría.
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