Los ‘refugios’ de alto riesgo de los inversionistas
En tiempos difíciles, se atrincheran en los bonos de Israel y la deuda de Lehman
La búsqueda por la apuesta perfecta ha desviado a algunos inversionistas muy lejos del rebaño. Estos inversionistas están revisando hasta los rincones más recónditos del mundo de las inversiones para apostar por los bonos israelitas, la suerte de la banca islandesa y la probabilidad de recibir pagos de la bancarrota de Lehman Brothers Holdings.
El objetivo es hallar inversiones cuyo valor no esté sujeto a los grandes movimientos de los mercados dictados por la crisis europea y las batallas políticas en Estados Unidos.
Tradicionalmente, los inversionistas han recurrido a materias primas como el petróleo y a coberturas para protegerse de los vaivenes de los mercados. Últimamente, no obstante, estos activos han tendido a subir y bajar en sincronía, un fenómeno conocido como correlación.
"Los inversionistas se dan cuenta de que, en épocas de crisis, cae todo su portafolio", apunta Robert Koenigsberger, director de inversión de Gramercy, una administradora de fondos especializada en mercados emergentes con unos US$2.700 millones bajo gestión. "Se ha producido un gran movimiento para reforzar los portafolios con inversiones que no están correlacionadas", afirma.
Alfredo Viegas, estratega de mercados emergentes de la firma de valores Knight Capital Group, recomienda a sus clientes apostar contra los bonos de Israel. Su teoría es que, al estar tan concentrado en Europa, el mercado no ha evaluado acertadamente los riesgos de Medio Oriente, como un deterioro en las relaciones entre Israel e Irán o un recrudecimiento de los conflictos en Egipto y Siria. Una vez que los inversionistas incorporen tales riesgos, los bonos israelitas se desplomarán, razona Viegas. Mientras tanto, la deuda de Israel no se verá tan afectada por la crisis europea, agrega.
Pese al alza en los rendimientos de los bonos europeos en los últimos meses, los US$70.000 millones en bonos israelitas denominados en dólares han tenido un desempeño estable y rinden 1,4 puntos porcentuales por encima de los bonos del Tesoro estadounidense.
Eso los transforma en una inversión contra la cual es barato apostar. Una posición de tres meses por US$100 millones contra los bonos de Israel, junto a una cobertura en bonos de EE.UU., costaría cerca de US$750.000, dice Viegas. La transacción, sin embargo, podría generar US$5 millones y tal vez mucho más si hay una crisis en Medio Oriente, asegura el estratega.
Menos fluctuación
Las inversiones no correlacionadas, como la de los bonos israelitas, fluctúan menos que otros activos puesto que su desempeño está más ligado a acontecimientos específicos, como la guerra o decisiones judiciales. Algunos inversionistas han estado comprando la deuda de Nortel Networks y Lehman Brothers, empresas que se declararon en bancarrota, con la esperanza de ganar dinero cuando se distribuyan los fondos recaudados en el proceso de quiebra. Los bonos de estas empresas ocuparon el sexto y octavo lugar entre la deuda chatarra más transada del tercer trimestre, según la firma especializada MarketAxess.
"Es un mercado de deuda bastante definido. Hay un fondo a repartir y los inversionistas tratan de dilucidar cuánto les corresponde", explica Timothy Horrigan, de Fulcrum Capital, una firma de valores especializada en bancarrotas.
Los inversionistas están dispuestos a pagar por tener ese tipo de certeza en medio de las tormentas del mercado.
La negociación de los bonos de Nortel se disparó en julio, cuando el portafolio de patentes del desaparecido fabricante canadiense de equipos de telecomunicaciones fue vendido por cerca de US$4.500 millones, una suma superior a la prevista. Los precios de la deuda saltaron de los 95 centavos a los 114 centavos por dólar.
A su vez, Elliot Management ha estado comprando deuda de Lehman Brothers y, según documentos judiciales, acumula cerca de US$587 millones. Muchos de los vendedores han sido bancos e inversionistas europeos. Los bonos de Lehman se han negociado en torno a los 25 centavos por dólar en lo que va del año.
Son, por supuesto, estrategias de inversión muy arriesgadas en las que no es de extrañar que a veces el tiro salga por la culata. Un fallo judicial desfavorable o el descubrimiento de que las finanzas de un emisor están en un estado más precario del previsto podrían afectar el valor de la inversión.
Los compradores de bonos de los bancos islandeses en quiebra, por ejemplo, absorbieron un duro golpe este año, cuando la Corte Suprema del país decidió que los depositantes debían ser resarcidos antes que los inversionistas, lo que generó un derrumbe de 17% de los bonos.
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