Los próximos pasos de Milei: vienen cambios con efectos inmediatos para la Argentina
Milei avanzará en cambios drásticos inmediatos, como el cierre de empresas públicas y la eliminación de dos de cada cinco puestos en la alta conducción del Estado desde el primer día; el fin de las lealtades de la campaña desató una pelea inesperada por las sillas de Economía y el Banco Central, que aún están vacantes; quiénes son los principales candidatos y el destino de la AFIP
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Desde hace tres días, Luis “Toto” Caputo piensa, vive y siente como quien manejará el destino de la economía argentina. Es un nuevo trabajo que empezó a ocupar con un dejo de impostor. Dado que aún no fue oficialmente anunciado en ningún cargo, pide prudencia cada vez que habla ante personas influyentes con el traje del futuro conductor desde el 10 de diciembre próximo. Tiene otro motivo: Javier Milei y Nicolás Posse todavía discuten cuál será su lugar definitivo.
Caputo probó anteayer el sabor del regreso al Estado. Ocurrió en una reunión con banqueros, quizás el medioambiente que más le gusta. Contó sin detalle cuál era su alternativa para desactivar la crisis del Banco Central, que los involucra. Es un tema delicado porque del otro lado está la plata de quienes depositan dinero en las cuentas bancarias.
Caputo hizo golpear varias veces contra la misma pared a quienes le preguntaron, un público pequeño, pero poderoso, compuesto por Alejandro Butti (Santander), Martin Zarich (BBVA), Federico Elewaut (Citi) y Facundo Gómez Minujin (J.P. Morgan). “¿Demian Reidel va a ser presidente del Banco Central?”. No está definido, les dijo. “¿Quiénes van a ser los directores del Banco Central?”. Faltan detalles por resolver, respondió.
El expresidente del Banco Central no ocultaba casi nada. Lo puede confirmar el propio Miguel Pesce, actual presidente de la entidad, que sigue esperando al enviado de Javier Milei para iniciar la transición, mientras que el equipo de Sergio Massa habla desde hace días con Santiago Bausili y Martín Vauthier, dos economistas muy cercanos al propio Caputo.
La conducción del Banco Central sigue siendo una silla sin dueño en el nuevo gobierno. Reidel les comunicó a personas cercanas ayer por la mañana que no aceptaría ese puesto por un escollo insalvable: descree de la dolarización. Seguirá, sin embargo, trabajando junto a Javier Milei. Ambos tienen buena sintonía recíproca.
La negativa de Reidel abre nuevos destinos para la entidad monetaria, clave en un país con alta inflación. El equipo de Caputo estuvo reuniendo a fines de la semana información relativamente específica sobre la operación del Banco Central, algo que despertó nuevas sospechas en el equipo de LLA. Quizás el presidente de la entidad termine saliendo del equipo de transición (¿Bausili?), de algún viejo colaborador (¿Pablo Quirno), o sea el propio Caputo.
Ayer a las 19.30, el exministro de Macri tenía dos puertas abiertas: el Ministerio de Economía o el Banco Central. Todo dependía del nombre elegido para completar el par.
No hubo desilusión entre los banqueros que escucharon a Caputo. Les confirmó que no habrá reperfilamiento ni reprogramaciones de deuda, mientras que la estabilización de la economía es prioridad antes que la salida del cepo cambiario.
Los primeros pasos de este expresidente del Banco Central como funcionario sin Ministerio muestran cómo será el principio del gobierno de Javier Milei. Lo urgente estará antes que cualquier otra cosa importante y las lealtades de la campaña se terminaron en la noche del triunfo electoral.
Mañana de sentimientos encontrados entre las personas que acompañaron desde el primer momento a Javier Milei en el camino que lo condujo a la Presidencia. Tras la alegría del domingo triunfal, llegó el lunes pasado el momento de enfrentarse con la realidad del poder.
Carlos Rodríguez, Roque Fernández y Darío Epstein intercambiaban ideas con respecto a la conveniencia de anunciar ahora al ministro de Economía. ¿Había que darlo a conocer ya mismo o era mejor esperar hasta el 10 de diciembre, de manera de no pagar los platos rotos del final de fiesta kirchnerista? Se impuso la mirada de los mayores.
Rodríguez, jefe de ese consejo asesor del presidente electo, divulgó la conclusión el mismo lunes a las 11.22. Sería desaconsejable anticipar políticas cambiarias y monetarias de corto plazo antes de asumir. Lo escribió en X y arrobó a Milei. Es una de las formas que tenían de comunicarse. Pero sus consejos ya no eran escuchados.
Anteayer por la mañana. Rodríguez, que para Milei era uno de los mejores economistas de la historia argentina, anuncia su decisión de terminar toda relación de asesoramiento con La Libertad Avanza. Es el último capítulo en la fantástica metamorfosis política que sufrió Javier Milei en los cuatro días que le siguieron a su triunfo electoral sobre Sergio Massa. Los indicios de la campaña no anticipaban ese vuelco operativo.
Las capas geológicas originarias de La Libertad Avanza están sacudidas por el cambio, a tal punto que varios de sus integrantes sospechaban que el destino final de varios colaboradores que habían sido fundamentales en los tiempos de la campaña no estarán en el gobierno.
Esa intuición creció con el caso de Emilio Ocampo, que declinó seguir en el proyecto cuando se concretó el ofrecimiento de Nicolás Posse a Luis “Toto” Caputo para que se haga cargo del Ministerio de Economía. LA NACION había anticipado esa combinación combustible.
Había evidencias notorias de que el vínculo entre Milei y Ocampo estaba desgastado. De hecho, el autor del plan de dolarización que había convencido al libertario no obtuvo respuesta a los mensajes de WhatsApp que le enviaba al presidente electo en al menos los últimos 10 días.
Nada define mejor el nuevo contexto en el que se mueve Milei que la salida de Ocampo. La dolarización, principal bandera en la campaña, no está muerta, pero sí postergada. Lo urgente está antes que lo importante, otra vez.
La primera presión, para Milei, está en resolver el problema de los pasivos remunerados del Banco Central (Leliq y pases pasivos) sin terminar en un plan Bónex, como en los inicios del menemismo en los primeros años 90. En ese renglón juega Caputo. A través de su consultora Anker, le sugirió al libertario que sería capaz de conseguir el dinero necesario para desarmar la bomba sin explosiones.
En principio, Caputo buscaba un contrato de asesoramiento, pero se llevó un ofrecimiento mucho mayor al que esperaba: liderar el proceso. La tentación es grande, pero los malos recuerdos de su paso por la gestión de Mauricio Macri, también.
También está abierta la vacante de AFIP. Entre los nombres que se manejan están el de Santiago Montoya, el de Andrés Ballota (Agip, que recauda en la ciudad de Buenos Aires) y un especialista del estudio Bruchou, entre otros.
El álter ego de Milei
Nicolás Posse es, como nunca antes, el principal alter ego hoy del propio Milei. Metódico e incansable, tiene bajo su poder el organigrama del Estado a partir del próximo 10 de diciembre. Su paso arrasador y el conocimiento de lo que vendrá lo llevaron a rellenar por su propia cuenta algunos casilleros de la administración siguiente antes, incluso, de que se defina quiénes conducirán esas carteras. Es lógico que haya tensiones.
Martes pasado por la mañana. El expetrolero Javier Iguacel, que pasó por el Ministerio de Energía en la gestión de Macri, es intendente de Capitán Sarmiento y miembro destacado del equipo de Patricia Bullrich, estaba convencido de que aún no se había definido la futura conducción de YPF.
Iguacel lo había conversado informalmente con Macri a principios de la semana y con Patricia Bullrich, que debía reunirse ayer con el propio Milei. Hasta había comenzado a recibir señales de apoyo de gobernadores a través del WhatsApp.
Casi al mismo tiempo, el partido de Milei confirmaba oficialmente en ese puesto a Horacio Marín, un técnico conocido en el sector como “sano, bueno y honesto”. Lo refrendó en un comunicado en la mañana de anteayer.
La llegada de Marín revela el método de trabajo de Posse. Se sabe quién manejará la principal empresa industrial del país antes de que se conozca quién será su jefe.
Lo que ocurrió esta semana no fue más que la consumación de un acuerdo preexistente. Posse le había ofrecido la conducción de YPF a Marín en septiembre, casi un mes después del triunfo en las elecciones primarias. El nuevo jefe de la petrolera bajo control estatal, que venía trabajando desde el año pasado con el equipo de Milei, esperó hasta el desenlace de los comicios para cerrar su salida de Techint. Lo habló directamente con Paolo Rocca.
Las gestiones de Macri y Bullrich pierden peso cuando hay decisiones anteriores ya tomadas. Solo un motivo le permitió a Iguacel guardar esperanzas hasta último momento. El universo de Milei, ahora, es muy cambiante.
Carolina Píparo, que había sido confirmada en la Anses, debió dejarle su lugar a Osvaldo Giordano, ministro de Finanzas de Juan Schiaretti, con quien también había una relación preexistente que involucra una parábola de regreso a los 90.
Este economista tuvo a principios de este año un encuentro secreto con Milei. Allí le presentó su libro “Una vacuna contra la decadencia” (escrito junto a Jorge Colina y Carlos Seggiaro), donde, entre otras reformas estructurales, propone cambiar el régimen de coparticipación federal para que las provincias más grandes se autofinancien, algo que tuvo buena recepción por parte del presidente electo. Su padrino para llegar al Gobierno, sin embargo, no es el propio Milei, sino su futuro ministro del Interior, el influyente Guillermo Francos.
Giordano fue miembro de Acción por la República, el partido que Francos fundó junto a otro personaje cercano al corazón de Milei: Domingo Cavallo. Más aún: el flamante integrante del gobierno electo dio sus primeros pasos en el Estado como parte del gabinete del Ministerio de Trabajo que dirigía en aquel momento Armando Caro Figueroa y orientaba el jefe de Economía.
La arena movediza por la que transitan las designaciones del futuro gobierno deberá encajar en una estructura más grande que ya está casi terminada.
Un edificio de coworking en Núñez es el centro de operaciones en el que funcionan unas 100 personas que responden a Nicolás Posse. En una de las computadoras está el nuevo diagrama del Estado a partir del próximo 10 de diciembre.
Según la planilla de cálculo, los cambios modificarán de manera drástica la fisonomía del sector público, en especial en la denominada alta conducción. Es la segunda metamorfosis de Milei. Ya no es política, sino administrativa.
La ley de Ministerios que escribe el equipo contempla ocho carteras. Hoy hay 350 sillas definidas por la política, entre los propios ministros, los secretarios y las subsecretarías. Ese número bajará a 150. Es decir, se eliminarán dos de cada cinco puestos políticos. Es una cifra exigua para el universo del Estado, pero fuerte en términos simbólicos. A tal punto, que el gobierno electo hará propaganda con ella.
Las personas casi desconocidas que trabajan en Núñez están delimitando cómo serán cada una de las áreas, cuál será su presupuesto, qué objetivos tendrán y a qué se les dará prioridad. Cuando Milei dice que echará al ministro que no cumpla, se refiere a este trabajo. Posse espera tener en la mano el diseño completo del Estado en los primeros días de diciembre, a más tardar.
Quizás ese plexo, que se desarrolla sin la atención que está puesta sobre las designaciones de funcionarios, constituya el mayor desafío a la viabilidad política de las medidas de Javier Milei. Una pequeña muestra puede ser útil: todas las empresas del Estado, como Aerolíneas Argentinas y Arsat, quedarán en la órbita de la Jefatura de Gabinete dentro de un compartimento que se llamará Secretaría de Empresas del Estado.
Será la responsable de coordinar su destino bajo tres categorías: se cierra, se privatiza o se pone en valor para privatizar más adelante. Es un gigantesco desafío para Posse y para el propio Milei: si el primero no cumple por la presión social, el presidente electo se encontrará frente a la disyuntiva de tener que echar a su alter ego o incumplir con su propia palabra.
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