Los programas sociales marcan la diferencia en la elección brasileña
PAULISTANA, Brasil—Al igual que la mayoría en este árido rincón del empobrecido noreste de Brasil, Bartholomew Francisco quiere que la presidenta Dilma Rousseff gane la reelección en los cerrados comicios presidenciales del domingo.
La razón: gratitud por la ayuda que su familia ha recibido del gobierno en un año en el que una sequía acabó con sus cultivos y dejó sin alimento a sus vacas. Más de la mitad de su golpeado estado de Piauí recibe asistencia, y 70% de los votantes respaldaron a Rousseff en la primera vuelta del 5 de octubre.
A más de 2.250 kilómetros, en São Paulo, el desdén por la presidenta de 66 años es alto, lo que aumenta las posibilidades de triunfo de su rival, el conservador Aécio Neves. En el partido de inauguración de la Copa del Mundo aquí, en junio, miles de brasileños, en su mayoría personas con solidez económica, silbaron e insultaron a Rousseff cada vez que aparecía en la pantalla gigante.
En unas elecciones reñidas en medio de un auge de las materias primas que se desvanece, los votantes están divididos entre los que tienen un mejor pasar y los que no.
Los votantes pobres y rurales, beneficiarios de la ayuda federal en los 12 años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), mayormente respaldan a Rousseff.
Los electores más adinerados, concentrados en las ciudades, tienden a culpar a la mandataria por socavar la economía con medidas intervencionistas y permitir que la corrupción florezca, y apoyan a Neves como el candidato del cambio.
"Lo que tenemos ahora es más que una polarización, es una división, y casi un conflicto de clases", dijo Mauro Paulinho, director de la encuestadora brasileña Datafolha.
Las elecciones son unas de las más cerradas desde que el país regresó a la democracia en 1985. Una encuesta que Datafolha publicó el lunes coloca a Rousseff a la cabeza con 46% de la intención de voto, frente a 43% de Neves, un resultado dentro del margen de error.
Hay mucho en juego para una economía rica en recursos que ha sido golpeada por la caída de los precios del mineral de hierro y otros commodities. Brasil registró un crecimiento de 7,5% en 2010, pero ahora enfrenta una estanflación, una combinación de estancamiento y creciente inflación. Desde que Rousseff asumió el poder en enero de 2010, el mercado bursátil de Brasil ha caído más de 20% y su moneda ha perdido un tercio de su valor frente al dólar. Los inversionistas creen que si Rousseff gana el clima empresarial podría empeorar y los mercados han caído cada vez que ella ha subido en las encuestas.
El declive está exponiendo antiguas divisiones sociales y económicas en un país que por mucho tiempo ha sufrido una de las brechas entre ricos y pobres más amplias del mundo. La división seguramente complicará el panorama político para el candidato que gane, lo que eleva los obstáculos para un país que busca una fórmula para volver a la senda del crecimiento.
Para muchos votantes en mejor condición económica, lo que más les atrae de Neves en este momento es que no es Rousseff. El rival que hasta hace unas semanas era dado casi por descartado, se impuso a la otra contrincante, la ambientalista Marina Silva, para quedarse con el segundo lugar detrás de Rousseff en la primera vuelta del 5 de octubre. Los electores que querían un cambio habían apoyado a Silva, pero luego transfirieron su respaldo en masa hacia Neves tras una ola de publicidad negativa en contra de Silva.
Neves, de 54 años, es descendiente de una dinastía política en el más desarrollado sur de Brasil. En un esfuerzo por alcanzar lo más posible a la base de la pirámide económica, ha prometido mantener los programas sociales populares, pero también se vende como un mejor gerente económico. En discursos y debates, ha prometido combatir la inflación, que ronda el 6,75% anual, y ha socavado profundamente los presupuestos de las familias trabajadoras.
Su público objetivo son personas como Luiz Carlos Coutinho, un camionero de 47 años de las afueras de São Paulo. El trabajador gana mucho como para recibir ayuda del gobierno. Los servicios públicos que sí utiliza, como hospitales y colegios, son deprimentes. "Es hora de un cambio", dijo Coutinho, quien votó por Rousseff en 2010 pero que ahora respalda a Neves.
El candidato critica lo que dice es la mano dura de Rousseff en la economía y su resultante ineficiencia y corrupción. Se ha comprometido a reestructurar instituciones como Petróleo Brasileiro SA, la petrolera estatal investigada por supuestos desvíos de fondos públicos.
Rousseff, una ex guerrillera marxista convertida en política, dice que la investigación demuestra su posición firme contra la corrupción. Señala que sus políticas económicas han levantado a las clases bajas de Brasil y han mantenido bajas tasas de desempleo incluso durante la turbulencia global.
La mandataria también contraataca y acusa a su oponente de ser un miembro de la élite contraria a los pobres que revertirá la filosofía de su gobierno de utilizar compañías y bancos estatales para crear empleo y a la vez financiar programas de gran escala para erradicar la pobreza.
En 2013, el predecesor de Rousseff, Luiz Inácio Lula da Silva, fundador del PT, inició un programa al que hoy se le atribuye haber sacado a 36 millones de brasileños de la pobreza extrema. El programa, Bolsa Familia, paga a 14 millones de familias un estipendio mensual para que mantengan a sus hijos en el colegio.
Solo días después del inicio de la campaña electoral, Rousseff elevó los pagos de Bolsa Familia en 10%.
Cerca de 60 millones de votantes, o 42% del electorado de Brasil, viven en hogares que ganan menos de US$590 al mes, el ingreso más bajo según Datafolha. Rousseff tiene el apoyo de 55% de este grupo, frente a 34% para Neves. Eso sería suficiente como para permitir que Rousseff quede segunda en todos los grupos económicos más altos y aún ganarle a Neves, dicen los analistas.
El legado político del programa es visible en el apoyo arraigado a Rousseff en el noreste del país, una región conformada por nueve estados de barriadas costeras y zonas rurales áridas que se ha visto golpeada por una fuerte sequía este año. La región recibe más de la mitad del gasto de Bolsa Familia.
"Este es el primer gobierno que se acuerda de nosotros, y antes nos podíamos morir de hambre aquí", dijo Francisco, el simpatizante de Rousseff en Paulistana.
En los últimos días antes de las elecciones, Rousseff también está cortejando a las familias que salieron de la pobreza gracias a los programas del Partido de los Trabajadores. En un anuncio televisivo, una familia rural en una camioneta pickup recuerda su vida 12 años atrás cuando debía movilizarse a pie. El mensaje: retrocederán si no votan por Rousseff el domingo.
—Loretta Chao contribuyó a este artículo
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