Los problemas en el trabajo merecen buenas charlas
Hoy más que nunca corremos el riesgo de volvernos locos raíz del trabajo. Usted, su pareja, sus amigos. No digo nada nuevo, sobre todo aquellos que de cerca o de lejos, han experimentado una depresión, un trastorno de ansiedad, un síndrome de agotamiento llamado también burnout, o una tentativa de suicidio ligada al trabajo.
El aumento frenético del ritmo de trabajo, la flexibilización del mercado del empleo y la implementación de métodos de gestión que buscan medir con instrumentos de toda índole lo que hacemos en el trabajo nos ha puesto en competencia con nuestros compañeros, clientes y jefes. Hoy en día, competimos con quienes deberíamos estar cooperando.
En las últimas semanas en las redes sociales circularon varios casos recientes sorprendentes en Argentina de problemas de salud ligados al trabajo. Se habló de la muerte súbita sin antecedentes cardiovasculares (llamado Karôshi por los japoneses que fueron quienes primero identificaron este síndrome) de una portera en Mar del Plata después enterarse de problemas salariales, y de una trabajadora del INTA en Chaco en medio de discusiones con sus autoridades, o del suicidio de un peón rural en Cañuelas tras ser despedido.
Las consecuencias del trabajo en actividades de servicio se estudia en varios países y se sabe que influye sobre la salud mental de los trabajadores. Es un tema que se investiga cada vez más porque los problemas de salud mental de origen laboral no paran de aumentar.
Sufrimiento ético
Las consecuencias para la salud mental de los equipos de teleoperadores en los call centers no se encuentran ligadas solo a la falta de autonomía y los controles. Se encuentran también ligadas al hecho de que la organización del trabajo les impide hacer lo que ellos consideran su tarea, o sea brindar un servicio. Se los incita en ciertos lugares incluso a mentir y estafar a quienes llaman. Esto abre la vía a lo que llamamos sufrimiento ético. Las enfermedades que van desde contracturas hasta suicidios en el lugar de trabajo ya eran conocidas en varios países como Francia o Brasil, pero también se encuentran en Argentina.
Aquellos que aman o amaron en algún momento su oficio, y dan mucho a un trabajo que no es reconocido o ya no tiene sentido, quienes colaboran a la degradación de sus principios o quienes incluso son premiados y reconocidos por hacer algo que reprueban moralmente corren más riesgo de enfermarse que quienes «hacen la plancha ».
¿Qué hacer ante esta situación que no hace más que degradarse en algunos call centers pero también en otras actividades laborales en todo el mundo? La única manera para volver a poner a rodar la cooperación en un equipo cuando está bloqueada es la creación de espacios de deliberación sobre las reglas de trabajo.
Sólo los equipos dispuestos a correr el riesgo de hablar tendrán la posibilidad de pensar qué hacer ante lo que viven y hacer evolucionar su trabajo de modo tal que no se encuentre al servicio de la locura y la traición de sus principios.
A condición de poner el tema sobre la mesa, el esfuerzo y sufrimiento inherente al trabajo pueden transformarse placer, y encaminarse hacia una suerte de emancipación, contribuyendo a la convivencia y la cultura.
Doctor en psicología, pertenece al equipo de psicodinámica del trabajo del Conservatorio Nacional de Artes y Oficios en París
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