Los primeros alineados
La Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de Antonio Caló y Naldo Brunelli, el sindicato de mecpánicos (Smata) de Ricardo Pignanelli y la Asociación Bancaria de Sergio Palazzo son los gremios que harían punta en las negociaciones del 18% pautadas desde el Poder Ejecutivo. Pero sólo una vez que se compruebe la evolución de los precios del primer trimestre o cuatrimestre se fijarían las subas que compensen la pérdida del poder adquisitivo de la canasta familiar. En rigor se seguiría el modelo de los países centrales de la eurozona, que esperan que la inflación anual sea conocida para añadir un aumento anual convencional a los asalariados de cada sector, según su evolución y posibilidades.
El empresariado está dispuesto a suscribir este tipo de acuerdos en la medida que mejore la productividad, gravemente comprometida por los conflictos individuales y colectivos que interrumpen a diario la producción, y que se vislumbren medidas que recuperen competitividad a través del valor del tipo de cambio.
El éxito dependerá de lograr adhesiones dentro de un frente sindical fragmentado. Para eso, el Ministerio de Trabajo cuenta con la herramienta de la homologación, que podría negarse a quien suscriba acuerdos que no adopten estos nuevos parámetros.
El escenario implica alinear a la CGT de Moyano que construye su frente opositor con los gremios del transporte y con los constructores (Uocra) de Gerardo Martínez; a los gordos que representan al núcleo duro y mayoritario del sindicalismo tradicional justicialista (Lescano, Cavalieri, West Ocampo, Daer y otros); a la agrupación Celeste y blanca de Barrionuevo; a los grupos controversiales como son los gremios agrupados en la CTA (la de Hugo Yaski por una parte, y la de Pablo Micheli por otra), y los opositores como ATE, además de los gremios independientes.
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