Los primeros 15 días económicos de Milei: licuación de pesos, señales de ajuste e incertidumbre sobre la dolarización
El Gobierno logró reducir la brecha cambiaria de más de 150% a menos de 25% y liberalizó los mercados; los próximos días serán claves para la viabilidad del programa fiscal
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No hay magia ni plan de estabilización, todavía, pero los analistas económicos aprobaron los primeros 15 días de gestión económica del gobierno de Javier Milei. El ministro de Economía, Luis Caputo, le dio un giro radical al programa que se perfilaba durante la campaña presidencial y tomó medidas pragmáticas para evitar la temida hiperinflación. Anunció una fuerte baja del déficit fiscal consolidado (5% del PBI) apelando no solo a la baja del gasto, sino también a una suba de impuestos, con el fin de lograr el equilibrio de las cuentas públicas en apenas un año, y devaluó el tipo de cambio hasta llevarlo de $366 a $800. Mientras tanto, comenzó a licuar los pesos excedentes con una baja de las tasas de interés y no le cerró la puerta a una futura dolarización de la economía.
Como resultado, la brecha cambiaria (la diferencia entre el oficial y los paralelos) se redujo de más de 150% a menos de 25%, y el Banco Central comenzó lentamente a comprar reservas. En los últimos 15 días acumuló más de US$1900 millones.
La contrapartida de la liberalización de precios fue la esperada aceleración de la inflación. Las consultoras privadas prevén que el índice de precios (IPC) de diciembre sea de entre 25% y 30%. Esto tendrá un efecto directo en la población con menores ingresos.
“El Gobierno debe estabilizar la economía, aplicar reformas y mantener la gobernabilidad. El primer paso lo hizo con el shock controlado, que permitió devaluar y achicar la brecha cambiaria. Creo que todavía faltan políticas de ingresos porque el shock es muy fuerte y hay muchas personas de la clase media que podrían pasar a vivir en la pobreza. Eso podría hacerle ruido a la gobernabilidad. Y con respecto a las reformas, se necesitaba un esquema de desregulación como planteó el Gobierno con el decreto de necesidad y urgencia (DNU), aunque en la manera en que se hizo tiene un vicio de origen y además se puede dar vuelta muy fácilmente”, opinó la economista Marina Dal Poggetto, directora de EcoGo.
En los días por delante, el equipo económico enfrenta varios desafíos. En primer lugar, los importadores volverán al mercado de cambio oficial en busca de divisas para pagarles a sus proveedores del exterior. Esta demanda actualmente se mantiene reducida, debido a que la nueva conducción del Banco Central habilitó la venta de dólares recién a partir de los 30 días.
Por el lado de los exportadores, los incentivos a liquidar divisas disminuyen cada día, con una inflación mensual superior al 25% y un movimiento del dólar oficial (crawling peg) de 2% mensual. Es decir, cada día que pasa se pueden comprar menos bienes y servicios con los dólares que se venden al tipo de cambio oficial.
Esto significa que, en los próximos días, el Banco Central enfrentará una mayor demanda de importadores y deberá ajustar los incentivos para no perder la oferta de los exportadores. ¿Habrá otra brusca devaluación o acelerará el ritmo de actualización diaria del tipo de cambio oficial?
Con relación al programa fiscal, a partir de enero se espera conocer el detalle de al menos tres de las promesas que hizo el ministro en su primera presentación: ¿cómo será el aumento de tarifas de luz, gas y transporte? ¿Se mandará al Congreso el proyecto de ley para subir retenciones a las exportaciones y el impuesto PAIS a las importaciones? ¿Se avanzará con la reversión de Ganancias? ¿Se logrará suspender la fórmula de movilidad de los jubilados y pensionados, y cómo serán los nuevos aumentos por decreto? A medida que se conozcan las respuestas de estas preguntas, se tendrá más precisión sobre la viabilidad para reducir el déficit del Estado.
“Tenemos un plan de consolidación del resultado fiscal y de ir licuando stock en pesos [crece menos que la inflación]. No hay todavía un programa para normalizar el balance del Banco Central, sino que también se va a licuar y por eso tienen que sostener el cepo cambiario. La mejora del Central se irá produciendo marginalmente a medida que pueda comprar dólares. Hubiera preferido un plan de estabilización, pero dado que no hay, lo que valoro es que están intentando no romper contratos. Tal vez es la previa de un plan”, dijo Gabriel Caamaño, economista jefe de la consultora Ledesma.
El analista se refirió también a otra pata fundamental de la herencia recibida: la deuda de más de US$30.000 millones de los importadores con el exterior. “El Gobierno les prometió un bono (Bopreal) que permitirá además pagar impuestos. Eso tiene un poco de ruido, porque si bien lo hace más atractivo, el Tesoro va a recaudar un bono cuando tiene déficit y tiene que pagar cosas. Si paga con el bono y lo comienza a circular, es como haber emitido una cuasimoneda convertible. Si no paga con el bono y se lo queda, le quedó un agujero fiscal que tiene que ver cómo lo financia. Eso también está haciendo ruido y hay que ver cómo termina”, explicó Caamaño.
El economista Fausto Spotorno se refirió a las “tres patas” del programa económico visto hasta ahora: la fiscal, monetaria y el DNU. “Milei está operando en el sentido correcto, empezando por un ajuste fiscal importantísimo. Obviamente que me gustaría también más baja de impuestos, pero me parece que es correcto el razonamiento de Milei. Con una inflación que va a terminar 2023 cerca de 200% y que en 2024 tiende a ser 300%, el objetivo principal tiene que ser bajar el déficit fiscal de manera de acabar con la emisión monetaria para financiar el fisco”, dijo el director de OJF & Asociados.
Por el lado monetario, dijo que si bien hay un programa de contracción, eso se irá compensando con la compra de reservas (se emiten pesos para comprar dólares). “Es algo que necesita hacer el Banco Central porque está con reservas bajísimas. Y ahí se le suma la normalización del tipo de cambio. Todavía no se salió del cepo, pero ya la brecha cambiaria quedó muy apretada y eso da espacio para salir del cepo en algún momento del año próximo”, proyectó.
Con relación al DNU, ambos analistas coincidieron en que la desregulación de la economía genera productividad y provocará un crecimiento económico. “Con un programa de contracción fiscal y de ordenamiento monetario, la expansividad de la economía tiene que venir por el camino de la desregulación”, dijo Spotorno.
Caamaño coincidió, pero advirtió que por DNU no es la forma de hacer los cambios profundos. “Sienta un precedente de que se pueden hacer estas cosas por DNU: si vamos a empezar a cambiar las reglas yendo y viniendo por decreto, ¿qué estabilidad tienen las reglas de juego y cómo afecta eso a la previsibilidad? Además, al poner todo junto en un DNU, en vez de dividir a los grupos de interés que se busca debilitar, los unifica y hace que sea más fácil voltearlo”, opinó.
En el mercado financiero, además, todavía se preguntan si un programa de dolarización es el paso siguiente. “Es tal la persistente obsesión por reducir el stock de pasivos remunerados del BCRA que se renuevan pensamientos de que el objetivo último de estas medidas estrictamente contables sería facilitar una dolarización de la economía mediante el ‘canje’ de activos”, dijo la consultora LCG.
Finalmente, Ramiro Castiñeira, director de Econométrica, dijo que Milei se dedicó a “apagar incendios” en los primeros días de gestión. “Primero necesitó restablecer las señales de precios para volver a una economía de mercado: salir de los precios políticos que se comen las reservas y volver a los precios de mercado que permiten acumularlas. Sinceró buena parte del precio real del dólar, bajó la brecha 20% y comenzó a sobrellevar el ‘massazo’; es decir, el fogonazo inflacionario desatado tras pisar todos los precios de la economía haciendo demagogia”, dijo.
“En simultáneo, buscó encontrar una solución a las Leliq y evitar una híper. También otorgó la señal de déficit cero mostrando una hoja de ruta. La segunda semana se destaca por el decreto desregulador y el plan antipiquete. Todo en el marco de un nuevo alineamiento de la Argentina en el exterior, volviendo al capitalismo y a occidente. Lo contrario al peronismo, que durante 16 años se mostró muy cómodo, coqueteando con el socialismo del siglo XXI y apoyando las dictaduras de la región”, concluyó.
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