Los precios se despiertan en EE.UU. y todos miran las tasas de la Fed
Los próximos movimientos de la inflación en Estados Unidos serían leves, pero de todos modos pueden estremecer a los mercados financieros.
Los dos principales indicadares de inflación de EE.UU., el Índice de Precios al Consumidor que elabora el Departamento de Trabajo y el índice de precios de gastos de consumo personal del Departamento de Comercio, rondan sus niveles más bajos de la historia para los periodos en que la economía no está en recesión.
Ambos indicadores están listos para volver a subir. Los precios mayoristas y los precios de las importaciones muestran signos de un repunte, lo que sugiere que empiezan a surgir presiones inflacionarias y que algunas categorías de productos cuyos precios bajaron brevemente en los últimos 12 meses, como los medicamentos con receta, las comisiones financieras y la ropa, han vuelto a subir.
"Las tendencias subyacentes parecen ser más positivas", afirma Michael Pond, director global de estrategia de mercado e inflación de Barclays Capital. "No es alarmante. No vamos a observar una inflación muy alta de improviso, sólo que estamos viendo una tendencia un poco más alcista que en los últimos 12 meses".
Habitualmente, un movimiento de un par de décimas de un punto porcentual en los indicadores de inflación no es motivo de preocupación para nadie. Ahora, sin embargo, hay mucho en juego, puesto que la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) utiliza la inflación, que está muy por debajo de su meta de 2%, para justificar su política de mantener las tasas de interés de corto plazo en casi cero.
La Fed prevé que la inflación pase de cerca de 1% a 1,5% para fin de año. Si el aumento ocurre antes o es mayor al proyectado, el banco central evaluará la posibilidad de subir antes las tasas de interés.
"Si, tal y como lo esperamos, la inflación aumenta, eso va a pasar a dominar la discusión acerca de la dirección de la política de la Fed", señala Pond.
Los indicadores del Departamento de Comercio y del Departamento de Trabajo asignan diferentes ponderaciones a la canasta de bienes que siguen y emplean diferentes metodologías para estimar la inflación. La Fed prefiere el indicador del Departamento de Comercio, que tiende a mostrar una inflación un poco más baja que el IPC del Departamento de Trabajo.
Un exceso de inflación puede ser un síntoma de una economía sobrecalentada y sobreestimulada. Para muchos economistas, no obstante, una inflación levemente más alta es una señal de vigor, mientras que una inflación más baja es un signo de debilitamiento y estancamiento.
La desaceleración en los precios médicos ha sido uno de los principales factores que han contenido la inflación en los últimos 12 meses. El índice de costos de atención médica del IPC creció a una tasa interanual de 3,1% en enero de 2013 para luego desacelerarse hasta 1,9% interanual en julio. La moderación en los precios, sin embargo, parece haber sido motivada por recortes temporales en el presupuesto del gobierno federal y es improbable que se repita.
A su vez, la caída en los precios de las importaciones también contribuyó a mantener a raya la inflación. Después de un declive durante buena parte del año pasado, los precios de las importaciones avanzaron en el primer trimestre de 2014, ante el alza en los precios internacionales de los alimentos y la energía, junto con los precios de insumos y materiales industriales.
Los costos de las viviendas, en tanto, podrían seguir ejerciendo una presión alcista sobre los precios.
A medida que la tasa de desempleo ha ido descendiendo, los salarios han ido subiendo desde mínimos históricos, lo que insi-núa que los consumidores tienen un mayor margen de maniobra para respaldar alzas de precios. Los sueldos promedio por hora crecieron 2,3% en abril, tras subir apenas 1,3% en octubre de 2012, que había sido el nivel registrado más lento desde los años 60.
Muchos economistas y la propia Fed prestan atención a la inflación subyacente, que no toma en cuenta los precios volátiles de los alimentos y la energía, ya que mide presiones inflacionarias subyacentes. Muchos consumidores, sin embargo, no se pueden dar ese lujo. Una sequía en California y el conflicto en Ucrania podrían elevar los precios en los supermercados. Los precios del maíz han subido 17% y los del trigo 30% desde febrero a la fecha.
La persistencia de la baja inflación en EE.UU. ha dejado perplejos a los economistas que pensaban que las políticas de dinero fácil de la Fed desatarían grandes aumentos en los precios. Algunos economistas, como Laura Rosner de BNP Paribas, creen que la inflación podría seguir baja una vez que cesen los efectos de los precios de la salud y las importaciones.
No obstante, los mercados financieros son propensos a sobrereaccionar ante cualquier atisbo de un cambio en la dirección del banco central, dijo el economista de IHS Global Insight Paul Edelstein. "Un par de alzas mínimas de la inflación pueden marcar una diferencia, y los mercados van a responder a eso", indicó.
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