Los números que Massa le presentó a Georgieva para conseguir un guiño del FMI
Así lo sostiene un detallado informe oficial entregado por el Gobierno a Kristalina Georgieva en Bali para sostener el reclamo de revisión de los sobrecostos
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Los abruptos cambios que provocó la guerra en Ucrania en la escena económica mundial generaron un perjuicio al país estimado en unos US$4940 millones, según un detallado informe que el Gobierno le entregó a la titular del FMI, Kristalina Georgieva, durante la última cumbre del G-20 desarrollada en Bali.
El documento será la base sobre la que la misión argentina, que estará desde el lunes próximo en Washington, insistirá ante los técnicos encargados de evaluar el “caso argentino” para mantener el reclamo de revisión de la política de sobrecargos que ese organismo aplica a las tasas de sus planes, cuando el desembolso a un país excede en 1,875 veces su cuota. Esos cargos hasta triplican su costo.
La posición argentina al respecto, avalada en el G-20, se apoya en que el propio FMI diseñó un programa de ayuda de US$81.000 millones para tratar de impulsar la recuperación de sus países socios que lo necesiten tras la pandemia, reconociendo una situación extraordinaria. Busca mostrar que así –en algunos casos- recorta la efectividad de esta ayuda al caer varios de estos nuevos desembolsos en categorías que los exponen a los sobrecargos.
“No es solo Argentina. Ucrania, Ecuador, Egipto están expuestos ya a los sobrecargos”, explica. El propio ministro Sergio Massa, que estima ese sobrecosto en unos US$1000 millones al año, le hizo notar a Georgieva que la tasa de interés que el país le paga al FMI ya llega al 6,6% “contra el 5% que nos cobra el Banco Mundial, 3,9% del Club de París y el 2,9% del BID. Es algo difícil de entender considerando que ustedes son el prestamista de ‘última instancia’”, cuentan que le señaló.
Los datos que sustentan el reclamo también apuntan a dejar al país “en carrera” ante una posible nueva distribución de Derechos Especiales de Giro (DEG) para paliar la crisis generada por la guerra, y a que esa pérdida económica (que el FMI calcula en unos US$3400 millones) se compense con una flexibilización de las metas comprometidas en el acuerdo para el año que viene.
De beneficios y perjuicios
El informe oficial alude al impacto que la guerra tuvo sobre la balanza comercial argentina y los perjuicios que de ello derivaron, comparando valores promedio del 2021 contra los que rigieron en el 2022.
En este sentido, parte de describir el shock generalizado registrado en los precios internacionales de los granos (soja 9,4%, trigo 33,7% y maíz 17,8%) y los combustibles (gas boliviano, 114%; gas licuado, 233% y Gasoil, 85%) para luego desgranar los impactos.
Por caso, reconoce que las exportaciones netas del sector agroexportador local estuvieron US$617 millones por encima de las proyectadas antes de la guerra, gracias a esta mejora en los precios de venta. Pero hace notar que dicho beneficio resultó más que anulado por el aumento en US$1800 millones (62%) que se registró en el costo de envío de esas exportaciones.
A su vez, detalla que el valor de las importaciones de combustible “aumentó a US$5756 millones cuando el valor proyectado antes de la guerra era de US$1999 millones”.
De la suma de ambos perjuicios netos (por US$1183 millones en el primer caso y US$3757 millones en el segundo) surge la estimación de un impacto negativo total de US$4.940 millones.
El documento hace notar, por caso, que las importaciones de combustibles alcanzarían los US$ 9.033 millones de haberse mantenido los precios del año anterior, pero la realidad es que ya se proyecta que escalaron hasta los US$13.279 millones.
Fue un diferencial de US$4246 millones que “aumentó la necesidad de contar con divisas para importar” y puso mayor presión sobre las reservas del BCRA, se encargan de señalar.
De ese perjuicio, a su vez derivó un aumento en los subsidios energéticos entregados por el Gobierno, que “se espera que los subsidios asciendan a $1.799.286 millones este año”, casi un tercio de ello ($ 587.934 millones) derivado del aumento en los precios de las materias primas a causa del conflicto.
También muestra que el shock generalizado de precios que la guerra provocó en el mercado de granos no sólo comenzó a licuarse en los últimos meses, sino que resultó, en el caso argentino, muy erosionado por el deterioro de la relación insumo-producto de la producción agrícola.
“A pesar del alza en los precios de los granos, la cantidad de grano necesaria para comprar una tonelada de fertilizante aumentó, lo que la sitúa en niveles superiores a los observados antes del conflicto”, señala antes de recordar que el país importa el 70% de los fertilizantes que necesita para su producción agrícola.
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