Los nuevos amigos del euro son optimistas a corto plazo
El atribulado euro por fin se ha ganado algunos amigos, aunque sólo sea en momentos en que está en ascenso.
La moneda ha acumulado un alza de más de 4% desde que en julio cayó a su nivel mínimo de dos años. El lunes alcanzó US$1,2598 al tiempo que los inversionistas ganan confianza en que el Banco Central Europeo saldrá al rescate de las atribula-das economías de la Unión Europea. Es el mayor repunte en términos porcentuales desde un período de dos meses a principios de año.
Conforme el banco central se prepara para su reunión del jueves, muchos gestores de dinero esperan que su presidente, Mario Draghi, explique lo que quiso decir a fines de julio cuando insinuó que el BCE haría "todo lo que fuera necesario" para mantener la zona euro a flote.
Algunos apuestan a que Draghi indicará que el BCE empezará pronto a comprar bonos de España y otros países cuyos costos de endeudamiento se han disparado a niveles que según muchos expertos son insostenibles. Otros creen que un recorte en la tasa de interés de referencia del actual 0,75% también es una posibilidad.
El lunes, Draghi dijo que si el BCE compraba bonos, lo haría en el mercado secundario (donde la deuda se negocia después de haber sido subastada) siempre y cuando los países pidan primero ayuda del fondo de rescate de la zona euro.
La compra de bonos implicaría la impresión de dinero, lo cual suele debilitar una moneda. Pero algunos inversionistas albergan esperanzas de que una señal clara de que estas compras son inminentes apuntalará el euro: la demanda adicional reduciría el costo de la deuda para los gobiernos en problemas, lo que a su vez disminuiría las probabilidades de que necesiten rescates o se vean obligados a abandonar el euro, explican.
Sin embargo, estos mismos inversionistas aseguran que se sienten pesimistas de cara a las perspectivas a largo plazo de la moneda. Argumentan que no hay un final a la vista en el declive económico de Europa ni sus problemas fiscales, si bien están encantados de beneficiarse del reciente brote de optimismo.
"Me convertí en un optimista oportunista, con el potencial de convertirme en alguien que cree en una alza de la moneda a largo plazo", dijo Axel Merk, jefe de inversiones de Merk Investments, firma que administra US$600 millones en activos. Merk empezó a comprar euros a principios de agosto, animada por los comentarios de Draghi. Sin embargo, Merk añadió que el poder del BCE es limitado. Las acciones del banco no hacen que el euro sea "seguro" sino simplemente "menos riesgoso".
Los inversionistas también tienen que tener en cuenta la posible compra de bonos por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos. Su presidente, Ben Bernanke, planteó la posibilidad el viernes en un discurso en Jackson Hole, estado de Wyoming, antes de su próxima reunión, que concluye el 13 de septiembre. Si ambos bancos intervienen, el valor del euro a largo plazo podría verse determinado por cuál de los dos bancos es más agresivo en los próximos meses.
Algunos inversionistas están comprando euros para cancelar las apuestas bajistas, temerosos de verse aplastados si la moneda europea sigue escalando. Hasta el 28 de agosto, las apuestas en el mercado de futuros a un euro más débil superaban en unos US$16.000 millones las que anticipan uno más fuerte, según la Commodity Futures Trading Commission (CFTC), pero eso representa una caída de 32% desde los comentarios de Draghi en julio.
Jonathan Lewis, fundador y director de inversiones de Samson Capital, un fondo que gestiona US$7.000 millones en activos, asegura que el euro simplemente se ha vuelto demasiado barato, tras caer casi 20% en un año. "Cuando el euro rondaba US$1,40, había razones fundamentales para pensar que se precipitaría", dijo. "Pero en los niveles de US$1,20… no parece prudente que el euro esté tan debilitado".
Muchos inversionistas sólo ven las desventajas de la moneda. Cualquier compra de bonos por parte del BCE está lejos de estar garantizada, y podrían aparecer nuevos riesgos. Las negociaciones entre Grecia y sus acreedores podrían romperse, obligando al país a dejar la moneda.
"El mercado ha alimentado las expectativas de que verán alguna acción del BCE… pero el grado en que eso pueda apuntalar los mercados de bonos sigue sin quedar claro", dijo Tom Nakamura, que gestiona US$42.400 millones en activos como vicepresidente y gerente de portafolio de AFG, en Toronto.
Su fondo tiene una baja ponderación en bonos de la periferia geográfica de Europa, como Italia y España, y tiene una alta ponderación en bonos alemanes. También ha disminuido su exposición al euro desde el 23 de agosto.
The Wall Street Journal