Los negocios, en etapa de hibernación hasta noviembre
La economía electoral ya está en marcha. Pero, para los empresarios, comenzaron los días de hibernación. Algunas de las operaciones de compra venta de activos que estaban encaminadas se ralentizaron, lo mismo que algunos éxodos de compañías internacionales –aunque en los próximos días se conocerán algunas salidas más, que se cerraron hace sólo algunas semanas atrás–. Las elecciones son, una vez más, el hecho revelador que esperan los hombres y mujeres de negocios para definir sus inversiones en el país.
“Los que se quieren ir esperan una buena noticia para obtener un mejor precio; los que están, para entender hacia dónde va a ir la política del Gobierno después de noviembre; si se radicaliza o no”, resume un banquero que ya libró mil batallas.
Nadie espera grandes cambios tampoco del Gobierno en los próximos tres meses. De las reuniones que algunos empresarios todavía tienen con miembros del equipo económico queda claro que la preocupación del oficial de acá a noviembre pasa por tres ejes fundamentales: contener el dólar, mostrar una inflación en descenso y mantener vivo el consumo.
La inyección de fondos que hizo el Estado de cara a los comicios empieza a hacerse notar en algunas actividades. Es el caso de los supermercados, en donde la Tarjeta Alimentar ya representa hasta el 30% de la facturación de una sucursal en un día del mes. Con los aumentos registrados en junio pasado en la Asignación Universal por Hijo (AUH), la Tarjeta Alimentar y el Plan Potenciar Trabajo, el economista Fernando Marull estima que una familia tipo con tres hijos vio mejorar sus ingresos el mes pasado casi en un 13%. Según sus estimaciones, una familia que cobra tres AUH, tiene una Tarjeta Alimentar y un plan Potenciar Trabajo pasó de sumar por estos conceptos $45.600 en mayo a $51.500, en junio. Con una inflación de 3,2% el mes pasado, ahora sí quedó un resto mayor para volcar al consumo.
Sin embargo –al igual que en gran parte de la economía–, en los supermercados también se nota que, más allá del impulso estatal, prima un consumidor de bolsillos flacos, que racionaliza al extremo sus compras. La creciente participación de los productos de Precios Cuidados en las ventas totales es un ejemplo. En algunos establecimientos ya se llevan casi 15% del chango; en otros, el 10%, pero más que duplicaron su peso relativo en lo que va del año.
También hay un incremento notable de las segundas marcas y de las marcas propias de los supermercados, que suelen pelear por precio. Asimismo, en la estadística del sector, vuelven a ganar terreno los supermercados mayoristas frente al resto de los canales tradicionales. “Hay que caminar y buscar precio”, decía Lita de Lázzari. Sus palabras nunca pierden vigencia entre las amas de casa argentinas.
Con el objetivo de alimentar el consumo, la Secretaría de Comercio también negocia con los bancos prorrogar hasta fin de año el plan de cuotas Ahora 12 y Ahora 18, que vence mañana, pero les planteó esta vez la necesidad de incorporar una línea de entre 24 y hasta 30 cuotas para la venta de línea blanca. La venta de electrodomésticos es un infaltable electoral. Como en todas las negociaciones del Ahora 12, hubo banqueros pataleando por la tasa negativa a la cual están convalidando estas financiaciones, pero ya algunos dan por hecho que se cederá al pedido. Sólo albergan la esperanza de poder llevar la tasa de interés, que era del 25% anual, al 29% anual. Sigue siendo negativa frente a la tasa de inflación, pero unos puntos menos. Para el consumidor, es toda ganancia, aunque ya son pocos los tenedores de tarjetas de crédito que tienen límites de financiación disponibles como para solventar un electrodoméstico caro. Los bancos –al igual que Doña Rosa– también vienen cuidando sus pesos y desde comienzos de año decidieron, en la mayoría de los casos, ir actualizando los límites de crédito de las tarjetas siempre algunos puntos por debajo de la inflación.
Peronismo sin fondos
El Gobierno tiene pocas herramientas para hacer peronismo electoral. Por más que forma parte de su ADN, la realidad es que entre quienes rodean a Martín Guzmán empieza a haber preocupación por los números fiscales. Era previsible que en el segundo semestre se complicarían las cuentas, pero otra cosa es empezar a vivirlo. No esperan en Economía que el déficit sea superior al 4,5% proyectado en el Presupuesto Nacional. El problema pasa porque empiezan a ver que financiar ese número podría ser bastante más complicado que lo que habían previsto. Si el mercado no aporta los fondos voluntariamente, no queda mucha más alternativa que encender la maquinita de pesos del Banco Central o empezar a apelar a algunos mecanismos que no siempre fueron amigables para los grandes inversores institucionales. Hubo una idea por estos días de convocar a las administradoras de fondos comunes de inversión para que incrementen sus inversiones directas en títulos del Tesoro, que quedó por ahora stand-by.
No importa el signo político, cuando los números no cierran, en la Argentina los ministros apelan siempre a las mismas recetas: desde Domingo Cavallo, hasta Axel Kicillof, Nicolás Dujovne o Hernán Lacunza.
La realidad es que todavía trabajan en el Gobierno en el mecanismo para implementarlo, sin afectar la valuación de las carteras de las administradoras de fondos que, según estimaciones, podrían llegar a aportar así unos $ 100.000 millones al Tesoro. La cifra no salva los números de Hacienda, pero ayuda. El problema reside sobre todo en la volatilidad de precio de los bonos, que podría perjudicar la valuación de sus carteras y provocar rescates de sus cuotapartistas.
En las últimas licitaciones de títulos, Economía logró recaudar lo suficiente como para renovar los vencimientos que tenía. Pero no le sobra demasiado.
Se vienen además meses desafiantes. En agosto, días antes de las PASO, Guzmán deberá refinanciar $222.135 millones, y se suman otros $92.687 millones antes de que termine el mes. No mucho menos complicado es el panorama para septiembre y octubre, aunque lo más difícil lo espera en noviembre: el 30 le vencen $306.766 millones.
Para este mes que termina mañana, en Hacienda esperan que el déficit sea, una vez más, cercano a los $250.000 millones. El Banco Central lo financiaría casi por completo: le transfirió al Tesoro $180.000 millones hasta el 26 de julio –último dato disponible– en concepto de utilidades. Y se descuenta que, en lo que resta del año su aporte deberá ser no menor al billón de pesos. Entre enero y julio, el BCRA financió al Tesoro con $580.000 millones, entre adelantos transitorios y transferencias de utilidades.
Una vez más, la emisión de pesos no será inocua para el mercado cambiario. Entre los empresarios no hay quien no espere un salto del tipo de cambio después de las elecciones. Es muy difícil, reconocen, escaparle al ajuste cuando la brecha entre el tipo de cambio oficial y los dólares libres se acerca al 80%.
Pero no es sólo un ajuste cambiario lo que esperan que se defina una vez transcurridas las elecciones, también quieren ver si finalmente el Gobierno presentará un plan económico que les permita despejar el panorama macro. Ese plan dependerá en gran medida del resultado del oficialismo en noviembre.
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