Los mercados quieren que el gasto de los gobiernos impulse la economía
En número creciente, ante la impotencia de los bancos centrales para reactivar la economía global, inversionistas y autoridades están abogando por un aumento del gasto fiscal en los países desarrollados.
Un mayor protagonismo de las herramientas de gastos e impuestos de los gobiernos en desmedro de la política monetaria para reanudar el crecimiento económico pondría fin a una era que duró años, aunque podría provocar trastornos en los mercados financieros.
Inversionistas como el gestor de renta fija Bill Gross temieron en su momento que el derroche de los gobiernos equivaliera a una sentencia de muerte para los bonos soberanos. Gross vendió en 2011 bonos del Tesoro estadounidense y proclamó que los bonos del gobierno británico descansaban “en una cama de nitroglicerina”. Hoy, en cambio, Gross quiere que los gobiernos se lleven la mano al bolsillo.
No está nada de claro que la tendencia tenga una acogida más amplia, en especial en Europa y Japón, que están sumergidos en un experimento monetario de tasas de interés negativas sin precedentes. Sin embargo, hay indicios de que se aproxima el cambio.
El Reino Unido afronta las repercusiones de la decisión de abandonar la Unión Europea, un proceso conocido como brexit. La primera ministra, Theresa May, criticó este mes la política monetaria expansiva mientras que su ministro de Hacienda habló de gastos en infraestructura y vivienda. Otros países europeos han moderado las políticas de austeridad que caracterizaron su respuesta a la crisis de la deuda del continente.
Mientras tanto, el Fondo Monetario Internacional, en su momento partidario de los recortes fiscales, ahora exhorta a los gobiernos a gastar más.
La política monetaria hiperactiva ha elevado los precios de los activos financieros, incluidos los bonos, y atenuado la volatilidad del mercado. Con una que otra salvedad, la trayectoria de los precios de las acciones y los bonos soberanos ha sido al alza.
No obstante, surge cada vez más evidencia de que el impacto de las medidas de los bancos centrales es limitado. Las familias y las empresas no han gastado a manos llenas. Además, la política monetaria ha perjudicado a los bancos comerciales, cuyas ganancias se han reducido en los precisos momentos en que muchos están débiles.
Las autoridades vuelven a evaluar la vieja idea de que el gobierno abra la billetera. Un cambio de esta naturaleza, si es que se concreta, probablemente no tendrá el mismo efecto beneficioso en los precios de las acciones y los bonos que el estímulo de los bancos centrales, que depende de aumentar el valor de los activos financieros.
“Estamos dejando este entorno de inversión muy seguro, muy cómodo”, señala Guy Monson, inversionista jefe durante casi 20 años de la firma londinense Sarasin & Partners LLP. “Nos estamos trasladando a un mundo nuevo”.
La primera señal del cambio se puede advertir en los rendimientos de los bonos, que suben cuando los precios caen. En el Reino Unido, los rendimientos han aumentado drásticamente en los días posteriores a los comentarios de May y su ministro de Hacienda, Phillip Hammond.
Los rendimientos de los bonos de otros países también han subido desde sus mínimos históricos. En Alemania, el bono soberano a 10 años ahora rinde 0,024%, una cifra diminuta, pero al menos positiva, después de haber pasado algunos meses en territorio negativo.
En realidad, los bonos han sido los principales beneficiarios del estímulo monetario. Desde el inicio del año, registran un alza de 6,5% a nivel mundial, según los datos de Bank of America Merrill Lynch. Su desempeño ha superado el de las acciones, tradicionalmente una inversión más riesgosa y más rentable, que han subido 4,5%, de acuerdo con MSCI.
La política fiscal expansiva podría traducirse en un incremento de los rendimientos de los bonos puesto que se espera que los bancos centrales contrarresten el efecto inflacionario del gasto gubernamental con un alza de las tasas de interés o, al menos, menores recortes. Los rendimientos de los bonos tienden a seguir la trayectoria de las tasas de interés.
Una mayor demanda global a raíz del estímulo fiscal también beneficiaría a las materias primas, los exportadores y las constructoras. El impacto en las acciones puede variar, ya que son susceptibles al aumento de las tasas de interés.
“Si se produce una gran expansión fiscal, la dinámica del crecimiento puede cambiar de manera bastante drástica”, afirma Geoff Kendrick, economista del banco británico Standard Chartered. “Sería un paso atrás hacia una cierta normalización”.
Los gestores de fondos de l afirma BlackRock Inc. estiman que un alza del gasto fiscal tendrá un impacto negativo sobre los bonos en todo el mundo en 2017.
Aparte del escepticismo sobre su impacto para impulsar la producción y la inflación, la política monetaria ha sido criticada por perjudicar a los bancos. Al llevar las tasas de interés a territorio negativo y mantener bajos los rendimientos de largo plazo, los bancos centrales han obstaculizado la rentabilidad de la banca privada.
“No es una situación en la que todos salen ganando si siguen haciendo esto”, afirma James Athey, gestor de portafolio de Aberdeen Asset Management.
En la zona euro y en Japón, las acciones bancarias han caído cerca de 20% y 29%, respectivamente, desde el inicio del año. El estímulo fiscal podría cambiar la situación.
“El primer lugar donde se podrá apreciar será Japón”, vaticina Marino Valensise, director de inversiones multiactivos de Barings, que ha empezado a comprar acciones de bancos japoneses.
Los precios de los commodities, que han tenido un pésimo desempeño durante los últimos años, también se beneficiarían de un repunte de la demanda global. Eso sería positivo para las economías emergentes, aunque el fortalecimiento del dólar y salidas de capitales podrían causar dolores de cabeza.
“Si se produjera un cambio brusco en las expectativas de tasas de interés y en las curvas de rendimiento, eso podría causar en el corto plazo algo de volatilidad en los mercados emergentes, pero en general pensaría que esa clase de medida sería positiva para el crecimiento mundial”, indica Stephanie Flanders, estratega jefe del mercado europeo de J.P. Morgan Asset Management.
De todos modos, algunos inversionistas advierten que los activos riesgosos pueden verse afectados puesto que las tasas de interés más altas les restan atractivo a sus retornos.
En todo caso, la mayoría de los analistas prevé que los bancos centrales mantengan las tasas de interés bajas durante un largo tiempo ya que todavía hay mucha resistencia a un estímulo fiscal abundante. “En la medida que esto pueda ocurrir será limitado”, dice Didier Saint-Georges, miembro del comité de inversión de Carmignac.