Los mercados concentrados tienen un elevado costo para la economía
Los oligopolios provocan trabas para la innovación y alientan la suba de precios en varios sectores; el lugar que quedará para empresas chicas es hoy una incógnita
NUEVA YORK.- Nadie cree que el intento de AT&T de comprar DirecTV por US$ 48.000 millones será el último intento de los leviatanes de las comunicaciones de Estados Unidos de crecer aún más. Verizon inevitablemente tratará de fortalecerse en respuesta a la oferta de Comcast de US$ 45.000 millones por Time Warner Cable. Sprint, el tercer carrier inalámbrico, quiere comprar el número 4, T-Mobile.
Cada uno de estos negocios, por supuesto, se justifica por la competencia. Y, sin embargo, pasadas tres décadas desde que Estados Unidos desmembró su monopolio de telecomunicaciones, la ola de fusiones está remodelando la columna vertebral de la era informática y dando nacimiento a un oligopolio en el que los competidores no abundan.
Comparado con otras economías desarrolladas, Estados Unidos ofrece velocidades de banda relativamente lentas a precios relativamente altos. Y no se trata sólo de los distribuidores: los proveedores de "contenidos" como Amazon, Google y Facebook también dominan sus mercados.
Se podría hacer una pregunta aún más amplia. Cuatro aerolíneas -United, Delta, American y Southwest- atienden al 71% del tráfico aéreo de cabotaje en Estados Unidos, según Severin Borenstein, de la Universidad de California, en Berkeley. De 1980 a 2009 la participación de las cuatro mayores fluctuó en torno del 55 por ciento.
En el agribusiness, Monsanto tiene el monopolio legal sobre rasgos genéticos clave de la mayoría de la soja y el maíz plantado por granjeros en todo Estados Unidos. Los cinco mayores bancos de Estados Unidos tienen casi la mitad de sus activos bancarios, comparado con menos del 30% en 2000.
¿Qué es lo que la concentración de tantos mercados le está haciendo a la economía estadounidense?
"Estoy convencido de que las cosas han empeorado", dijo Joseph E. Stiglitz, el economista ganador del Premio Nobel, que da clases en la Universidad de Columbia. Las compañías tecnológicas han "sido extraordinariamente innovadoras en la creación e innovaciones monopolistas". Pero al mismo tiempo las políticas oficiales han ayudado a la concentración de los mercados. "Hay varias maneras -dijo Stiglitz-en que socavamos la competencia con normas y regulaciones."
Las ganancias extras que las compañías pueden extraer a sus clientes cuando enfrentan poca competencia o ninguna pueden estar profundizando la desigualdad de ingresos. Las evidencias aparecen en los mayores ingresos corporativos y la creciente proporción del ingreso nacional que va a las ganancias.
Por cierto que la concentración no es siempre algo malo. Puede crear eficiencias donde hay economías de escala, tales como compartir los costos administrativos en un mercado más amplio. En los mercados que son competitivos parte de estas eficiencias son trasladadas a los consumidores en la forma de mejores servicios o precios más bajos.
Pero hay razones para preocuparse por los mercados concentrados del país. Empezando por los precios: las tarifas aéreas comenzaron a subir en 2009 y ahora están en su nivel más elevado desde 2002.
Hay preocupaciones más amplias. Podríamos tener mejores procesadores de texto si no fuera por el poder en el mercado de Microsoft Office. Puede haber mejores formas de búsqueda basadas en el lenguaje natural que quizá nunca veamos por Google.
El temor último es que las compañías dominantes traben el dinamismo de los negocios. La tasa de nuevas empresas que ingresan a la economía declinó marcadamente desde fines de la década de 1970 hasta 2011, según estudios publicados este mes por Robert E. Litan, de la Brookings Institution, e Ian Hathaway, de Ennsyte Economics.
¿Qué significa todo esto? Al avanzar más la tecnología en la economía en general, no pueden descartarse los riesgos potenciales de que la concentración de los mercados podría trabar sectores más amplios de la economía. Está el caso de la banda ancha, la plataforma que permite la existencia de la era de Internet y a jóvenes compañías informáticas aprovechar las vastas reservas de información con las cuales crear nuevos servicios y llegar a bajo costo a gran número de usuarios.
La futura competencia en Internet no será de David versus Goliat. Será una batalla entre Goliats enfrentando a grandes oligopolios de banda ancha con grandes proveedores de contenido dominantes que usan sus redes. La pregunta es si quedará lugar en este mundo para algún David.
Traducción de Gabriel Zadunaisky