Los latinoamericanos adinerados impulsan un auge del lujo en Miami
Casi como una burbuja, las ventas crecieron 30% entre 2008 y 2009, durante la peor recesión en Estados Unidos
MIAMI.- Una cantidad sin precedentes de dinero latinoamericano está iniciando una era dorada para los bienes raíces de lujo en Miami.
El apetito chino de materias primas sudamericanas como petróleo, soya, cobre y trigo se ha traducido en un flujo de efectivo que ha convertido a Miami en uno de sus destinos predilectos.
Aunque la ciudad ha servido durante décadas como base de operaciones para los latinos de clase media, un reciente auge cultural y grandes cantidades de apartamentos de lujo que quedaron sin dueño por la crisis inmobiliaria de EE.UU. ayudaron a atraer a la élite latinoamericana.
"Florida está en auge", indicó Paulo Bacchi, presidente ejecutivo del fabricante de muebles brasileño Artefacto, que tiene dos tiendas en el área de Miami, incluida una en el Village de Merrick Park, un centro comercial de lujo en Coral Gables, que es un destino favorito de los visitantes internacionales.
Alrededor de un tercio de los clientes de Artefacto en Miami son brasileños que compran una segunda vivienda, mientras que alrededor de otro tercio son venezolanos, muchos de los cuales establecen residencia en Miami tras huir de la Venezuela de Hugo Chávez.
Bacchi, cuyas tiendas trabajan con desarrolladores de bienes raíces y decoradores de interiores para proveer muebles para clientes adinerados, planea abrir una tercera tienda en julio próximo en Doral, un suburbio en la parte occidental de la zona metropolitana donde se instalan muchos venezolanos adinerados.
Camille Thiry Russler, dueña de Ever After Bridal Boutique en la zona de moda de Coconut Grove, afirmó que los latinoamericanos son la única razón por la que las ventas crecieron 30% entre 2008 y 2009, durante la peor parte de la recesión en Estados Unidos. En 2011, el salto fue de 60%. "Todo ese negocio adicional creció por el tráfico internacional", principalmente de Brasil, Venezuela y Panamá, dice Russler, quien vende vestidos de novia que cuestan un promedio de US$8.000 cada uno. "Los clientes locales se redujeron durante esos años", manifestó.
María Gabriela Saadi, una psicóloga que vive en Porto Alegre, en el Sur de Brasil, compró su vestido de novia en Ever After, luego de viajar dos veces a Miami, primero para elegirlo y cinco meses más tarde para llevárselo a casa. "La realidad en Brasil es la siguiente: uno trabaja, trabaja y trabaja para ganar dinero y todo es realmente caro", sostuvo. En el Sur de Florida, en cambio, la variedad es amplia y los precios son mucho más baratos, afirmó. "Nos sentimos en casa porque es un lugar latino. No nos sentimos en Estados Unidos cuando estamos en Miami", añadió.
La multitud de turistas latinoamericanos en Miami, y el efectivo que gastan en la ciudad, ha alcanzado niveles inusitados. Más de 3 millones de latinoamericanos visitaron Miami en 2011, un aumento de 7% frente al año anterior, y una cifra récord.
Los brasileños, que gastaron US$1.300 millones ese año en la economía de Miami, más que cualquier otra nacionalidad, también fueron los más numerosos, con más de 634.000 visitantes, según la Oficina de Convenciones y Visitantes del Gran Miami. Argentinos, colombianos, venezolanos y chilenos también se ubicaron en la parte alta de la lista de los que más gastaron, al contribuir un total de US$2.600 millones a la economía de la ciudad.
El auge, que coincide con el establecimiento hace poco de eventos de alta categoría como la feria de arte contemporáneo Art Basel Miami Beach y una nueva ola de alojamiento para los más pudientes, está convirtiendo a Miami en un destino de lujo. "Miami se ha vuelto muy sofisticada de muchas formas", dijo George Cozonis, gerente general del W en South Beach, una mezcla de hotel y desarrollo inmobiliario donde uno de cada 10 condominios es propiedad de brasileños, quienes además representan entre 10% y 12% de los huéspedes, más que cualquier otra nacionalidad, con la salvedad de los propios esta-dounidenses. Cozonis indicó que el W se promociona activamente entre las agencias de viaje brasileñas.
La propiedad de lujo, a unas pocas cuadras al norte del distrito nocturno más estridente de Miami, abrió sus puertas en 2009, el punto más bajo de la recesión en EE.UU. Pero "realmente no sentimos los efectos del clima económico", manifestó Cozonis. "Tuvimos ocupación total casi todo el tiempo."
En el pasado, Miami bailó al ritmo vertiginoso de las fluctuaciones políticas y económicas de América Latina, una región famosa por su inestabilidad. Pero muchos residentes de la ciudad tienen motivos para creer que la ola más reciente de actividad no se desvanecerá y constituye una señal de los avances de América Latina hacia un desarrollo más sólido.
"Creemos que es más sostenible que en el pasado", aseveró Frank Nero, presidente del Consejo Beacon, una sociedad para el desarrollo económico del Condado de Miami-Dade. "De muchas formas, no se debe a una fuga de capitales, sino a una democratización continua en América Latina", observó.
El capital latinoamericano también le está dando un impulso a las firmas de bienes raíces de lujo que se vieron muy perjudicadas cuando se agotó el crédito tras la crisis financiera de 2008. "Los latinoamericanos están financiando nuestros edificios nuevos en Miami", reconoció Carlos Rosso, presidente ejecutivo de The Related Group, una constructora de capital cerrado con sede en Miami que actualmente desarrolla seis proyectos de condominios de lujo en el Sur de Florida.
Fueron los latinoamericanos, con las billeteras llenas, los que primero aprovecharon el inventario que abandonaron los compradores de EE.UU. luego de que se desinflara la burbuja inmobiliaria, y su dinero es la columna vertebral de nuevos proyectos que aún les resultan más baratos que las propiedades en Rio de Janeiro o São Paulo, señaló el ejecutivo.
Aunque los bancos siguen siendo cautelosos a la hora de invertir en proyectos inmobiliarios, numerosos clientes latinoamericanos están dispuestos a hacer grandes depósitos en efectivo y cuotas a medida que avanza la construcción, dijo Rosso.
Los bancos les otorgan créditos hipotecarios a latinoamericanos que compran una segunda vivienda. Neil Brazil, vocero de HSBC, afirmó que en general estas hipotecas requieren pagos de entre 35% y 40% del valor de la propiedad, que son similares a los que muchos extranjeros están acostumbrados a pagar en sus propios países.
Además, las tasas de interés son entre un cuarto y tres octavos de punto porcentual más altas que para los compradores de EE.UU., señaló Brazil.