Los inversionistas prefieren la deuda brasileña
La consideran segura, pese a la caída de la bolsa
Los inversionistas se aferran a los bonos brasileños, a pesar de que se desprenden de activos de otros mercados emergentes.
Desde marzo, los inversionistas han sumado US$18 millones a los fondos dedicados principalmente a deuda emitida por empresas brasileñas y agencias del gobierno, según EPFR Global, en momentos en que el real y la bolsa brasileña se han desplomado. Los fondos de renta variable de Brasil vieron una salida neta de US$89 millones en el mismo período.
El mercado de bonos brasileño ofrece exposición al sostenido crecimiento interno del país y a un bajo nivel de deuda pública. Tales factores han ayudado a aislar a los inversionistas en renta fija de la crisis europea y la desaceleración de China, los dos principales motores de la reciente ola de ventas en los mercados emergentes. Los bonos denominados en dólares han sido inmunes a la reciente volatilidad del real.
"Brasil sigue siendo un lugar de oportunidades", opina Keith Brakebill, director de cartera de Russell Investments, una firma de valores de Seattle que administra unos US$141.000 millones en activos.
Brakebill vendió el real brasileño y bonos denominados en la moneda a principios de año. Sin embargo, compró bonos emitidos por empresas brasileñas en otras monedas. Su lógica es que la capacidad de las empresas para pagar deuda no se verá afectada por la inestabilidad del real o los recientes recortes de las tasas de interés. Muchos inversionistas han comprado bonos soberanos brasileños y bonos de empresas emitidos en dólares y euros. El bono soberano en dólares que vence en 2021 tiene un rendimiento de 3,08%, por debajo del 3,499% de comienzos de este año, lo que es sinónimo de un fortalecimiento de la demanda.
Brasil, sin embargo, todavía enfrenta fuertes vientos en contra. El país ha visto este mes la mayor salida de inversión extranjera desde la crisis financiera de 2008. Según los últimos datos del banco central hasta el 18 de mayo se habían retirado US$5.200 millones. El real y el principal índice bursátil del país han caído 20% desde marzo, cuando el gobierno comenzó a aplicar un impuesto de 6% sobre la nueva inversión extranjera y el banco central realizó un recorte de las tasas de interés más grande de lo previsto.
Algunos inversionistas están preocupados por la desaceleración del crecimiento de Brasil y una economía que sigue siendo obstaculizada por la carencia de infraestructura adecuada.
El uso de políticas no convencionales para apuntalar el crecimiento por parte del banco central es otra amenaza, ya que podría conducir a una alta inflación, dice Michael Mata, cogestor de ING Global Bond Fund, que administra unos US$734 millones. Se prevé una inflación de 5,1% para este año y de 5,75% para 2013, muy por encima de la meta de 4,5%. "Los años de fácil crecimiento quedaron atrás para Brasil", sostiene Mata, quien ha invertido en bonos brasileños de muy corto plazo ante los temores de presiones inflacionarias.
De todos modos, las inversiones en la deuda brasileña están todavía muy lejos de su máximo del año pasado, cuando se vertieron US$88,5 millones en fondos de renta fija en una sola semana en mayo, según EPFR.
"El dinero que ya está se queda, pero es difícil encontrar nuevo dinero en camino", opina Alexandre Aoude, jefe global de renta fija de Banco Itaú.
En lugar de replegarse, algunos inversionistas están tomando medidas adicionales para proteger sus posiciones. Algunos hacen apuestas que se beneficiarían si la moneda se debilita más. Otros compran bonos indexados a la inflación.
La deuda soberana denominada en reales que se vende exclusivamente a inversionistas foráneos —y no está sujeta a los impuestos sobre la inversión extranjera— también se ha transformado en una alternativa popular. Brasil colocó 3.000 millones de reales (unos US$1.502 millones) en bonos con vencimiento en 2024 a una tasa de 8,6%. Los bonos se negocian en la actualidad a 7,5%. "Esa es la manera más fácil para negociar Brasil sin pagar el impuesto", reconoce Lars Nielsen, gestor de cartera de Global Evolution, un fondo de cobertura danés.
El gobierno brasileño ha canalizado deliberadamente la inversión extranjera hacia el mercado de bonos, según algunos inversionistas. Brasil necesita los fondos para financiar la construcción de carreteras, estadios y otras obras de infraestructura para la Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. El gobierno ha excluido bonos de infraestructura de los tributos al capital foráneo.
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