Los inversionistas aprovechan y compran barato tras el susto aislado de Portugal
Acciones europeas en picada, bonos tambaleantes y graves preocupaciones sobre la salud del Banco Espírito Santo SA de Portugal, crearon la semana pasada la sensación de una réplica de la crisis del euro, pero en su mayoría los inversionistas dicen que eso no ha sido más que una pequeña pausa en una región que está resurgiendo.
El Banco Espírito Santo estaba en la mira de los inversionistas desde diciembre, cuando The Wall Street Journal informó por primera vez sobre las irregularidades contables en la compleja empresa. El nerviosismo llego a su máximo el jueves cuando la matriz del banco dijo que no sería capaz de cumplir con algunas obligaciones de deuda a corto plazo.
La acción cayó 19%, lo que llevó a los reguladores a intervenir y suspender su cotización. Los mercados de Europa sintieron los efectos, arrastrando en primer lugar los bonos soberanos portugueses e impulsando el alza de activos que tradicionalmente se consideran seguros, lo que constituyó la primera prueba seria de confianza en Portugal, que en mayo salió de tres años bajo un programa de rescate.
No está clara la magnitud de los problemas del Banco Espírito Santo. Pero por ahora, muchos inversionistas ven una oportunidad de comprar activos europeos a precios más bajos.
"Cuando los inversionistas toman perspectiva frente a los mercados de bonos, vemos una oportunidad de compra de deu-da soberana", dijo Nick Gartside, jefe de inversiones de renta fija de J.P. Morgan Asset Management en Londres, que gestiona US$1,65 billones (millones de millones).
La caída de los bonos soberanos de Portugal y otros países que recibieron fondos de rescate —la llamada periferia— fue una anomalía en un año brillante. Los rendimientos de los bonos a 10 años de Portugal se han desplomado desde 6,13% en enero a un mínimo de 3,3% en junio. Los rendimientos caen cuando los precios suben. En medio del nerviosismo, el rendimiento volvió a subir a 3,98% el jueves, para cerrar en 3,85% el viernes.
No obstante, los activos de todo tipo, desde los más seguros a los más arriesgados, han subido tanto en los últimos meses que algunos se resisten a restarle importancia a lo que ocurrió la semana pasada y considerarlo sólo un bache pasajero.
"La gente recuerda la crisis europea y tiene mucho miedo", dijo Andrew Wilmont, gestor principal del portafolio europeo de inversiones de alto rendimiento en Neuberger Berman Group LLC, que administra US$30.000 millones en bonos de alto retorno. Estos bonos estuvieron entre los más afectados la semana pasada.
Algunos inversionistas también han mencionado que las altas valoraciones son una fuente de preocupación y una indicación de que una corrección podría ser inminente. El Promedio Industrial Dow Jones pasó por primera vez la barrera de los 17.000 puntos a comienzos de julio. Desde hace un año, ese índice ha ganado más de 9%. Las empresas en el índice S&P 500 se cotizan a una relación precio-ganancias de 19,4 si se tiene en cuenta las ganancias de los últimos 12 meses. Esa proporción era de 18,4 hace un año.
Pero incluso en medio de la conmoción que experimentaron los bonos la semana pasada, los inversionistas demostraron que están dispuestos a comprar deuda. Italia, un país que suele estar entre los primeros en verse afectados por el contagio cuando el nerviosismo financiero asoma en España, Portugal o Grecia, colocó el viernes el máximo de una emisión de 7.500 millones de euros (US$10.200 millones) con diferentes vencimientos y a un precio mínimo histórico.
Por otra parte, el mismo jueves Fiat SpA vendió con éxito en Italia un bono a ocho años por 850 millones de euros, a pesar de que ofertas similares fueron pospuestas en lugares tan lejanos como Mongolia, donde la volatilidad llevó al Banco de Comercio y Desarrollo a retrasar el viernes la venta de un bono en dólares.
"Por supuesto que tenemos que tomarlo en serio; cuando hay una reacción fuerte y repentina de este tipo, siempre hay una razón. Pero también estamos contentos de comprar cuando hay debilidad, ya que creemos que la recuperación todavía no ha terminado", dijo Mike Franklin, estratega jefe de inversiones de Beaufort Securities en Londres.
En los mercados de deuda corporativa y bancaria, Alberto Gallo, estratega de Royal Bank of Scotland, argumenta que perdu-rará el atractivo del crédito en España, Portugal e Italia.
"No hay que dudar de la recuperación de Europa o de la salud de los bancos europeos, y esto no es un giro en la suerte de la periferia", dijo. Europa aún se destaca, dijo, en comparación con EE.UU. y el Reino Unido, donde los bancos centrales parecen estar preparándose para subir los tipos de interés.
A pesar de que el índice bursátil de Portugal cayó en torno a 4% el jueves, subió 0,9% el viernes, en el contexto de un au-mento de 30% en los últimos dos años, lo que replica los movimientos de otras clases de activos en Europa y otros lugares.
Dan Skelly, estratega de acciones de Morgan Stanley Wealth Management, que supervisa activos de clientes por US$1,9 billones (millones de millones), sigue siendo optimista sobre las acciones europeas y describe lo que ha sucedido en Portugal como un hecho aislado.
Señala que la economía europea está en mucha mejor forma que durante el apogeo de la crisis de deuda soberana, cuando los mercados financieros de todo el mundo oscilaban violentamente con cada novedad.
"Estoy preocupado por cosas como la potencial inflación salarial en EE.UU. Estoy preocupado por un prematuro cambio de política de la Fed. Estoy preocupado por una desaceleración en los mercados emergentes. Lo que explícitamente no me preocupa es el Banco Espírito Santo", dijo Krishna Memani, jefe de inversiones de Oppenheimer Funds.
"Mientras el banco quizás no sea prístino, los reguladores sin duda tienen los medios para controlar la situación en esta insti-tución en particular. Si hemos aprendido algo en 2008-2009 en EE.UU. y en 2011-2012 en Europa, es que los reguladores tienen una gama de opciones para contener los daños a nivel de los bancos y del sistema bancario, si quieren".
Economistas de Barclays PLC, por su parte, escribieron en una nota que, aunque lo que ocurrió en Portugal puede plantear problemas de reputación para algunas de las instituciones involucradas, "no es una amenaza para el sistema bancario en general".
— Tommy Stubbington, Dan Strumpf y Matt Wirz contribuyeron a este artículo.