Los ingresos de los hogares más pobres fueron los que más cayeron en 2022
Según el Indec, lo que obtuvo per cápita una familia en promedio fue de $58.564, lo que representa un 81,9% más que en 2021; sin embargo, la inflación del año pasado cerró en 94,8%
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La debacle del poder adquisitivo de los argentinos volvió a verse reflejada en otros de los indicadores del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Se trata del informe sobre la “Evolución de la distribución del ingreso”, elaborado a partir de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que arrojó que durante el último trimestre de 2022 los ingresos medios per cápita familiar alcanzaron los $58.564.
La informada por el Indec es una cifra magra, si se toma en cuenta que la canasta básica total –es decir, la que define la pobreza– para un hogar de tres personas rondó los $116.286 durante el período estudiado y que la inflación interanual en diciembre último cerró en 94,8%, cuando el promedio de los ingresos per cápita lo hicieron solo en un 81,9%.
De esta manera, según el informe, dentro de la población total de la EPH (per cápita familiar), el ingreso medio fue, como se dijo, de $58.564, monto que puede desagregarse en el estrato bajo, que percibió en promedio $22.799; en el del medio; $54.450; y en el del alto, $138.160.
En lo respecta a los ingresos individuales (62,2% de la población, es decir, 18.199.283 personas) promediaron los $92.881. A su vez, si se considera el ingreso medio de la ocupación principal, el Indec estableció que el ingreso medio de los trabajadores asalariados (9,6 millones) promedió los $100.506, mientras que el de los no asalariados (3,4 millones) rondaron los $82.521.
En el balance general de la distribución del ingreso, el Indec informó que “el coeficiente de Gini [medición global utilizada para entender la distribución del ingreso y frecuentemente referida como la medida de desigualdad] se mantuvo en 0,413 entre los 4° trimestres de 2021 y 2022″, mientras que “la brecha entre el 10% de la población con mayores y menores ingresos se redujo de 13 a 12 veces”.
Sin embargo, los analistas consultados por LA NACION aseguraron que se trata de resultados relativos por varios factores.
Claudio Caprarulo, economista de Analytica, expresó: “La distribución del ingreso muestra que la desigualdad se mantuvo constante respecto a igual período de 2021. Sin embargo, se observa un empeoramiento del ingreso medio real en los sectores de menores recursos; en particular el 10% más pobre fue el que mayor caída de ingresos reales tuvo (-13%), mientras que el estrato de mayor ingreso (deciles 9 y 10) perdieron el 7% de su capacidad de compra”.
A su vez, el experto analizó que “se ve una caída de la cantidad de personas dependientes por hogar para la mayoría de los deciles, reflejo de la caída de la tasa de desempleo”. No obstante, según dijo, hay que tener cuenta que “también hubo un aumento de la participación de los ingresos no laborales en los dos deciles de menores ingresos, sugiriendo que la incorporación de más integrantes del hogar al mercado de trabajo fue para hacer frente a las menores percepciones por miembro”.
Desde el punto de vista de Caprarulo, un análisis pormenorizado de la distribución difundida por el Indec permite deducir que, si bien el desempleo ha disminuido, lo ha hecho en desmedro de la calidad del trabajo, es decir, en pos del crecimiento de la informalidad, que se encuentra en su punto más alto desde 2008. “La fragilidad de la macroeconomía lleva a que cada vez haya más pobres con trabajo y más familias que tienen que modificar su organización intrahogar para hacer frente a la crisis”, opinó. Y añadió: “Pero si esto no es suficiente, implica mayor presión para la sostenibilidad fiscal para contener la frágil situación social”.
Jorge Colina, director del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), también relativizó el hecho de que el organismo estadístico oficial informara que la desigualdad se mantuvo constante en la medición interanual. “El coeficiente de Gini muestra que a partir del cuarto trimestre de 2021 la desigualdad se ubica en 0,413 como si fuese un dato positivo, pero no se toma en cuenta que en la EPH solo se consideran [la población] 31 aglomerados urbanos, es decir, no llega a countries ni villas de emergencias, lo que permitiría establecer la verdadera desigualdad”, aseguró. “Si acá aparece que la desigualdad disminuye es engañoso”, resumió el especialista.
Además, Colina destacó la variable que permite desagregar los hogares según la escala de ingreso total familiar por fuente, cantidad de miembros promedio por hogar y relación de dependencia, es decir, los ingresos de los hogares laborales o no laborales. “El 65,8% de los hogares indigentes vive de la ayuda social (ingresos no laborales), mientras que los hogares pobres tienen la mitad de sus ingresos como laborales, provenientes de la informalidad”, expresó.
Consultado acerca de cuál sería la metodología ideal para arribar a un índice de desigualdad más ajustado a la realidad, dijo: “Es muy difícil medir la desigualdad real porque la gente se empieza a disgregar. Los ricos se van a los countries, donde no llega EPH, y los más pobres se tienen que ir a las villas de emergencia, donde tampoco, entonces lo que estamos mirando es gente que vive en zonas urbanas”.
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