Los industriales metalúrgicos piden “nivelar la cancha” para competir con los productos extranjeros
Un estudio de once cámaras del sector puso de relieve que los productos nacionales soportan una carga impositiva del 32%, más del doble que en Brasil y México; reclaman una agenda de competitividad para potenciar las ventas
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Apremiados por la apertura de las importaciones y el “dólar barato”, los industriales metalúrgicos levantan la voz para reclamar al Gobierno una rebaja de impuestos que les permita competir en igualdad de condiciones con la producción extranjera y advierten sobre los riesgos que esa combinación puede generar sobre el tejido productivo local. El llamado de atención se produce en momentos en que el mundo –subrayan– está intensificando su estrategia de política industrial y la defensa comercial contra el comercio desleal de China, el gran actor que reconfiguró el escenario global en los últimos 20 años.
La industria metalúrgica elaboró un estudio en el que describe la situación del sector en términos de presión impositiva en comparación con otros países y plantea la oportunidad que tienen por delante las empresas si la política logra “nivelar la cancha”, mejorando las condiciones de competitividad a través de reformas estructurales. El informe fue realizado con el aporte de once cámaras que representan a fabricantes de maquinaria agrícola, autopartistas, productores de tubos, perfiles, línea blanca y construcciones livianas de acero, entre otros.
“La experiencia internacional muestra que no hay país del mundo que no tenga una industria fuerte –señala el trabajo al que accedió la nacion en su introducción–. La metalurgia podría sumar US$7400 millones por año a la economía y miles de empleos en la próxima década como aliado de sectores como el petróleo y gas, la energía renovable, la forestoindustria y la minería”.
Las posibilidades que se le abren a la industria metalúrgica a partir de las inversiones que traccionarán esos cuatro sectores estratégicos en los próximos años es uno de los ejes que propone el informe. El cálculo que realizan los metalúrgicos indica que las fábricas locales podrían venderles productos adicionales por más del 1% del Producto Bruto Interno (PBI), los US$7400 millones mencionados. En el caso del petróleo y gas, por ejemplo, la participación de los bienes metalúrgicos en todas las compras que realiza el sector es del 10%; en la minería y en la forestoindustria, del 8%; y en las energías renovables, del 56%.
Ese es el tamaño del mercado al que buscan apuntar si se concretan inversiones por casi US$130.000 millones en la próxima década de parte de esos cuatro sectores.
Hoy, el sector metalúrgico –incluida la industria automotriz– nuclea a más de 17.000 empresas, en su mayoría pymes, que generan más de 350.000 empleos directos y exportaciones por US$11.500 millones anuales, detalla el trabajo. Su aporte representa el 5,6% del PBI.
El segundo eje en el que hace hincapié es la situación que enfrenta la industria producto de la presión impositiva y los déficits estructurales que componen el “costo argentino”. “La Argentina se encuentra en las peores posiciones en los rankings mundiales de competitividad. Esto se explica principalmente por cinco factores: la inestabilidad macroeconómica, la carga impositiva, el costo laboral no salarial, la falta de financiamiento al sector privado y los costos logísticos”, remarca.
Sobre los impuestos, el informe afirma que “los productores metalúrgicos en la Argentina soportan en promedio una carga impositiva del 32% sobre el precio en puerta de fábrica (sin IVA), más del doble que Brasil y México”. Un tercio de esos tributos, sigue, son distorsivos, es decir que se acumulan en la cadena de valor y son prácticamente inexistentes en países comparables (débitos y créditos, ingresos brutos, tasas municipales, sellos, entre otros).
La “presión impositiva desmesurada” es el desafío más urgente que ven los fabriles, quienes en el estudio identificaron cuánta carga soporta cada producto al salir de la fábrica, contra sus competidores brasileños y mexicanos. Por ejemplo: una estructura metálica tiene una presión impositiva del 40%, frente al 18% de un producto de Brasil y un 15% de otro de México. Para un auto o una pick up, la carga tributaria es del 33%, más del doble del 16% que soporta un brasileño y del 15% de uno mexicano. En una sembradora, los números son 33% contra 15% y 19%, respectivamente, y un lavarropa, 29% frente a 15% y 14%.
A esos porcentajes se llega tomando en cuenta que “la Argentina tiene una de las cargas tributarias más altas del mundo, con una estructura impositiva compleja y más de 155 impuestos y tasas”, argumenta el trabajo. El mayor problema corresponde a los considerados impuestos distorsivos, que representan un tercio de esa carga promedio del 32% para la actividad metalúrgica a la salida de fábrica, sin incluir el IVA. Se trata de Ingresos Brutos, impuesto a los débitos/créditos bancarios, impuesto a los sellos y tasas municipales.
Estos tributos causan un daño importante por su impacto acumulativo en toda la cadena de valor, un obstáculo que no enfrentan los competidores brasileños y mexicanos, dicen los industriales locales. En el caso puntual de Brasil, explican, si bien la carga impositiva sobre el precio final se ubica en niveles similares a los argentinos, la mayoría de los impuestos recae sobre la etapa de comercialización, sin penalizar a la producción.
Esta distorsión, que no es nueva, causa alarma en el sector fabril por el inminente crecimiento de las importaciones. “El producto importado no paga Ingresos Brutos en toda la cadena como el local”, alertan.
Los costos no laborales
Las cámaras metalúrgicas destacan que una macroeconomía ordenada es la base para devolverle competitividad a las empresas, pero subrayan que “la macro es solo el principio”. Además de la carga impositiva, el sector enfrenta otros desafíos como costos laborales no salariales (la industria del juicio), falta de crédito y costos logísticos.
El costo laboral representa el 67% de la masa salarial, con una litigiosidad que es 10 a 20 veces superior a la de otros países pese a que los índices de siniestralidad son similares. Según los metalúrgicos, en la Argentina se hacen 110 juicios laborales cada 10.000 empleados, versus 9,5 en España y 5,8 en Chile.
En cuanto a la logística, la Argentina también soporta uno de los peores desempeños en el mundo, solo detrás de Paraguay en la región de acuerdo con el índice de desempeño logístico del Banco Mundial de 2023. Ese resultado es producto de una baja eficiencia en los servicios portuarios, un transporte ferroviario limitado y una infraestructura de rutas deficiente.
“Una pyme metalúrgica argentina no compite directamente contra una pyme china; compite contra un país entero, que subsidia sus costos de producción, energía y logística. Es fundamental implementar políticas que nivelen el terreno”, reclama Elio del Re, presidente de Adimra (Asociación de Industriales Metalúrgicos), una de las cámaras que impulsó el estudio.
Para Carlos Moricone, presidente de Cafas (Cámara Argentina de Fabricantes de Acoplados y Semirremolques), “la economía híper cerrada de los últimos años nos condenó al estancamiento y la apertura de los 90 puso en riesgo nuestra supervivencia. Es tiempo de intentar el camino difícil: bajar los impuestos distorsivos y mejorar las condiciones generales de la competitividad sistémica para integrarnos al mundo”.
La visión de los industriales respecto de la oportunidad que ofrecen la energía y la minería es que la Argentina recree una experiencia similar a la de Australia, donde las pymes metalúrgicas lograron crecer como proveedores dentro de la cadena de valor. Luego de recordar que los países desarrollados tienen el doble del PBI industrial per cápita que la Argentina, un fabricante remata, ahora hablando de lo que podría ocurrir con la energía y Vaca Muerta: “Tenemos que elegir si seremos Noruega, con pymes locales y desarrollo, o Nigeria, donde solo se explota el recurso natural”.