Los halcones se alejan del diálogo y los tres escenarios económicos que escuchó Carrió para 2023
Hasta los informes económicos descartan en punto de encuentro entre Cristina y Macri; los números del proyecto de presupuesto de Massa bajo los ojos de “Los Lilitos”
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Ambos relatos, incluso en los análisis sobre la coyuntura económica, hablan de caminos irreconciliables. Los expusieron dos halcones en polos opuestos de la grieta. Los documentos profundizan las diferencias ideológicas sobre el rumbo, divergen en las causas de la inflación y parecen descartar la posibilidad de un diálogo entre Cristina Kirchner y Mauricio Macri.
Sin embargo, el proyecto de Presupuesto 2023 elaborado por Sergio Massa y su equipo podría convertirse un lugar de encuentro para las alas radicalizadas. Esa iniciativa, leen algunos, mostraría al Frente de Todos haciendo una reducción del gasto primario como porcentaje del PBI a rangos similares al del año en el que Macri cerró su Gobierno.
El informe de los últimos días del ex secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, no descarta un acuerdo político, pero introduce sus ideas económicas con un previo canto político que vincula el atentado contra la vicepresidenta con la “persecución judicial” de “actores con poder”. Se trata de la letra oficial del “discurso del odio” que irrita al macrismo, porque busca avalar el embate institucional del kirchnerismo, principalmente contra la Justicia.
El economista iguala a Cristina Kirchner con “emancipadores” asesinados como Abraham Lincoln, el zar Alejandro II, los hermanos Kennedy y el primer ministro sueco, Olof Palme. Efecto elecciones en Brasil: claro que aparecen Dilma Rouseff y Lula da Silva. “Las víctimas afectaban a grupos de poder político y económico en momentos singulares de cambio de época y, consecuentemente, estos grupos respondían rompiendo las reglas de juego del debate de ideas y el proceso de toma de las decisiones de políticas públicas, para avanzar en esquemas conspirativos destinados a sacar del escenario al responsable del desafío a sus intereses”, escribió Feletti. Una mística casi bolsonarista clausuró su análisis: “Sólo la movilización popular y -para los creyentes- la intervención de la divina Providencia, amortiguan y pueden revertir su estado de indefensión institucional [el de Cristina] frente a los poderes fácticos de la Argentina”.
Del otro lado de la grieta, un documento elaborado por el equipo del ex ministro de Desarrollo Productivo, Dante Sica, actualmente uno de los referentes de Patricia Bullrich es más escueto, pero contundente. “El contexto político, luego del atentado contra la vicepresidenta y con los debates sobre la reforma judicial, no permitirá acuerdos que sustenten un ajuste de las cuentas fiscales y monetarias”, ratificaron desde la consultora en la consultora Abeceb.
Ambos polos ideológicos coincidieron en algo: el dólar -y su relación con el peso- es el problema. Para Feletti, la coyuntura internacional brindaba una oportunidad de “retener” los dólares del agro y “promover” a la industria. Palo más que zanahoria. El problema es la ya conocida restricción externa. Sugiere que el Gobierno se quedó corto con la recaudación por retenciones, su herramienta preferida para “desacoplar” precios. ¿Volverá a debatirse en el Congreso?
“Las cerealeras nos pusieron de rodillas”, cuestionó Máximo Kirchner el fin de semana. Esas palabras que podrían haber sonado como una segunda crítica a Sergio Massa –tras el dato de pobreza y el tuit de Cristina Kirchner- fueron reintepretadas en las últimas horas de manera benevolente por Feletti en la radio. “El Gobierno perdió una oportunidad importante en 2020 y 2021, que fueron excedentes de balanza comercial, es decir, dólares que llegaron (…) si se hubiera traducido, probablemente no todo, pero alguna parte, en las reservas, si se hubieran fortalecido las reservas del Banco Central, la posición para estabilizar la economía era sustancialmente distinta (…) La falta de dólares en el BCRA, obviamente, deja a un Gobierno indefenso o sin herramientas para negociar con el poder económico”, dijo Feletti.
“O sea, la crítica no es a Massa, sigue siendo a Guzmán”, retrucó la periodista al entrevistado. “La crítica, evidentemente, es a Guzmán, sí”, respondió Feletti, que fue desplazado por Guzmán de su cargo en Comercio. No lo dijo, pero en La Cámpora también apuntan a Miguel Pesce presidente del BCRA, al que a Massa y “la orga” siempre tienen en la mira. “Las fallas estuvieron en la conducción económica previa, sin dudas”, recalcó. Una perlita: Feletti, que dijo que el acuerdo con el FMI estaba muerto con Guzmán, cree ahora que “es factible” cumplirlo con Massa.
Las trampas de la inflación
El informe de Sica menciona “las cuatro trampas de la alta inflación”. La primera se relaciona al mecanismo oficial elegido por Massa para sumar los dólares que –critican- se le fueron a Guzmán. Indicó que las compras de dólares que hizo el Central por el dólar soja implicaron una fuerte emisión monetaria ($600.000 millones) y “no hay demanda de dinero suficiente para absorberla”. El exceso de emisión genera inflación, la demanda de dinero cae, la brecha cambiaria sube y las expectativas de devaluación del dólar oficial alimentan las remarcaciones. Se entiende, de esta manera, por qué Massa no expandió su idea en el tiempo ni a otros productos. Atendió la emergencia de las reservas avivando el fuego inflacionario.
Las otras tres trampas son la suba de tasas y el déficit cuasifiscal; las cada vez más discrecionales intervenciones estatales necesarias para frenar arbitrajes privados (cepo a las importaciones, por caso), y que el ajuste del gasto que hace la inflación choca con los límites políticos; tal situación degrada, explican, la credibilidad de Massa para seguir un plan.
“Esto incrementa la probabilidad de que los conflictos distributivos lleven a que Cristina ejerza el veto y desautorice el ajuste de Massa. ¿La trampa? Para ser creíble, Massa debe ajustar el gasto y la inflación es funcional para ello. Pero más inflación implica más probabilidad de veto de la política y menor credibilidad respecto de la sostenibilidad de las políticas de ajuste”, agrega el informe de la consultora de Sica, que trabaja con Bullrich hace tiempo.
Varios temen por la puja distributiva entre trabajadores formales y empresas con paritarias en un contexto de 100% de inflación. Pero entre los informales, el trabajo que más creció en los últimos dos años, abunda la pobreza. Leopoldo Tornarolli, investigador del Cedlas, estimó que, entre octubre de 2021 y marzo de 2022, la pobreza entre los asalariados informales llegó a 41,9%. En la construcción, actividades primarias o el servicio doméstico está por encima de 50%. Esos son algunos de los números que inspiraron el primer rayón de Cristina al auto de Massa.
La mirada de “Los Lilitos”
El Congreso puede convertirse en un lugar de encuentro entre halcones. Referentes económicos del ex presidente avalarían el proyecto de presupuesto 2023, según confiesan por lo bajo, también con algo de ironía. “No hay nada extremadamente criticable”, dijo uno de ellos y agregó: “Blanquean un ajuste fiscal, que no es poco”.
El sábado pasado, el economista Matías Surt expuso ante Elisa Carrió, el bloque de diputados nacionales y dirigentes de la Coalición Cívica de todo el país sobre tres ejes: proyecciones macro del presupuesto 2023, gastos e ingresos y el articulado de la iniciativa. “El talón de Aquiles es lograr una desinflación de 40 puntos. No dicen cómo lo van a hacer. No hay plan de estabilización”, aclaró Surt, para quien el presupuesto de Guzmán era más creíble que el de Massa.
La iniciativa del tigrense estima una histórica baja de la inflación -la mayor desde el plan de convertibilidad- y detrás, salarios que se recuperan, demanda y actividad que suben para salir de la recesión en la que ya entró la economía.
El economista afirmó que arrancando con una inflación de 100%, la de este año, y bajándola al 60% (lo que dice el presupuesto), el promedio del año estará en 77,5%. Cualquier variación del gasto se tiene que hacer con relación a ese número. En ese sentido, dijo, la erogación primaria caería 5 puntos en términos reales si se cumpliera el presupuesto. Y como los gastos indexados por movilidad subirían 82% -estimó Surt-, otros gastos sociales deben compensar la baja necesaria (universidad cae, los planes alimentarios caen, y los susidios caen, entre otros).
Los escenarios, explicó Surt a Carrió y a sus colaboradores, son tres: que no se cumpla con el déficit estimado ni, por ende, con la meta fijada en el acuerdo con el FMI; que se haga un mega ajuste, algo políticamente improbable en un año electoral; o que la inflación se acelere mucho más que lo previsto en la hoja de ruta de Massa y que finalmente el ajuste llegue -al revés de lo que plantea el presupuesto- mediante un recorte real de las jubilaciones y las pensiones.
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