Los griegos se alistan para nuevas penurias
ATENAS—Mientras Grecia avanza hacia un acuerdo o una colisión con sus acreedores, una población exhausta se prepara para sufrir nuevas penurias económicas, pase lo que pase.
Panagiotis Koupalidis, un jubilado de 68 años, mantiene a su esposa y a sus tres hijos mayores, que perdieron su empleo en la depresión que azota a la economía, con una pensión mensual de 700 euros (US$790). La cifra es la mitad de lo que era antes de las medidas de austeridad impuestas por los acreedores como condición para otorgar los préstamos de rescate.
Cuando lee las noticias de que las autoridades de la zona euro y el Fondo Monetario Internacional quieren recortar más las pensiones, Koupalidis se pregunta cómo harán para sobrevivir su familia y un gran número de otros hogares en la misma situación. "Los acreedores están actuando como sepultureros", lamenta. "Quieren enviar a los pensionistas a una muerte temprana".
Los recortes de las pensiones y el aumento del impuesto a las ventas, medidas que afectan mayormente a las familias de bajos ingresos, son las demandas políticamente más explosivas de los acreedores de Grecia, quienes las consideran esenciales para restaurar la estabilidad financiera del país a largo plazo.
Las demandas han llevado a negociaciones tensas entre el primer ministro griego, Alexis Tsipras, y los prestamistas de Grecia, liderados por la canciller alemana, Angela Merkel. Su confrontación podría estallar en una cumbre de líderes europeos prevista para la próxima semana, o incluso antes.
Tsipras les dijo a los legisladores de su partido de izquierda, Syriza, que Grecia no puede aceptar los términos que se ofrecen, pero trató de ofrecer un mensaje optimista. "Creo que estamos en la recta final. Las verdaderas negociaciones están empezando ahora", afirmó el martes.
Merkel reiteró el martes en Berlín que Grecia debe aceptar amplias reformas de la economía. "He dicho en repetidas ocasiones que quiero hacer todo lo posible para mantener a Grecia en la zona euro. Me he dedicado a este objetivo en estos días", reconoció.
Syriza y Tsipras han recorrido un largo camino desde la retórica antiausteridad que los llevó al poder a principios de año, ofreciendo una serie de recortes de gastos y aumentos de impuestos para apuntalar el presupuesto.
No obstante, el FMI dice que se necesitan más políticas de austeridad puesto que Alemania y otros países europeos son reacios a condonar las deudas de Grecia. Muchos funcionarios europeos creen que Tsipras se niega a cumplir las condiciones del rescate como parte de un intento por lograr concesiones de Merkel, algo que el gobierno griego niega.
Pocos electores o políticos griegos siguen apoyando el programa de rescate original de 245.000 millones de euros (US$275.000 millones), que ha mantenido a Grecia a flote durante los últimos cinco años pero que es ampliamente visto aquí como el responsable de haber arrastrado al país de una crisis financiera a una depresión.
La gran pérdida de empleos en el sector privado y la presión sobre el tejido social —incluyendo aumentos de la pobreza, la falta de vivienda, las enfermedades mentales y los suicidios— han erosionado las esperanzas de que el rescate pueda proporcionar la oportunidad de corregir deficiencias económicas y políticas de larga data.
Grecia ha puesto en marcha desde 2010 recortes de gastos y alzas de impuestos por un total de alrededor de 30% del Producto Interno Bruto, según la Unión Europea. Tal magnitud es muy superior a las de otros países europeos golpeados por la crisis y ha sido un factor importante en la pérdida de una cuarta parte de la producción económica de Grecia.
En un país donde el desempleo asciende a 26% y muchos ya no cumplen los requisitos para recibir prestaciones o seguro de salud, el joven partido antisistema Syriza se ha convertido en la fuerza política más poderosa y los partidos tradicionales se han derrumbado.
La perspectiva de aumentos drásticos del impuesto al valor agregado amenaza con asestar un nuevo golpe al vapuleado sector empresarial. Los acreedores quieren simplificar el sistema del IVA, plagado de exenciones, y subir tasas para aumentar la recaudación tributaria en 1% del PIB al año.
El FMI insiste en la medida a pesar de que cree que la economía de Grecia ya está sobrecargada de impuestos, porque estima que los ingresos adicionales son esenciales para el pago de la deuda griega si Europa, el principal acreedor, no está dispuesta a rebajar su valor.
"¿Cómo puede un acuerdo que eleva el IVA aún más ser bueno?", pregunta Christos Lousis, un empresario de 53 años, cuyo negocio de instalación de ventanas tenía 26 empleados antes de la crisis. Años de recesión lo han obligado a despedirlos a todos mientras sus ventas se han reducido en casi 90%. Ahora lucha para pagar su hipoteca y los préstamos de su disminuido negocio.
El padre de dos hijos también teme que Grecia elimine la ley que protege a los propietarios de la toma de posesión de su vivienda por parte de los bancos, otra medida que los acreedores de Grecia impulsan para proteger la banca.
"Nos van a convertir en asesinos", dice Lousis. "Si vienen a apoderarse de mi casa estoy listo para arrancarle la cabeza a quien sea esté allí, y no soy el único que piensa de esta manera", advierte.
El empresario, sin embargo, es parte de una minoría al pensar que abandonar el euro sería una buena idea. Casi 70% de los griegos quiere permanecer en el bloque monetario, aunque signifique nuevas medidas de austeridad, según una encuesta de GPO publicada el lunes.
Nikos Athanasiou, de 62 años, cuenta que sus ingresos han disminuido a la mitad durante la crisis debido a los recortes de pensiones y los impuestos adicionales. No obstante, este taxista jubilado dice que la principal víctima es la generación de sus hijos. Uno de ellos gana apenas 400 euros al mes. El otro está desempleado y "se siente avergonzado cuando tiene que pedir 3 euros para tomar un café", relata Athanasiou. "Mi hijo sigue siendo un hombre con energía, vitalidad, pero hay momentos en los que se ve tan deprimido".
Al igual que muchos jóvenes griegos, Alexandros Papaioannou quiere salir del país tan pronto como haya juntado suficientes ahorros. El hombre de 31 años trabaja como camarero, pero el dinero no alcanza mucho más que para el pago del alquiler y los servicios públicos. "No quiero tener que elegir entre ir al supermercado o pagar mis cuentas", dice. "Esto me está volviendo loco".
The Wall Street Journal